«No habían pasado cuatro días desde la llegada de los pelegrinos a las costas de Cape Code, cuando ya habían saqueado la tumba de mis ancestros y se habían nuestro robado el maíz y los granos». Estas palabras son parte de un discurso escrito en 1970 por Frank B. James, también conocido por su nombre nativo como Wamsutta.
Wamsutta es un descendiente de la tribu Wampanoag y fue invitado a hablar en Plymouth (Massachusetts) con motivo del aniversario 350 de la llegada de los pelegrinos a la tierra de sus ancestros. Este discurso fue suprimido y nunca escuchado durante dicha celebración.
¿Por qué? Porque contaba la verdad, y no el mito creado alrededor de la historia de la invasión europea de los terrenos indios nativos. Cuatrocientos años más tarde, y enhorabuena, algunas escuelas y maestros han decido recontar el acontecimiento que ha dado origen a la celebración del Día de Acción de Gracias, una jornada que para los primeros pobladores de este continente, ha sido declarado como el Día Nacional de Luto.
Esta revisión histórica explica las atrocidades cometidas por el hombre blanco, sus promesas rotas, su obsesión por privatizar la tierra y su imposición despótica. Tanto los peregrinos como los puritanos, que le siguieron una década más tarde, trataron a los wampanoags de salvajes. Para «curarlos» de su salvajismo, se les dio dos caminos: la sumisión a la cultura y credos cristianos o la horca.
Sin embargo, estos supuestos salvajes poseían un entendimiento tan profundo de navegación, que comúnmente eran empleados para guiar al capitán de los barcos europeos. Ese ser «poco civilizado y analfabeto» fue organizado y disciplinado a la fuerza para que se adaptara a vivir en una sociedad materialista.
Con el tiempo, la cultura de los wampanoags, al igual que la de los aztecas, lakotas, cherokees y tantas otras tribus del mundo, se hundió bajo el yugo de la opresión. En consecuencia, hoy día sus lenguas y sus tradiciones están casi extintas.
«Fuimos conquistados. Nuestras tierras invadidas. Y nos hemos convertidos en prisioneros de guerra del gobierno, pero nuestro espíritu se niega a morir», decía en su discurso Frank B. James.
El discurso y los nuevos currículos educativos abordan el Día de Acción de Gracias no para cambiar lo ocurrido, sino para traer a la conciencia actual un llamado a vivir de manera menos depredadora, y más humana.
Enseñando el equilibrio armonioso entre el hombre y la naturaleza, buscando resucitar y reanimar los valores que regían al indio nativo, basados en la hermandad, el honor y la verdad.
En estas fiestas de comilona y derroche, desde ahora y hasta año nuevo, abramos un espacio de reflexión para recordar el pasado y dar gracias por este nuevo inicio, representado en la revisión de la narrativa oficial de la celebración del Día de Acción de Gracias.