A los actores políticos el movimiento popular de octubre los rebasó de largo
Esta es una de las lecturas que dio al año político que termina el sociólogo ecuatoriano, David Chávez, catedrático de la Universidad Central de Ecuador, Magister en Estudios Latinoamericanos, con mención en Política y Cultura por la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador. Articulista de varias revistas especializadas en Ciencias Sociales.
En franca coincidencia con otros analistas considera al movimiento popular de octubre como el hecho más destacado de 2019. Por lo que la entrevista se enfocó en este suceso, sus posibles resonancias y estela de acontecimientos que se darán en el tiempo.
1.- Se ha escuchado de forma reiterada que se adelanten las elecciones en el país por la falta de legitimidad del gobierno de Lenin Moreno, quien apenas cuenta un 20% de aceptación, en este caso se podría aplicar lo que ordena el artículo 148 de la Constitución, la muerta cruzada, ¿hasta qué punto esto sería viable.
En términos estrictamente formales la posibilidad de esta figura, que contempla la Constitución, de la “muerte cruzada”, es decir, que el Ejecutivo o el Legislativo supriman el otro poder temporalmente y convoquen inmediatamente a elecciones es viable en términos formales y jurídicos. Pero contrastado con las condiciones reales de la política del Ecuador es un camino difícil. Esto se debe, sobre todo, a que si bien el gobierno de Moreno tiene muy poco apoyo popular, tiene muy poca legitimidad democrática, sin embargo, tiene una coalición de gobierno de sectores muy poderosos como empresarios, medios de comunicación, partidos políticos, etc., que han blindado al gobierno, que le sostienen en un pacto de gran estabilidad. En este contexto, esa opción es muy difícil después del levantamiento de octubre.
Por otra parte, hay que tomar en cuenta que el levantamiento de octubre que tuvo como protagonista la Confederación de Nacionalidades Indígenas (CONAIE) no ha asumido la agenda de la transición democrática y más bien se ha mantenido en una posición ambigua.
Con el levantamiento de octubre se abrieron posibilidades para pensar en una transición de ese tipo, pero hasta el momento habrá que ver qué ocurre el año que viene, considero que al momento es un camino poco probable. Aunque estos sectores poderosos que sostienen al gobierno están apostando por darle más oxígeno y mantenerlo hasta que cumpla su mandato.
2.- ¿Por qué afirmar que Ecuador vive una crisis política, económica e institucional?
No existe representatividad de las instituciones del Estado, ni de los líderes políticos, ni de aquellos que están en el gobierno. Esto tiene que ver con el vacío de poder, vacío político que han creado durante estos dos años y medio los actores que están involucrados con esta coalición que sostiene al gobierno.
El contraste es necesario para poder entender el por qué ocurrió esto: el actual mandatario, Lenin Moreno dio un viraje respecto del proyecto del cual él surgió que es el proyecto de la Revolución Ciudadana, que lideró por 10 años de Rafael Correa. En esos 10 años se vivió un proyecto político con una gran legitimidad democrática, sucesivas elecciones que habían sido ganadas por el partido de gobierno con mucha amplitud, con un gran respaldo popular. Esto para el caso ecuatoriano es inédito, se puede decir que nunca en la historia hemos tenido un periodo semejante de estabilidad democrática y de tal legitimidad democrática.
Frente a eso, el viraje que tuvo Moreno obligó a dinamitar ese proceso de legitimidad democrática que tenía el correísmo, el que ya estaba mermado en los últimos años por problemas internos, por el conflicto con los sectores de derecha y con esa coalición que ahora está en el gobierno. No hay que perder de vista que cuando Rafael Correa abandona el poder aún mantenía cifras de un 60% de popularidad que es altísimo en cualquier caso.
Entonces, la vía que encontraron Moreno y sus aliados para poder derrotar al proyecto de la Revolución Ciudadana fue generar un gran vacío político. El mecanismo fue tomarse todas las instituciones del Estado, descabezar a todas las autoridades del Estado, un proceso increíble con poca legalidad, violando la Constitución. Es decir abrieron un periodo de mucha arbitrariedad para el control del Estado.
Ahora, habría que preguntarse por qué se produjo esta crisis política. La respuesta se encuentra en la renuncia de Moreno al programa de Gobierno que lo llevó al poder, renuncia a lo que sus votantes y mandantes habían decidido en las urnas, que era la continuidad del proyecto de la Revolución Ciudadana, esto genera un gran vacío de poder.
Moreno asume la agenda política de los sectores que fueron derrotados en 2017 y lleva adelante ese programa. Además, restituye el viejo orden político que existía antes de la Revolución Ciudadana, que es un orden político anti democrático que simplemente sirve para el reparto de espacios de poder entre pequeños grupos que tienen escasa representatividad electoral y democrática. Era indudable que en una estrategia como esa que la consecuencia lógica iba a ser una grave crisis de representación.
3.- Las movilizaciones que se están dando en Ecuador y en otras lugares de la región son en contra el neoliberalismo, por lo que se afirma que es, también, una lucha de clases
Creo que lo de América Latina puede entenderse como una rebelión contra el neoliberalismo. Uno de los intelectuales de izquierda más importantes del mundo, David Harvey, definió al neoliberalismo como un proyecto de clase, el proyecto de las burguesías, de las clases dominantes a nivel mundial para hacer trizas todo lo que había avanzado en el siglo XX la clase trabajadora, en cuanto a sus derechos, en cuanto a sus condiciones mínimas de bienestar, para llevar adelante uno de los procesos más salvajes de expropiación de la riqueza social que es el neoliberalismo.
La lucha contra el neoliberalismo, siempre, ha sido una lucha de clases. Si el neoliberalismo es un proyecto de las clases dominantes, si su naturaleza es sobre todo la expropiación y una radicalización de las formas de explotación del trabajo, la precarización del trabajo y de la vida humana en general, lo lógico es que la respuesta frente a esto sea al mismo tiempo una respuesta de clase. Esto ha tenido distintas variantes, no es igual en todas partes, las recientes protestas en América Latina corresponden a esos procesos de resistencia de clase contra ese orden neoliberal.
En las insubordinaciones de América Latina ha habido un componente muy fuerte de lado y lado. Los ideólogos de la derecha suelen decir que la lucha de clases es un invento de los izquierdistas para azuzar el odio en la sociedad, pero la lucha de clases es un hecho objetivo y real. Tan es así que esos sectores de derecha asumen una posición de clase absolutamente clara y cierran filas en torno a la necesidad de la defensa de los intereses de las clases más poderosas en nuestros países.
Además, azuzan el odio en contra de las clases dominadas. En el caso de Ecuador, han azuzado el odio contra la dirigencia indígena y el movimiento indígena, a partir de una visión racista. En Bolivia el desate del racismo y esos preocupantes indicios de neofascismo que inclusive ideólogos tan reputados de la derecha como Mario Vargas Llosa saludan hablando del “bravío pueblo boliviano” que se levantó contra un dictador.
Todos esos son modos de expresión de lo que está ocurriendo en América Latina y en el mundo, este viejo enfrentamiento de clases. Miremos a Chile, quiénes están protestando son gente de la clase trabajadora en un sentido amplio, ni siquiera los más empobrecidos, es clase media pero también empobrecida, igual clase asalariada que requiere dinero para pagar las múltiples deudas para tener una casa, salud y educación decente en un Chile, donde todos los servicios están privatizados.
Es imposible no leer la rebelión contra el neoliberalismo, en términos de lucha de clases, como un hecho objetivo y no como un invento de ciertos radicales fanáticos que quieren destruir la sociedad o algo parecido.
4.- A raíz de los acontecimientos de octubre, ahora existe una verdadera “cacería de brujas”
Lamentablemente, ese fue uno de los resultados del levantamiento de octubre. En la memoria política ecuatoriana, no hemos tenido un presidente con semejante rechazo popular, incompetencia, y falta de legitimidad. Para la gente de otros países que nos leen, es importante decir que el levantamiento de octubre, en Ecuador, quizá fue uno de los sucesos más importantes que el país ha tenido en los últimos 30 años.
Este levantamiento popular es comparable, por su importancia y magnitud, al poderoso levantamiento indígena que ocurrió en 1990. En esas circunstancias insisto para quien conoce medianamente la historia del país, esta situación tenía una sola vía de solución que era la salida del presidente y una transición hacia un nuevo gobernante. Sin embargo no ocurrió y lo más dramático es que la salida que el gobierno encontró para mantenerse en el poder fue una deriva autoritaria, producto de su falta de legitimidad democrática.
Esta vía autoritaria por la que el gobierno optó venía cocinándose desde hace mucho antes como: la necesidad de tomarse todas las instituciones del Estado, y un factor clave fue tomarse la justicia para promover la persecución política; prácticamente, lo que ha ocurrido después del levantamiento es una agudización de condiciones existentes previamente. Un episodio de la política y social del Ecuador que, además, se caracterizó por ser uno de los más represivos, lo acaba de señalar las Naciones Unidas en el informe que hace sobre la situación de Ecuador. Los indicios que encuentra son muy serios, para hablar de que aquí hubo un uso excesivo y abusivo de la fuerza.
El que se lleve adelante una persecución política ya obscena, donde ya no hay ninguna razón posible para justificar que se aprese a opositores políticos, como a los de la Revolución Ciudadana o que se les empapele con un montón de juicios, de todo tipo, a los líderes indígenas. Esto se venía cocinando desde antes, no surgió en octubre.
Lo que ocurre es que antes estaba dirigido contra el correísmo y muchos aplaudían esa persecución, incluidas las organizaciones indígenas. Ahora han radicalizado esa posición persecutoria y la han extendido a otros actores e inclusive algunos medios de comunicación alternativos que fueron tachados de sediciosos.
5.- ¿Cuáles serían los cambios profundos que usted ha observado en la dirigencia del movimiento indígena?
Estamos frente al surgimiento de un nuevo movimiento indígena. Para ser precisos y justos se puede decir que el momento actual es un momento de transición hacia lo que sería un movimiento indígena sobre el cual es aún muy difícil saber cuál será su perspectiva, sus alcances, su lógica de lucha. El movimiento indígena venía de una difícil crisis desde hace mucho tiempo atrás, por la fractura de sus élites dirigentes que habían optado por una pelea corporativa, más clientelar, más cercana, a buscar pactos y acuerdos con las élites político- económicas para recibir pequeños espacios de poder, una lógica muy común en la política ecuatoriana: repartir espacio de poder, para que todo el mundo se quede contento con su prebenda pequeña o grande.
Veníamos de un movimiento indígena que es el que enfrenta Rafael Correa durante los 10 años de su gobierno, una dirigencia acostumbrada a mantener ciertos espacios políticos. Al respecto, creo que Correa cometió errores en el ataque y enfrentamiento contra el movimiento, pero buena parte de ese enfrenamiento era por la defensa de pequeños espacios de poder que los indígenas habían llegado a tener en el Estado. Por la lógica de descorporativización que llevó adelante el gobierno de Correa se quedaron sin esos espacios, sin bases para poder mantener el control clientelar en algunos lugares, esto azuzó el conflicto de esa dirigencia indígena contra Correa.
Además, me parece que el viraje, de los indígenas, es por la vuelta la modelo neoliberal. Sus bases regresan por sus fueros, recuperan la tradición de lucha y organización social por el interés de todos los sectores populares, en contra del neoliberalismo, lo que marcó la lucha indígena en la década de los 90 y los primeros años del 2000.
Según parece, estas bases presionaron a sus dirigentes para que asuman el rol de dirigir la lucha social en contra del “paquetazo” de Moreno. Aquí se da una recomposición interesante por recuperar la tradición histórica de lucha por los intereses nacionales y populares. Por otro lado una renovación generacional con unas dirigencias diferentes, que no están jugando a la negociación. Aunque, al final prevaleció esa lógica negociadora de las dirigencias tradicionales y por eso optaron por sentarse, en la mesa de negociaciones, cuando Moreno estaba con poco oxígeno para seguir sosteniéndose, a fin de encontrar una salida más moderada de lo que el propio movimiento indígena había sostenido desde el principio, que iba desde la salida de Moreno hasta otras condiciones.
6- Actualmente el movimiento indígena ¿hasta qué punto goza de la adhesión del pueblo ecuatoriano?
Luego del levantamiento, el movimiento quedó en una muy buena posición como en sus mejores tiempos, en esto de representar a la mayoría del pueblo ecuatoriano. Hay otro sector que bordea un 30% de la población, que representa a las derechas, quienes que se han radicalizado cada vez más, desde 2014. Su arremetida es muy fuerte, la misma tiene resonancia en los grandes medios de comunicación y en el gobierno; en estos sectores políticos son visibles ciertos rasgos de neofascismo.
Esas derechas son las que rechazan, radicalmente, al movimiento indígena y al correísmo. A veces pueden darnos la impresión que tienen suficiente apoyo popular ya que la derecha hace mucho ruido por toda la influencia que tienen en la opinión pública, pero de todos modos son voces minoritarias. En las cifras recientes es fácil ver que el apoyo al movimiento indígena bordea un 60%. Cuando se pregunta a la población si cree que la CONAIE está luchando sólo por sus intereses o por la mayoría de los ecuatorianos, las cifras están en los mismos números. Si se contrasta esto con el desgaste del gobierno y de los sectores de derecha, es fácil ver que el movimiento indígena tiene una amplia aceptación.
Ahora, si se ve cómo funciona la política en Ecuador esto no se va a traducir en un apoyo electoral- político para el sector indígena
7.- ¿Cuáles son los políticos que salieron ilesos de esta rebelión popular?
Debemos hacer un conteo de muertos y heridos políticos y señalar que nadie salió ileso. A los actores políticos el movimiento popular de octubre los rebasó de largo, incluido el ex presidente Rafael Correa. Él como líder político y su movimiento tuvieron dificultades en viabilizar mecanismos que hagan posible la organización popular. Hicieron una muy buena gestión del Estado en busca de inclusión, mayor democratización etc. Pero falló este lado “B” que es tener ese sostén popular organizado.
Hago un contraste para entender por qué es importante esto. Si los empresarios llegan al gobierno no tienen mayor problema porque tienen poderes reales que los respaldan; es decir no importa que tengamos un presidente que nos produce vergüenza a la mayoría de ecuatorianos por lo incompetente e impresentable. No importa tener un grupo de ministros de inútiles si tienen a sectores muy poderosos como los sectores empresariales sosteniéndolos.
A su favor existe una plataforma antidemocrática conformada por grupos muy pequeños de intereses muy particulares que lo sostienen. Pero, cuando se trata de un proceso que, en mayor o menor medida, buscan la reivindicación de los sectores populares o busca una democracia real, él único soporte es la organización popular.
En el caso del correísmo esto lo deja un poco fuera porque no ha tenido la capacidad de sostener la oposición a Moreno desde las calles, el movimiento indígena sí. El correísmo sale golpeado pero no como otros; lamentablemente, el correísmo se negó a ver que no tenía capacidad de poner gente en la calle. Y el problema es que cuando se cierran los mecanismos democráticos e institucionales, la única posibilidad es la movilización popular.
A pesar de que el correísmo viene de la tradición de lo nacional-populismo es curioso que no le haya prestado la suficiente atención a la organización popular, que es el único modo de contener los avances de la derecha, lo estamos viendo en Bolivia donde hay una poderosísima organización popular que estaba con el gobierno de Evo Morales; desde luego, esto no garantiza que estos procesos sigan en el poder pero ayudan a combatir y a sostener la oposición.
Si pensamos en Brasil donde el Partido de los Trabajadores podría regresar al poder, si pensamos en Argentina donde el peronismo vuelve al poder, es impensable e inexplicable esa posibilidad de sostener el proceso desde la oposición sin organización popular. En buena medida si uno contrasta: Mauricio Macri no pudo avanzar demasiado en destruir la institucionalidad, que había dejado el peronismo, pero sí la economía. En cambio, Moreno sí logró destrozar la institucionalidad política porque no encontró ninguna oposición. Me parece que el correísmo, con esto, aprende una lección. No quiero ser injusto ya que esto se debe a un motón de factores como la persecución política, el acoso, la traición política de Moreno.
Otros actores de derecha sí quedaron muy golpeados, por sus expresiones muy racistas, como las Jaime Nebot, líder de la derecha que podía tener opciones presidenciales. Su partido Social Cristiano que controla Guayaquil se puso en “pie de guerra” contra los indígenas que pretendían ingresar a la ciudad. Con esto Nebot y su partido perdieron muchas posibilidades. Pero pienso que la derecha va a tratar de encontrar legitimidad en esos sectores que están muy derechizados y que ven muy mal tanto al correísmo como al movimiento indígena. De su parte, los sectores que decidieron apoyar al gobierno trituraron la posibilidad de ampliar sus segmentos de apoyo popular.
Al correísmo también le sorprendió este levantamiento de octubre, sin embargo no queda tan mal parado. Definitivamente, el correísmo en términos reales sigue siendo una amenaza real ya que no ha dejado de ser un movimiento político importante, con serias posibilidades de volver al poder, si las elecciones son limpias y para la persecución política.
Pienso que la CONAIE está buscando la posibilidad de encontrar formas de expresión política que le permitan canalizar ese respaldo. De su lado el correísmo, en medio de complejidades, busca una posibilidad en el 2021, una vez que pase por una renovación de sus líderes. Lo ideal sería la combinación entre la capacidad de construcción de Estado, a nivel de la institucionalidad que es propio del correísmo y la capacidad movilizadora de la CONAIE. Pero en las condiciones reales veo muy poco probable esa alianza.
8.- ¿Podría avizorar lo que pasaría en el 2020, un año pre electoral en el país y hasta qué punto se podría conformar una coalición de partidos progresistas igual que en Argentina?
Es muy difícil porque aquí la situación es muy distinta al de la Argentina. Hay que tomar en cuenta que en Argentina todo se armó a partir del fraccionamiento del peronismo que tuvo lugar durante kirchnerismo. Estamos hablando de un mismo partido político, con una misma identidad política, y además con la fuerza y el peso que el peronismo tiene en la Argentina, esto es incomparable con Ecuador.
Habrá que ver si en 50 años el correísmo sigue vigente como una fuerza política importante, ahí podríamos recién compararlo con lo que es peronismo en Argentina. Acá es distinto porque de lo que estaríamos hablando es de una alianza entre los sectores de lo que ahora se llama la Revolución Ciudadana, el “ala correísta”, mas no una recomposición de lo que fue Alianza País, como sucedió en Argentina, lo que sería una locura.
Lo ideal sería una coalición entre el correísmo y el movimiento indígena, sería un fenómeno muy interesante. Lamentablemente, del lado del movimiento indígena hay una resistencia que lo haría imposible, toda vez que en la CONAIE siguen operando sectores anti correístas y con mucha influencia. Los otros partidos de izquierda son absolutamente marginales y con los cuales también es muy difícil pensar una alianza por sus diferencias de fondo. Para esas izquierdas la negociación de prebendas es lo fundamental y el correísmo es todo lo contrario.