En Ecuador, las costumbres navideñas son el resultado de la influencia de Europa, Norteamérica y rituales ancestrales; por lo que estas celebraciones constituyen un mestizaje cultural. La población mestiza, desde la Colonia, conserva la costumbre de armar pesebres, arreglar árboles navideños y cantar villancicos para recordar el nacimiento de Jesús, en un país mayoritariamente católico.
Entre tanto que los pueblos montubios, afro e indígenas tienen una forma particular de celebrar esta fiesta. En sus rituales hay una mezcla de la tradición judía-cristiana con componentes ancestrales. De hecho, para los pueblos originarios el 25 de diciembre no tenía ningún significado.
El lingüista, Alberto Conejo afirma que para nuestros ancestros lo importante es celebrar el 21 de diciembre, porque conlleva una carga de ritualidad, asociada con los ciclos agrícolas y la posición del Sol en el firmamento. Esta fecha corresponde astronómicamente al solsticio de invierno y lleva el nombre de Kapac Raymi.
Con el paso del tiempo por la acción de la interculturalidad y la cercanía temporal se fusionaron las dos celebraciones: Navidad y el Kapac Raymi o “Gran Fiesta de la Nueva Vida”.
La primera que recuerda el Nacimiento de Jesús y la segunda el solsticio de invierno o inicio de un nuevo ciclo agrícola. De ahí que estas fiestas evidencian una especie de ritualidad y religiosidad, a la vez. La aceptación de las ideas europeas por parte de nuestros ancestros no significó un trasplante del credo católico sino que implicó una mezcla de creencias, ritos y símbolos que caracteriza al sincretismo cultural, asevera Alberto Conejo.
LOS PESEBRES NAVIDEÑOS Y VILLANCICOS
Las casas, iglesias, instituciones públicas y privadas, parques, etc. sirven de escenarios para el arreglo de los pesebres. En éstos se colocan a los personajes que forman parte del nacimiento de Jesús, según las enseñanzas cristianas.
La Noche Buena, 24 de Diciembre, es una fiesta familiar en la que se congregan sus miembros para compartir la cena navideña que, generalmente, consiste en degustar pavo o lechón, acompañados con postres tradicionales como tamales, buñuelos y pristiños, elaborados con harina de maíz y miel de panela. Algunas familias acuden a las Misas del Gallo, que se ofrecen en las iglesias, a media noche. Ahí se adora al Niño Jesús con villancicos y oraciones. Este sería el segundo año que no se puede ingresar a los templos a cumplir con este ritual por las medidas de bio seguridad por la presencia del Covid-19.
De hecho, los invitados infaltables de estas fiestas son los villancicos o cantos navideños, los mismos que tuvieron su origen en las villas rurales europeas donde eran cantados y bailados en las fiestas populares, tanto religiosas como profanas.
La propagación del villancico en América se dio en la época colonial, alcanzando gran popularidad al enriquecerse con elementos melódicos y ritmos locales. Es por ello que en Ecuador cantamos villancicos con características de sanjuanitos, albazos, danzantes, pasillos, entre otros, señala Rubén Guarderas, coreógrafo ecuatoriano.
Mario Godoy Aguirre, compositor e investigador musical, afirma que “el villancico fue una composición coral con texto paralitúrgico. En el siglo XVI, por su carácter, sencillez y el uso de lenguas vernáculas en sus textos, los villancicos fueron un excelente vehículo de evangelización.
Uno de los villancicos más célebres de Ecuador, de la región andina, es Dulce Jesús Mío, la música es tradicional, el texto se lo atribuye al fraile Fernando de Jesús Larrea, autor de la Novena para el Aguinaldo, impresa en 1788.
En el libro Cantares del Pueblo Ecuatoriano, obra recopilada por Juan León Mera, publicada en 1892, constan, entre otros los versos de los villancicos tradicionales: Ya viene el Niñito; Desde el alto cielo; Vamos pastores vamos”.
EL PASE DEL NIÑO
El Pase del Niño es una tradición muy antigua en la que se brinda culto al nacimiento de Jesús, o al Niño Dios. Es una recreación de lo que sucedió hace 2019 años, según la fe cristiana.
Riobamba, capital de la provincia de Chimborazo, es la que con más fidelidad conserva esta tradición que no es otra cosa que procesiones con representaciones de la Sagrada Familia: la Virgen, San José y el Niño vestidos de indígenas, los acompañantes a la Sagrada Familia recrea a los ángeles, reyes magos y pastores. Los pastores representan a las diferentes culturas de nuestro país. Aquí se destacan los indígenas andinos, los montubios, los yumbos, los cañaris, etc. Todos animados de una banda de pueblo que toca villancicos populares. La procesión culmina en la iglesia donde se celebra la misa.
Rumbo a la iglesia, se puede observar elegantes arcos, compuestos de ramas de ciprés, o eucalipto decorados con romero, flores y papel. Además, hay improvisadas tarimas o mesas donde pequeños niños declaman loas. En el Centro de la ciudad, la costumbre de estos arcos y loas han desaparecido, nos cuenta el riobambeño, Mario Godoy.
Luego de la misa, los priostes, (personajes que auspician económicamente la fiesta) arman la fiesta, en la que los integrantes de la procesión se toman las plazas y danzan hasta el cansancio. Los “curiquingues”, los “diablitos” los Danzantes de Yaruquies”, el “Sacharuna”, son los personajes destacados de la farra, mientras se prenden castillos de fuegos artificiales, globos, petardos y la infaltable vaca loca, etc. No hay que olvidar el humeante sahumerio y palo santo que se queman en estos acontecimientos, nos recuerda el historiador Luis Vaca.
Asimismo, Mario Godoy, nos cuenta que el Pase del Niño de esta ciudad, fue declarado como Patrimonio Cultural Inmaterial del Cantón de Riobamba en 2017. La tarea, ahora, es lograr que el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural le confiera la misma declaratoria a nivel nacional. Para dar paso a esta aspiración ha recopilado música, personajes y literatura de la Navidad y la Epifanía de la provincia de Chimborazo.
Afirma, además, que las fiestas de Navidad y de los Santos Reyes, que se celebran en las provincias de Chimborazo, Cañar y Azuay, se lo hace con un género música muy propio, el Tono de Niño, un variante del albazo.
EL NIÑO VIAJERO
En Cuenca, ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad, la Navidad es una de las fiestas más espectaculares en Ecuador: El Pase del Niño Viajero fue declarado Patrimonio de la Nación en el 2009, según cuenta Santiago Ordóñez del Instituto de Patrimonio Cultural de Cuenca.
El nombre de la imagen se debe a que ésta en 1961 fue bendecida por el Papa Juan Pablo XXIII, luego fue llevada a Belén y depositada junto a la estrella de la Basílica de la Natividad, donde la tradición dice que nació Jesús.
Según un documento del Instituto de Patrimonio Cultural de Cuenca, el Pase del Niño Viajero por su poder de convocatoria se convierte en una celebración multitudinaria.
El 24 de diciembre desfilan por Cuenca carros alegóricos con escenas bíblicas, rodeados de comparsas infantiles, priostes, artesanos, pastores, gitanos, ángeles y variados personajes, teniendo como imagen central al Niño Viajero. Junto a ellos las bandas de pueblo entonan música religiosa o típica ecuatoriana.
Desfilan representantes de nuestro folclore indígena como los hausicamas, cuentayos, cholos, jíbaros, imbaburas, puruháes, chibuleos, afroecuatorianos; en fin un mosaico de etnias que pueblan nuestro Ecuador
Acuden a este evento más de 100.000 personas, originarias del austro ecuatoriano e inmigrantes de diferentes lugares del mundo que vienen, cada año, a participar en esta fiesta.
Navidad en Saraguro
Empezaré contándoles que Saraguro es una bella ciudad localizada en la zona austral de Ecuador, provincia de Loja, límite con el Perú, su nombre se debe a una etnia importante, conocida como los Saraguros.
Para esta comunidad la Navidad es la fiesta más importante del año. Una pareja de “Marcantaitas y Marcanmamas”, (esposo y esposa), escogidos por la comunidad, anualmente, son los que lideran la fiesta, son purificados días antes de la Navidad con agua de plantas aromáticas.
Dos músicos son los que acompañan a la procesión navideña: el violinista y el que toca el bombo, quienes hacen bailar a los niños disfrazados de “ajas o diablicos”, a los “huiquis o monos” vestidos con trajes de colores parecidos a los de un payaso, el “oso y el león” personajes con trajes elaborados con lana de borrego, el “ pailero” el domador de éstos, los “cari- sarahuis” representan a las tribus de nuestra amazonía, las “huarmis- sarahuis” niñas vestidas con blusas bordadas de hermosos colores, los “gigantes” que cargan estructuras de carrizo de formas humanas, los “ushcos” representan a los gallinazos, y las famosas cocineras. Todos ellos son la parte vital de esta fiesta, coincidiendo con la fiesta del maíz o Capac- Raimi.
El árbol de Navidad
La tradición nórdica europea, introducida hace un siglo a América, nos trae el típico árbol navideño que puede ser artificial o natural. Desde luego, en las épocas actuales se prefiere el artificial, toda vez que la sociedad ecuatoriana está asumiendo una conciencia ambiental notoria.
El árbol luce adornado de bombillos, luces artificiales, juguetes navideños, regalos, etc. El arreglo del árbol, también, congrega a la familia sobre todo a los niños, que aprovechan para escribir cartas a Papá Noel y hacer sus peticiones especiales. La Navidad, además, es una buena oportunidad que tenemos los ecuatorianos para intercambiar regalos.
LOS AÑOS VIEJOS
Las celebraciones del 31 de diciembre, en nuestro país, tienen que ver con la tradición de los “años viejos. Estos “años viejos” son muñecos rellenos de trapos o aserrín, en los que se introducen petardos, silbadores, diablillos; a éstos se los sientan en una vereda o en las puertas de las casas, mientras sus viudas, (hombres disfrazados de mujeres), piden una “limosnita” para el “viejito” a los transeúntes. A los años viejos se les pone caretas con los personajes más visibles del año que fenece: políticos, deportistas, personajes relacionados con los hechos sobresalientes, artistas, entre otros. A medianoche se procede a quemarlos como un símbolo de eliminar a los portadores de todos los males, y purificar lo que se avecina. Es costumbre saltar sobre estas llamas o fogatas. Mientras esto ocurre, se procede a leer el testamento que deja el “año viejo”, cuyos contenidos son textos sarcásticos de la cotidianidad de la sociedad y el país. El propósito es hacer reír, reflexionar o llorar a quienes escuchan.
A decir de los investigadores sociales del Instituto de Patrimonio de Cuenca, el testamento: “recoge lo que ha dejado el año que termina, buenos y malos momentos, sentimientos de frustración, de alegría, y también de optimismo y de esperanza. Es una síntesis de los acontecimientos, sentimientos y anhelos del grupo. Recoge todo un lenguaje cultural y simbólico que sólo adquiere significación dentro del colectivo” En la elaboración de los “años viejos” interviene toda la familia, los amigos del barrio o los miembros de una institución oficial o privada.
Luego de la quemazón de los años viejos, los participantes en esta algarabía proceden a festejar el advenimiento del Año Nuevo con abrazos, promesas y augurios de que esta nueva jornada traiga bendiciones y prosperidad. Además, este periodo es la oportunidad para que los ecuatorianos se disfracen de los personajes que quisieran emular: princesas, políticos, famosos de la farándula, deportistas, payasos, en fin, una infinidad de opciones.
FIESTA DE LOS REYES
En estos festejos se adora al niño Jesús, quienes, desde el oriente, se trasladaron a Belén guiados por una estrella.
Los personajes centrales de esta festividad son el Rey Mozo, Rey Viejo, Rey Nero y Rey Ángel, los que van cabalgando hermosos corceles; además les acompañan Herodes, los embajadores, los vasallos que simulan ser cuatro soldados romanos, la cocinera de Herodes, un policía, la patrona y el patrón de los vasallos.
Tras el tradicional Pase del Niño y la ceremonia religiosa en el templo, se da paso a la Adoración del Niño Jesús, ritual que consiste en brindar loas al Nazareno, hacerles venias, arrodillarse, besarle y depositar dinero en un charol que tiene el sacristán. En este ritual también participa el pueblo en general. No participa en la adoración quien hace de Herodes.
Finalmente, luego de conocer de manera sintética cómo los ecuatorianos festejamos las navidades y el advenimiento de un año nuevo, quiero señalar que en estas fiestas no todo es alegría, luces y felicidad. Hay, lamentablemente, personas que no pueden vivir a plenitud estas celebraciones por diversos motivos. Sin embargo, quiero decir que nadie puede sentirse sólo y abandonado si convierte a su corazón en la posada perfecta de Dios.
¡FELIZ NAVIDAD Y UN VENTUROSO AÑO 2022!
Lic. Eva Rocío Villacís