Ida L. Castro, monumento al empeño educativo, laboral, sindical y sociopolítico puertorriqueño

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“ Lograr que los jóvenes sueñen y hagan realidad sus sueños debe ser el legado de todo líder”, asegura, la abogada y líder comunitaria Ida L. Castro.

 

¨En la juventud está la esperanza¨, afirma la multifacética abogada. ¨Los jóvenes tienen que soñar y dedicarse a lograr sus sueños. Nuestro trabajo es servirle de ejemplo y colaborar con ellos para que los logren (los sueños) ¨.

 

Castro no es solo palabra, sino que es acción. En la actualidad, la abogada laboral y activista comunitaria es Vicepresidenta de Relaciones Comunitarias y Gubernamentales y Jefa de la Oficina de Diversidad Cultural de ¨The Commonwealth Medical College¨, una escuela de medicina alopática independiente en el estado de Pennsylvania con un modelo educativo basado en el servicio comunitario.

 

Adentrarse por los senderos de la vida de Ida L. Castro Adames, es redescubrir un pasado glorioso de luchas y conquistas; es construir un monumento a la tesón de los puertorriqueños en los Estados Unidos.

 

¨Ida L. Castro es una institución puertorriqueña¨, asegura Efraín Feliciano, activista y líder comunitario del sur de Nueva Jersey. ¨Ida es guerrera en trincheras que ha construido oportunidades para los latinos donde quiera que nos ha representado. Sus credenciales la hacen una de los líderes más influyentes de nuestra comunidad en los Estados Unidos¨.

 

La historia laboral de Castro es una de compromiso con los trabajadores, el movimiento sindicalista, los derechos de la mujer y la creación de oportunidades para las comunidades desventajadas.

 

Castro es hija de la diáspora, del regreso, de la migración y de la lucha incansable de los puertorriqueños por superarse y establecer pautas para otras comunidades latinas.
Nació en el Barrio, parte alta de la isla de Manhattan, Nueva York. Sus padres pertenecieron a esa generación de mediados y finales de los años 1920 que llegaron a la Gran Manzana en busca de oportunidades, la primera gran ola migratoria de boricuas al Continente, que años más tarde pasó a ser conocida como la diáspora.

 

¨Mis padres procedían de familias muy pobres. Mi padre, Ezequiel Castro Rivera era de Humacao y mi madre, Aurora Adames Santiago era de San Sebastián. Se conocieron en El Barrio¨, relata Ida. ¨Mi madre fue costurera. Bordaba ropa, sus modelos eran replicados para coser ropa en producción. Mi padre trabajó en todo. Fue barbero, recogió papas en Long Island, trabajó en mantenimiento, fue chef asistente en el Waldorf Astoria, trabajo que dejó porque se cansó de la discriminación y de ser llamado spik. Hizo de todo para sobrevivir la Depresión y seguir adelante, luego de la guerra¨.

 

 

Don Ezequiel abrió una bodega (colmado) en El Barrio con dinero que pudo ahorrar, luego la vendió y se mudó al Sur de El Bronx, donde abrió la primera bodega de auto servicio, ¨Antes las cosas se pedían en el mostrador, y te despachaban lo que pedias. La bodega estuvo en Willis Avenue¨.

 

 

Los padres de Ida siempre soñaron con regresar a Puerto Rico. El nacimiento de Ida y su hermano fueron la excusa para regresar, pues ¨querían criarnos en Puerto Rico¨. Lo vendieron todo y se mudaron a Hato Rey, un barrio de San Juan. ¨Mis padres fueron pioneros en la comunidad en Nueva York y en regresar a la Isla¨.

 

 

El orgullo y el profundo amor de la abogada por sus progenitores se perciben en su voz.

 

 

El regreso para Ida no fue fácil. ¨Me encontré que no pertenecía, no tenía un cupo claro. En Nueva York era una ¨spik¨ y en Puerto Rico era ¨la gringuita¨ porque no hablaba bien el español, aunque lo entendía todo¨.

 

 

Ida demostró su capacidad de aprendizaje desde muy niña. Aprendió a leer y a escribir con una prima. ¨Cuando llegamos a Puerto Rico tenía seis años. Iba para segundo grado. Sabía leer y escribir en cursivo. Siempre he tenido la letra menuda¨.

 

 

Al terminar la escuela secundaria, Castro ingresó a la Universidad de Puerto Rico donde obtuvo una licenciatura en psicología y sociología.
Trabajó por varios años con el programa de Head Start en Carolina. Desarrolló propuestas federales para trabajar con los infantes de las comunidades emergentes en los terrenos invadidos: Villa Justicia y Villa Esperanza. Luego trabajó con el programa laboral ¨Man Power¨.
En 1973 se muda a Nueva Jersey con miras a estudiar una maestría en relaciones laborales y desarrollo profesional.

 

¨Llegué a Jersey City con mi hija de tres años. Comencé a trabajar en el Programa Zeta¨.

 

En Jersey City, Castro conoce al líder comunitario y uno de los fundadores de PACO, Perfecto Oyola, quien la invita a ser parte del movimiento que estaba organizando a la comunidad puertorriqueña con miras a romper con el círculo vicioso de la pobreza.

 

¨Existía una coalición de líderes puertorriqueños de Nueva York y Nueva Jersey que estaban estableciendo organizaciones de base comunitaria para trabajar con la problemática socioeconómica y educativa. Originalmente todas las organizaciones se iban a llamar PRAC, Puerto Rican Action Council. El movimiento fue exitoso, pero los nombres fueron variando según las comunidades. En Vineland todavía existe CASA PRAC¨.

 

Castro se muda luego a New Brunswick a trabajar con Zeta y más tarde entra a trabajar como profesora al Instituto para las Relaciones Laborales y Administrativas (Intitute for Management and Labor Relations) en la Universidad de Rutgers.

 

¨En Rutgers fui la primera mujer y la primera latina en obtener permanencia en la universidad¨.
El Instituto puso en contacto a Ida con los trabajadores agrícolas puertorriqueños y con el movimiento sindicalista estatal y nacional.

 

¨Mi mayor logro durante mis años en el Instituto fue colaborar para que se aceptara el derecho de negociación colectiva de los trabajadores agrícolas en Nueva Jersey¨.
Castro estudió derecho por las noches en Rutgers Newark, mientras trabajaba en el Centro.
Trabajando en el Centro, se fundó el Comité de Mujeres Hispanas de Nueva Jersey, de la cual ella representaba el centro del estado, Patricia del Carlo el sur y ¨Rosa¨ de Paterson el norte.

 

Estuvo muy activa también en el Congreso Boricua, logrando que se modificara el método como eran electos los delegados para que hubiese mayor representación en la Junta.

 

¨El Congreso Boricua fue la organización modelo que logró reunir a todos los sectores del país. Entró en crisis con la salida de Alfonso Román cuando la Junta de Directores se dividió entre los que veían la institución como una de defensa y apoyo (advocacy) versus una de servicio¨.

 

Ese periodo histórico de la diáspora en Nueva Jersey fue uno de redefinición donde la diferencia en perspectivas y el elemento dogmático que habían sido relegados toman prominencia y dividen a los boricuas.

 

¨El Congreso logró unir a los puertorriqueños. Estaban todas las vertientes políticas representadas, pero el dogmatismo pudo más que la unidad y revientan las divisiones¨.
Castro entiende que el divisionismo partidista que impera en Puerto Rico entre las tres tendencias de autonomía (estadolibrimo), independencia y estadidad (anexión) es un enemigo que divide y detiene el progreso comunitario en Estados Unidos.

 

¨La experiencia política en la Isla es diferente a la de los estados. Los retos incluyen el hacerse reconocer como ciudadanos para resolver situaciones particulares. Si trabajamos al unísono logramos progreso sino, continuamos con la problemática y no logramos nada¨.

 

Castro deja el Congreso, también deja Rutgers y se consagra a la práctica laboral sindical. Luego inicia una época laboral en Nueva York en los bufetes de Eisner, Levy, Pollack y Ratner y en el Giblin and Giblin. Ida se convirtió en la abogada principal de la Corporación de Salud y Hospitales de la Ciudad de Nueva York, el sistema médico municipal más grande de los Estados Unidos. Este trabajo la lleva a representar a la Local 1199, sindicato que agrupa a los empleados de la salud.

 

¨Logramos la elección del genial Dennis Rivera como presidente de la Local 1199. Por primera vez teníamos un puertorriqueño en una posición de tal magnitud en el movimiento sindicalista¨.

 

Tomada de la mano de Rivera, Castro se sumerge en la política neoyorquina durante la elección de David Dinkins, dirigiendo su campaña, primera vez para una puertorriqueña.

 

Incansable y siempre comprometida con la educación, Castro se une al ¨Hostos Community College¨, colegio universitario de la Universidad de la Ciudad de Nueva York en El Bronx, como abogada de la presidencia y directora de relaciones laborales.

 

Ida estuvo activa en la campaña electoral de Bill Clinton a la presidencia. Su nombre fue uno de los primeros en surgir para un puesto en la administración. Entonces en la Oficina del Gobernador de Nueva Jersey y miembro de la campaña Clinton-Gore, Félix Cruz, coordinó el apoyo en el estado para lograr que Castro representará a los latinos en la nueva administración en Washington DC, primero como Subsecretaria Asistente del Departamento del Trabajo (1994-1996) y Directora Interina de la Oficina del Programa de Compensación Laboral entre 1996-1998). Entre 1998 y el 2001, Ida presidió la Comisión de la Comisión para la Oportunidad Laboral Igualitaria (Equal Employment Opportunity Commission).

 

Regresa a Nueva Jersey luego de la elección de Geroge W. Bush a la presidencia.

 

¨Regresé a Nueva Jersey en el 2001 a trabajar como Comisionada de Personal bajo la administración del gobernador James McGreevey.

 

¨Dos cosas importantes logramos bajo la administración del gobernador McGreevey, la primera que se creó un grupo de trabajo para recomendar política pública para los hispanos y que se hiciera requisito el que los profesionales de las salud tomaran cursos que los sensibilizaran con la cultura de sus pacientes¨.

 

Desde el punto de vista de Castro, sus dos logros principales fueron la creación del Comité de Mujeres Hispanas y el empoderamiento de los trabajadores agrícolas.
Conversar con Ida Castro es revivir momentos cruciales para la comunidad puertorriqueña en Nueva Jersey en los últimos cuarenta años. Hazañas y logros de grandes líderes que se entregaron totalmente a la lucha por la diáspora fueron recordadas. Nombres eternos en el firmamento histórico de la nación puertorriqueña fueron honrados: Dra. Hilda Hidalgo, Tony Vega, Perfecto Oyola, Miguel Algarín y su hermana, Patricia de Carlo, Agapito Díaz, Estela Bensimón, Lydia Muñoz, Lydia Rivera, Dra. Gloria Bonilla, John Fuentes, Juan Vargas, Sonia Lorenzana, Leopoldo Rivera, Felipe Chavana, Grizel Ubarry, Eddie Vélez, Alfonso Román, Orlando Castro, Juan Rosario, Lydia Trinidad, Eva y Ángel Domínguez, Mike Rivera, Mike Rodríguez, Félix Cruz, Raquel Melero, Efraín Feliciano…

 

 

¨Los puertorriqueños estamos una vez más en un punto de desarrollo de liderazgo que impacte la política pública significativamente. La llegada de una nueva oleada de puertorriqueños de la Isla, nos obliga a decidir si quedarnos rezagados política y económicamente o integrarnos a la política partidista nacional, dejando atrás las diferencias que nos dividen en Puerto Rico¨.
¨Tenemos gran capacidad de liderazgo. Cada generación tiene sus talentos y destrezas. No podemos quedarnos con los mismos temas. La pasión que nos domina en la Isla tiene que transformarse en compromiso comunitario. El presente tiene relevancia inmediata; en este país la perspectiva de la vida es diferente¨.

 

 

¨La unión dilucida nuestra capacidad para realizar nuestros sueños. Si no nos unimos, otros se nos adelantarán e impedirán que resolvamos nuestros problemas en común más efectivamente¨.

 

¨Unidos, forjamos mejores condiciones para todos¨.

 

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