“¡Río de Janeiro me hace sentir feliz!” una señora le comentaba a su compañero durante una excursión por la Ciudad Maravillosa (como los Cariocas, los residentes de Río de Janeiro, se refieren a su querida metrópolis).
Y no es para menos: las maravillas de Río incluyen las bellas playas de Copacabana e Ipanema; las montañas de Corcovado y Pan de Azúcar, y su espectacular puerto con aguas azules bordeadas de colinas verdes que parecen estar bailando una samba por la Bahía de Guanabara. Era un día divino, y Río de Janeiro, estaba resplandeciente en el sol de la mañana. ¿Quién no se sentiría feliz con tanta belleza para contemplar?
Mi esposo y yo acababamos de llegar a la ciudad, en una de las primeras escalas de un crucero de 128 días alrededor del mundo abordo del barco Amsterdam de la línea Holland America Line. Muchos de los pasajeros tomaron la excursión del barco a puntos de interés sobresalientes de la ciudad, incluyendo el sitio más querido y famoso de Río de Janeiro: la Estatua del Cristo Redentor en el tope de Corcovado. Nosotros ya la habíamos visitado durante una visita en el 2012 y otra en el 2015, y es, sin dudas, el tipo de monumental punto de referencia que llama al viajero.
Una excursión popular viaja a la estatua por medio de un tranvía de rueda dentada de 115 años. Por el camino se disfrutan vistas del Bosque Nacional Tijuca y después de la jornada por tranvía hay 200 escalones que subir para llegar a la estatua –pero también hay elevadores que llevan a la cima.
El Cristo Redentor es una de las Siete Nuevas Maravillas del Mundo (junto con Machu Picchu en el Perú, la Gran Muralla de la China, Chichen Itzá en la Península de Yucatán en Méjico, el Coliseo Romano, el Taj Mahal de la India, y la “Ciudad Rosada” de Petra en Jordania). En estilo Art Deco, la estatua muestra a Jesucristo con los brazos abiertos, como para abrazar y proteger a la ciudad a sus pies. Los brazos de la estatua se extienden por 92 pies, y la estatua mide 98 pies de altura sin contar su pedestal de 26 pies. En el interior del pedestal se encuentra una capilla de Nuestra Señora de Aparecida, la patrona del Brasil.
Creada por el escultor francés Landowski, la estatua fue construída por el ingeniero brasileño Heitor da Silva Costa con el ingeniero francés Albert Caquot. Un escultor rumano, Gheorghe Leonida, esculpió la cara de la estatua. Construída de concreto reforzado y esteatita, la estatua pesa 635 toneladas métricas y se construyó entre el 1922 y el 1931.
Es un símbolo del cristianismo, pero sea uno religioso o no, las vistas de 360 grados desde su plataforma, de una altura de 2,310 pies, en un día claro son simplemente divinas: panoramas del Pán de Azúcar, las playas, la increíble ciudad parecen como bellas postales. Es una vista que llena de felicidad a cualquiera.
Otros imperdibles de Río que hemos disfrutado en viajes pasados incluyen el Sambrodomo, diseñado por Oscar Niemeyer y sede del Carnaval, la Catedral de San Sebastián, una estructura modernista inspirada en las pirámides mayas y con impresionantes vitrales que se encuentra en el centro de la ciudad en la Avenida Republica do Chile 245, y una variedad de museos incluyendo el Museo del Mañana, un museo de ciencia diseñado por Santiago Calatrava, en el área del puerto.
Como nuestro barco se quedaba dos días en Rio de Janeiro, y nos encantan las playas, reservamos una habitación en el Rio de Janeiro Hilton Copacabana Beach y nos dirigimos allí por taxi (el hotel está a eso de media hora de la terminal de cruceros). El hotel está al cruzar la calle de la playa Copacabana – que junt junto a la de Ipanema forman quizás el duo de playas más famoso del planeta. Cuenta con vistas de las montañas y colinas. Nos pasamos parte del día en las blancas arenas de la playa, compartiéndola con otros viajeros al igual que con gente local. Y nos paseamos por sus aceras con mosaicos en blanco y negro en forma de olas y otros diseños al estilo portugués.
En Ipanema, a unos 10 minutos a pié de Copacabana, por cierto, hay abundancia de gente apuesta, como la chica de la conocida canción.
Degustamos delicias locales incluyendo caipirinhas (el cóctel nacional del Brasil delicioso preparado con cachaza, lima y azúcar) y feijoada (una sopa con frijoles, carne de res y de puerco) en los bares y restaurantes de la playa.
A nuestro regreso al barco, encontramos actividades y entretenimiento brasileño organizado por cuatro “embajadores del Brasil” abordo incluyendo clases de samba, lecciones para aprender a tocar el tambor en ritmos del Brasil, sesiones de Capoeira (el arte del Brasil que combina coordinación, ritmo, fuerza y defensa personal), música incluyendo canciones como “Brasil,” “Copacabana” y “La chica de Ipanema” en los salones públicos. Una cena y fiesta fue designada “Noche de Samba del Brasil” especialidades culinarias incluyendo churrasco con chimichurri y otras delicias en el comedor, boas de plumas de regalo para las damas y samba en uno de los salones públicos.
Brazilian Samba Show
Estabamos tristes de tenernos que ir de Río de Janeiro, pero contentos de poder seguir disfrutando de la cultura de la Ciudad Maravillosa un poco más en el barco.
Algunos superlativos: Mas espectacular: La entrada a Río de Janeiro por barco con la bahía azul, colinas verdes y la ciudad es divina. Mas bello: Ver la puesta de sol y el amanecer desde la terraza con bar y piscina en el piso 39 del Hilton.
Mas delicioso: la feijoada y otras especialidades del Brasil. Mas divertido: Probar la comida callejera de Rio como las galletitas Globo, que vendedores ambulantes ofrecen en la playa, y refrescar con dulce, fría agua de coco.
Después de Río, en el horizonte tenemos otra maravilla en ciudades: Buenos Aires!
Informes: Para mayor información sobre Río de Janeiro, visite www.visitbrasil.com. Para informes sobre la línea de cruceros, visite www.hollandamerica.com.