Recientemente, hemos visto como un maestro de una de las escuelas vocacionales de Puerto Rico fue grabado por un estudiante mientras les gritaba malas palabras a su grupo de estudiantes de cuarto año. Lo que no pudimos ver en la grabación no autorizada fue la causa de tal comportamiento de parte del maestro de escuela pública. Sabemos que el maestro es un veterano con mucha experiencia en el salón de clases y que es una persona buena y callada. ¿Pero qué pasó? ¿Por qué explotó de tal manera que nadie podía creer como insultaba a todos y los regañaba? ¿Por qué estaba frustrado con el comportamiento de sus estudiantes?
Entendemos que los estudiantes no lo respetaban, le hablaban malo, se le salían del salón y los padres eran aun peor que los estudiantes. Muchos maestros son amenazados e insultados por los padres si les dan una mala nota a sus hijos. No es fácil dar clases en la escuela pública de hoy donde tenemos una población estudiantil que no necesariamente le ve la importancia del sistema escolar.
Tampoco es fácil aguantar todas las ineficiencias de un sistema y ser pagado un sueldo de hambre por ser maestro de escuela pública.
El maestro de la escuela pública cada día se le pone más camisas de fuerza y se le obliga a dar exámenes estandarizados con la amenaza de ser removidos de sus puestos si no hay progreso estudiantil. O sea, los exámenes no son para medir el aprovechamiento escolar sino para castigar al maestro. En el país de Finlandia, no hay exámenes estandarizados. Solo hay pruebas diagnósticas al comienzo de clases para ayudar al maestro con la selección de materiales para cada estudiante. ¿Por qué no usamos ese modelo para Puerto Rico?
Podemos decir que el sistema actual y el Departamento de Educación junto a la Universidad de Puerto Rico que usa el departamento de pedagogía como un refugio le esta fallando a los estudiantes de Puerto Rico y no les ayuda a competir en un mundo global. Es un sistema educativo cargado de días libres, material arcaico, impuesto a la cañona, que esta fuera de toda realidad y sin relevancia para sus estudiantes.
Este maestro no está solo. Hay miles como èl en las escuelas de Puerto Rico que se encuentran al borde de explotar, con ataques de pánico, temblores y de mal humor cada día que llegan a su trabajo y se encuentran con la población estudiantil existente sin motivación y molestos porque no le encuentran relevancia al sistema escolar existente. Los maestros también se encuentran a veces con una administración inepta que no les ayuda y tal vez no les da el respaldo necesario cuando un estudiante no respeta al maestro.
Usualmente el que sufre las consecuencias es el maestro que tiene una sobre carga de estudiantes y el cual dependiendo de su creencia de partido político es tratado por el director escolar. El síndrome del maestro quemado es multifactorial. Podemos identificar muchos síntomas del mismo.
Los maestros al darse cuenta de que no pueden cambiar el sistema actual de su escuela y que no puede hacer todo los que le piden como trabajo se frustra de tal manera que le sube el pulso, la presión y muchas veces hasta lloran en el salón de clases.
También los maestros son bombardeados con las nuevas iniciativas que vienen del Departamento de Educación de Puerto Rico lo cual son imposibles de establecer de forma efectiva debido a la población estudiantil que tienen actualmente. A eso le podemos sumar la falta de materiales, libros y tecnología.
Todo este estrés día tras día es causante de dolores de cabeza y hasta catarros frecuentes porque les bajan las defensas físicas el estar en un ambiente hostil de enfrentamiento y frustración. Muchos maestros faltan para liberar el estrés. Otros se ponen indiferentes y solo van como robots para colectar sus cheques los días 15 y 30 de cada mes.
Da mucha pena ver como los maestros pierden la vocación luego de sentirse motivados cuando comienzan a trabajar por primera vez en una escuela. Luego, se encuentran con la realidad cultural y social que es incompatible con lo que le dijeron en la universidad cuando era estudiante de pedagogía.
Hace falta un cambio donde debemos tener dos maestros por salón, con educación individualizada para cada estudiante, donde el maestro tenga un sueldo justo por el trabajo que se hace en la escuela, que se enfoque en el aprendizaje estudiantil y no en la enseñanza de un material impuesto por terceros que nunca han dado clase.
Solo de esta manera evitamos que se nos quemen los maestros que tenemos y que se nos vayan a los Estados Unidos de Norte América donde actualmente ganan mucho más y son apreciados por los padres, sus colegas y estudiantes.
Esperamos que alguien nos escuche y haga el cambio necesario de forma inmediata para que Puerto Rico pueda mejorar su sistema educativo de forma efectiva.