El jueves, 12 del presente mes, la Asamblea Nacional del Ecuador, en Quito realizó una Sesión Solemne en homenaje al Bicentenario de la Batalla de Pichincha, con la presencia de altas autoridades del Estado, así como de autoridades civiles, militares y policiales, entre otros asistentes destacados y público en general.
En este importante acto, el Dr. Franklin Barriga López, Director de la Academia Nacional de Historia, especialmente invitado para el efecto, sustentó una conferencia magistral, que mereció los mejores elogios, sobre los procesos históricos previos y posteriores a la Batalla de Pichincha, así como relató lo sucedido el 24 de Mayo de 1822, suceso que marcó el cambio de época en la vida de nuestro país: del régimen colonial se pasó al republicano. En su conferencia resaltó los valores de la libertad y la democracia.
Luego de su versada exposición en materia histórica, finalizó con estas reflexiones inspiradas en Simón Bolívar, en torno al funcionamiento de la Función Legislativa y su relación con lo que viene aconteciendo en la actualidad:
“Los parlamentos constituyen los cimientos y los pilares de la democracia, elegidos por la voluntad del pueblo, por ello expreso mi satisfacción de hallarme en este representativo lugar y en fecha memorable para quien tiene el honor de dirigirles la palabra en e a los pocos días en que celebraremos, lo que nos ha congregado en esta grata ocasión, el Bicentenario de la Batalla de Pichincha, la victoria que coronó la lucha por nuevos horizontes y de donde nació el republicanismo para nuestro país.
En esta atmósfera de remembranza para los héroes que nos dieron libertad y que debe perdurar en todo momento, la figura de Simón Bolívar y la colosal fuente de lecciones que conlleva su ideario, siguen latentes, en gran parte, por sus lecciones, pese a los siglos transcurridos.
Data de febrero de 1819 el Congreso de Angostura, en que el Libertador pronunció su discurso célebre, lleno de fulgores para hacer buen gobierno, lo que complementó con sus exhortaciones efectuadas en el Congreso de la Villa del Rosario de Cúcuta (1821). A raíz de Pichincha, lo que constituye el actual Ecuador formó parte efectiva de la Gran Colombia, hasta su disolución, en 1830, año en que se esfumó el sueño de Simón Bolívar y se expidió la primera Constitución que oficializa en un solo cuerpo independiente la categoría de Estado del Ecuador, con los departamentos del Azuay, Guayas y Quito; dejó de ser confederado a la República de Colombia, en 1835, por lo resuelto en la Convención Nacional efectuada en Ambato. He aquí las sólidas raíces del parlamentarismo nuestro que, en 1812, tiene sus fuentes más lejanas, cuando surgió, en pleno régimen colonial, lo que se ha dado en llamar la Constitución de 1812 y que tuvo por nombre Pacto Solemne de Sociedad y Unión entre las provincias que forman el Estado de Quito. Antes, dejaron huella histórica en las Cortes de Cádiz, José Mejía Lequerica y José Joaquín de Olmedo, famosos ambos por sus discursos de calidad parlamentaria”.
Volviendo a Simón Bolívar, Barriga López recordó a los legisladores lo siguiente que es digno de ser meditado en cuanto a las enseñanzas del Libertador y su aplicación en la hora contemporánea: “Uncido el Pueblo Americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía, y del vicio, no hemos podido adquirir ni saber, ni poder, ni virtud. Discípulos de tan perniciosos maestros, las lecciones que hemos recibido, y los ejemplos que hemos estudiado, son los más destructores. Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza, y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición. La esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga abusan de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la Justicia”.
Más adelante, igualmente hizo remembranza a estas frases de Bolívar: “La felicidad consiste en la práctica de la virtud; que el imperio de las Leyes es más poderoso que el de los tiranos, porque son más inflexibles, y todo debe someterse a su benéfico rigor; que las buenas costumbres, y no la fuerza, son las columnas de las leyes; que el ejercicio de la Justicia es el ejercicio de la Libertad. Así, Legisladores, vuestra empresa es tanto más ímproba, cuanto que tenéis que constituir a hombres pervertidos por las ilusiones del error y por incentivos nocivos. La Libertad, dice Rousseau, es un alimento suculento, pero de difícil digestión. Meditad bien vuestra elección Legisladores. No olvidéis que vais a echar los fundamentos a un Pueblo naciente que podrá elevarse a la grandeza que la naturaleza le ha señalado, si vosotros proporcionáis su base al eminente rango que le espera”.
Al valorar la importancia del trabajo de los legisladores, el mismo Padre de Seis Estados trazó la ruta para el éxito: “El sistema de Gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social, y mayor suma de estabilidad política (…) Que las lecciones de la Historia nos instruyan en la difícil ciencia de crear y conservar las naciones con leyes propias, justas y legítimas, y sobre todo útiles. No olvidando jamás que la excelencia de un gobierno no consiste en su teórica, en su forma, ni en su mecanismo, sino en ser apropiado a la naturaleza y al carácter de la nación”.
Al terminar esta exposición que he tenido el placer de hacerla en este recinto cimero de la ecuatorianidad, eje de la democracia, anhelo que aquí nunca falten objetivos nobles y realizaciones edificantes para consolidar el bien común, que es el de la Patria.
Damas y caballeros: muchas gracias por vuestra atención y por haberme invitado a ocupar esta alta tribuna”, finalizó manifestando Barriga López.