En efecto, cada 21 de marzo la zona andina ecuatoriana se viste de gala para recibir al Año Nuevo solar o agrícola, con un ritual que celebra la época del florecimiento y el renacer a través del sol. El Parque Arqueológico Cochasquí, al norte de la provincia de Pichincha fue el escenario de esta importante fiesta ancestral.
Esta celebración congrega a indígenas de diversas localidades de la ruralidad andina, cuyo principal objetivo es mantener viva esta tradición que, además, coincide con el inicio de la primavera en el hemisferio norte del mundo. Es tiempo de cosechas, de compartir granos y frutas sembrados tres meses atrás, especial atención se le da al maíz, grano sagrado de los pueblos americanos.
Arribaron a Cochasquí, además, turistas nacionales y extranjeros, lugar donde disfrutaron de música y danzas tradicionales que interpretaron músicos de diversas comunidades, de una exposición de artesanías, de curas energéticas, y desde luego, de la famosa pambamesa, en la que todos llevan su cucayo (comida que se lleva para un viaje) y comparten con todos los asistentes.
En la pambamesa pudimos degustar los platos tradicionales del lugar como choclos con queso, habas y mellocos, colada de quinoa, chochos con maíz tostado, papas con cáscara y ají, hornado (carne de cerdo hornada), dulce de zambo, tortillas de maíz en tiesto y bebidas como el chahuarmishque (extraido de los pencos), chicha de jora, etc.
Los abuelos o taitas cuentan que, nuestros ancestros, antes de la llegada de los españoles apagaban todos los fogones, durante tres días previos a la celebración, a fin de entrar en un proceso de “purificación” física y espiritual, de reflexión, del despertar de las conciencias y agradecimiento de las buenas cosechas.
Los historiadores cuentan que nuestros antepasados colocaban un cuenco metálico con trozos de madera, que por obra de los rayos del sol se prendían. Al estar encendido este fuego, el más anciano del lugar repartía este fuego a los jóvenes y vecinos/as. A este gesto se le dio una significación especial como es, el salir de la oscuridad y la apertura de nuevos caminos para un renacer.
Lo particular de la fiesta, también conocida como Equinoccio de Primavera es que esta se produce cuando existe la mayor cercanía del sol a la tierra, es por eso que a las 12h00 en pleno cenit, los rayos del sol caen tan perpendicularmente a Ecuador (latitud 0), que no hay un asomo de sombras sobre las personas, animales, vegetales y objetos.
Para llegar a Cochasquí recorrimos, desde Quito, aproximadamente 52km, por la Panamericana Norte. En el trayecto pude, nuevamente, deleitarme de lo que ofrece la naturaleza, como la caricia de un viento frío y seco, lo respire ávidamente y sentí la sensación de que se fue llevando todos mis miedos y dudas.
Pienso en que todas las celebraciones ancestrales han logrado sobrevivir un proceso de aculturización de 500 años. Con la conquista española y la imposición de la religión católica, se pretendió eliminar las fiestas tradicionales de los indígenas. Felizmente, esta pretensión no prosperó y sigue manteniéndose. Una de estas el Mushuk Nina.
Hay que anotar que esta fiesta también es vivida en Perú, Bolivia y Chile.
COCHASQUÍ TIERRA SAGRADA
La aludida ceremonia se celebra en sitios sagrados de los pueblos andinos, en este caso por la cercanía a Quito visité Cochasquí (lago del medio), que a decir de los historiadores fue un asentamiento de los Quitu- Cara, antes de la llegada de los incas, que llegaron desde Bolivia y Perú.
Se cree que la cultura Quitu- Cara fue una organización desarrollada en las áreas social, tecnológica y científica que habitó desde la Costa hasta la Amazonía y la región sur de Colombia.
En este Parque Arqueológico se puede observar 15 pirámides, 21 montículos funerarios y cuatro museos: un museo arqueológico de sitio, dos etnográficos, un jardín etno-botánico y un didáctico que expone instrumentos musicales, armas y elementos de juego.
Cochasquí, lugar sagrado guarda testimonios de vida desde hace 1500 años, que fueron elaborados con cangagua, barro, piedra y maderas obtenidas del lugar. Es decir, obras que evidencian la relación ser humano- naturaleza sin romper esa armonía.
De igual manera, la historia cuenta que en esta zona vivió una famosa guerrera de ascendencia Cayambi, la Princesa Quilago, quien lideró la lucha para impedir el avance de los incas, durante dos años.
Cayó prisionera de ellos tras largas batallas y conocedora de la atracción que el Inca Huaina Capac sentía por ella, lo tendió una trampa. Sin embargo el Inca fue informado del plan y él la lanzó a un pozo. Algunos cronistas afirman que Quilago fue madre de Atahualpa,
El arqueólogo alemán Max Uhle concluyó que las pirámides podían haber sido sitios ceremoniales-rituales, toda vez que aquí se encontraron 556 cráneos. Valentín Yurevicht, astrónomo ruso, en 1986, hizo estudios de arqueo-astronomía y afirmó que Cochasquí era un sitio ideal para observar astros y constelaciones que influyen en la Tierra, lo señala un texto elaborado por el Ministerio de Turismo.
Cochasquí pertenece al Cantón Pedro Moncayo, parroquia Tocachi. Está sobre una superficie de 84 hectáreas, ubicado a 3.100 metros sobre el nivel del mar.
De hecho, es un sitio muy bien preservado por la Prefectura de Pichincha, cuya titular es Paola Pabón. Se lo puede visitar cualquier día del año, desde las 8h00 hasta las 16h30, cuenta con guías bilingües.