CELEBRANDO EL AMOR: CINCUENTA AÑOS DE FELIZ MATRIMONIO

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Don Rafael Sierra y Doña Carmen Marrero, dos eternos enamorados que inspiran paz y cariño a su alrededor

Tres hijos, 11 nietos y una familia completamente pastoral

En la semana del amor nada puede ser más refrescante que encontrarse con un matrimonio ejemplar de 50 años de casados y 77 años de edad cada uno; Don Rafael Sierra Díaz y doña Carmen Luisa Marrero Agosto conocidos en su comunidad como Grampa & Granma; una pareja muy amorosa, simpática y admirada por todos los que le conocen. Cuentan con tres hijos, 11 nietos y una familia completamente pastoral.

Este es un matrimonio muy carismático que se complementa a tal grado que es imposible tener una conversación con ellos sin desternillarse de la risa porque Grampa siempre hace chistes y bromas haciendo felices a todos a su alrededor y Granma se convierte en su cómplice con su tierna y hermosa sonrisa. Son dos eternos enamorados que inspiran mucha paz y cariño a todos los que le conocemos.

En una simpática conversación ambos hablaron sobre el amor y como han sabido mantener su feliz matrimonio al paso de los años.

– ¿Qué es el amor?

-Ella: Una expresión de afecto. Tú expresas diferentes sentimientos.
-El: El amor todo lo puede, todo lo sufre, todo lo da. Sin amor es imposible vivir. Eso es la gasolina del matrimonio. El amor hace falta y sin amor uno no puede existir.

-¿Cómo se conocieron?

-Ella: Fue en Estados Unidos. Yo estaba sentada en la escalera de donde vivía y él llegaba de la playa con la novia. Tenía otra novia, diría yo que Dios lo tenía todo planificado porque era muy estricta.

-El: Yo venía de la playa con mi novia, la dejé un bloque antes y la que es mi esposa ahora estaba sentada en una escalera, tenía unos pantaloncitos cortos; ¿entiendes? Entonces yo le tiré una guiñada y un besito. Entonces le dije al cuñado mío: ’’Esa mulatita la voy a levantar yo”. Después nos citamos  y seguimos conociéndonos, también a su mamá a quien quise mucho; Mita (mi suegra) murió en mi casa. Planificamos. Carmen Luisa trabajaba en el Tuppen Plaza, eso es en la ciudad de Manhattan, Nueva York, por allí cerca queda el Madison Square Garden, yo tenía Taxi amarillo con el número de medallón 4D70. Cuando nos casamos ella montó un salón de belleza.

– ¿De qué manera usted supo que ella (el) era la persona perfecta para su vida?

-Ella – A medida que nos fuimos conociendo entendí que sí, que a pesar de que no nos conocimos bien a profundidad, el corazón te lo deja saber de alguna forma.

-El – Cuando tú empiezas a ver a una persona todos los días y no está con uno, se comienza a extrañar, como que te hace falta, ahí es que se ve el amor. Cuando comienzas a salir fuera y extrañas a esa persona y, a veces a uno no le gusta salir solo, no es lo mismo.

– ¿En todos esos años de casados qué han aprendido el uno del otro?

-Ella – He aprendido a amarlo, a respetarlo. Tenemos nuestras diferencias como todos los matrimonios pero hay que entrar en una madurez porque hay encuentros: unos menos y otros más, pero cuando tienes madurez es como cuando conoces a Cristo. Yo llevo 40 años también sirviéndole al Señor y si tu miras a tu alrededor, verás que no puedes, pero la madurez te hace permanecer ahí, firme. La madurez es bien importante para todo.

-El – Yo creo que para uno mantener un matrimonio sólido hay que dialogar y decir cuando algo no nos gusta. Hay cositas que son boberías que en todo matrimonio la hay e intentar que no nos dañen el rumbo que llevamos porque como dice Dios: cuando uno se casa y promete: eso es para toda la vida, en salud y en la enfermedad.

– ¿Qué ha sido lo más difícil a lo que han tenido que enfrentarse durante el transcurso de su matrimonio?

-Ella – Lidiar con los diferentes caracteres de cada uno y gracias a Dios he podido salir hacia adelante y conservar el matrimonio.

-El – Entiendo que tan difícil no había nada pero a principio que nos casamos vivíamos en el 439 Pine Street en Brooklyn, New York. Esa era una casa que era de la mamá y nosotros teníamos el primer piso pero; ¿qué pasaba? Yo venía del trabajo y mi esposa estaba arriba con la suegra. Desde luego, ella tenía a su mamá ahí y le dije que nos íbamos a mudar a un sitio bien bonito en Lindden Plaza, aquello era de maravilla, tenía un balcón de esquina a esquina, cinco cuartos, el subway abajo, piscina y el shopping para nosotros y nos mudamos ahí hasta que vinimos a Puerto Rico, tuvo a Rosita y luego nos trasladamos acá, (a P. R.). Fue en Puerto Rico que ella conoció al Señor a través de su hermana, con el tiempo yo también conocí al Señor. Tuvimos tres hijos: el primero fue Oliver en julio del 1970, Raymond en agosto de 1971 y Rosita en septiembre de 1972. Viendo la continuidad pensó que el próximo año tendríamos otro hijo y prefirió operarse.  A ella le pesó operarse porque todavía estuviéramos teniendo bebés si no se hubiera operado… (Risas).

– ¿Es cierto que la pasión se acaba y el amor se transforma?

– Ella: Sí, la pasión se acaba y el amor se transforma. Yo lo miro desde ese punto.

-El: No, no… el amor sigue siempre y la pasión también van de la mano. Siempre tiene que haber pasión.

– ¿El amor: es para toda la vida?

-Ella: Se supone que sí. Pero una vez dijo mi pastor
(y yerno) Abner: la intimidad no tiene que ver nada con el amor, la pasión es un deseo carnal.

-El: Para toda la vida. Y eso de que es un deseo carnal; eso no es así. Porque el deseo íntimo, no importa la edad que se tenga, uno los debe de tener y la persona se complace y se sabe que está vivo.

– ¿Cuál es la fórmula para ser feliz en un matrimonio?

-Ella: Hay felicidad pero a veces la felicidad no es completa, hay momentos… son pocos pero el amor y la madurez nos lleva firmes hacia adelante y hasta que la muerte nos separe.

-El: A veces tenemos que ceder para ser feliz, doblar el brazo. No siempre soy yo y yo, hay veces que para que el cónyuge sea feliz, uno cede.

– ¿Qué consejo le daría a los jóvenes que hoy están enamorados y se quieren casar?

-Ella: Primeramente tienen que estar seguros de que hay amor, que tienen la capacidad de que cuando llegue el momento difícil estar juntos y lidiar cuando llega el problema. Todo tiene solución y nada es imposible. Dependemos de nuestra capacidad y si no están capaces para un matrimonio, no se deben casar porque van a fracasar.

-El: Yo le aconsejo a los jóvenes, tanto al varón como a la hembra que el muchacho ó la muchacha que le agrada, ver cuáles son sus metas. Dialogar: ¿Qué tú tienes planificado en tu vida? ¿Qué tú piensas hacer? Por ejemplo, yo conozco muchachos a los que les pregunto; ¿qué tú piensas hacer? ¿Qué van a estudiar? Y me contestan:-’’A mí me gustan los caballos…’’ Como si un caballo les fuera a dar alimentos, les fuera a dar de todo… Y sobre todo que tengan temor de Dios, que ame más a Dios que a la persona porque después que tenga temor de Dios lo tienen todo, es lo más importante.

 

 

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