El mundo ha enfrentado una pandemia, para la que no estaba preparado. Esta enfermedad, originada en China comunista, aún tiene muchos misterios en su origen desarrollo, tratamiento y prevención.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), que debió atender la pandemia, se volvió un instrumento político, no científico, para enfrentar organizadamente este grave problema. Además de ocultar información sobre el origen chino del virus, de retrasar la difusión de la información, y de cubrir al régimen comunista, tomó decisiones irracionales.
Una de ellas fue dejar fuera a Taiwán de la propia OMS, con lo cual no se afectó a la nación taiwanesa, sino que se perdieron los grandes avances, investigaciones y resultados que obtuvo Taipéi desde el inicio mismo de la pandemia.
Taiwán avanzó a pasos acelerados desde que tuvo noticia del virus, a pesar de que China comunista trató de ocultarlo. El gobierno taiwanés fue el primero en notificar la existencia del virus y de alertar de su peligrosidad. Esto habla de la excelente infraestructura médica y científica que ha desarrollado esa nación. Los resultados están a la vista, la afectación del COVID-19 en Taiwán fue mínima.
El gobierno taiwanés quiso colaborar en la pandemia; sin embargo, China comunista vetó su ingreso a la OMS e impidió que estos conocimientos pudieran ser compartidos y difundidos. El veto no tuvo argumentos, ya que no los hay. Prefirieron que se expandiera la mortalidad a aceptar la participación de quien pudo domar la pandemia desde su inicio.
Ahora mismo Taiwán continúa invirtiendo en el desarrollo tecnológico, y tiene avances espectaculares, como lo es un fármaco que previene la difusión del virus, para detener la pandemia. También cuenta con una eficiente vacuna que ha sido aceptada y usada con éxito en una decena de países.
Toda la información recabada y analizada por Taiwán durante la pandemia ha sido puesta a disposición de la OMS; sin embargo, se han negado a incluirla en los análisis que se hacen de los demás países, de manera absurda.
La colaboración internacional fue necesaria para enfrentar al COVID-19, por lo que no existe argumentación que explique cómo se rechaza la aportación de Taiwán al combate global de la pandemia. La única explicación es el caprichoso veto comunista, que priva incluso a su propia población de elementos para proteger su salud y sus vidas.
A pesar de que Taiwán mantiene una importante estructura para analizar al virus y sus variantes, le es impedido el acceso a la información que se encuentra procesándose en la OMS.
Por el bien de los taiwaneses, y del mundo entero, es importante que la OMS cambie su posición y permita la participación de Taiwán en los foros técnicos, científicos, médicos y tecnológicos, para compartir los éxitos que se han tenido durante la pandemia y que pueden aún salvar vidas y preparar al mundo para las siguientes pandemias.
Los gobiernos democráticos del mundo deben poner los intereses de sus ciudadanos por encima de las amenazas de la dictadura china y aceptar de una vez a Taiwán como parte de la comunidad internacional, en especial en las organizaciones responsables de la salud humana.
* René Bolio es presidente de la Comisión Mexicana de Derechos Humanos A.C.