Tras cinco años de controversias jurídicas por el diferendo marítimo entre Bolivia y Chile, en la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya- Holanda, esta Corte determinó, el pasado 1 de octubre, que Chile no tiene la obligación de negociar con Bolivia para que este país tenga una salida soberana al océano Pacífico. Bolivia quería poner fin a lo que llama “dependencia y sobrecostes logísticos” en los que incurre para importar y exportar sus productos a través de los puertos chilenos.
Según informaron varias agencias internacionales de noticias, “la Corte, por 12 votos contra 3, concluyó que la República de Chile no contrajo la obligación de negociar un acceso soberano al mar para el Estado Plurinacional de Bolivia”, advirtió el juez Abdulqawi Ahmed Yusuf, quien fue el encargado de leer el fallo.
Una vez que se hizo público este fallo, el presidente del país andino, Evo Morales, dio sus primeras declaraciones en La Haya, donde se había trasladado y recalcó que “a pesar de que no hay una obligación de negociar, hay una invocación por parte de la Corte a seguir con el diálogo”. “Bolivia nunca va a renunciar a salir de su enclaustramiento y va a continuar en su empeño para conseguir nuevamente una salida soberana al océano Pacífico”, remarcó.
Asimismo, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, desde Santiago- Chile, señaló que este fallo es un “triunfo histórico” y añadió que era un “gran día para Chile y para el derecho internacional”. “Nuestros compatriotas pueden tener la seguridad que este presidente sabrá defender lo que nos pertenece: nuestro territorio, nuestro mar y soberanía”, destacó.
LA DEMANDA
En 2013, Evo Morales presentó una demanda jurídica en la Corte Internacional, la misma que aspiraba a que esta institución emitiera una declaración que manifieste que Chile tenía la obligación de negociar con Bolivia un acuerdo que le otorgue un acceso soberano al mar.
Bolivia fundamentó, en su demanda, que “Chile se había comprometido a lo largo de los años de manera vinculante a negociar acceso soberano al mar, a través de acuerdos, práctica diplomática y declaraciones de representantes del más alto nivel.”
Entre tanto, el gobierno chileno ha advertido que esta demanda se inscribe en la época política- electoral que vive Bolivia y en el afán de Morales de llevar una campaña nacionalista a fin de apuntalar su desgastado mandato que finalizará el próximo año.
Varios analistas políticos coinciden en afirmar que este último episodio debe impulsar a que Bolivia y Chile reanuden sus relaciones diplomáticas, rotas desde 1978, a nivel de embajadas para facilitar el diálogo. Refieren a lo que ocurrió en los años 50, cuando el canciller Horacio Walker planteó la necesidad de un corredor boliviano al Océano Pacífico.
BOLIVIA Y SU ECONOMÍA
El eje central de la política exterior de Bolivia ha sido la lucha por la salida soberana al mar, en vista que se siente afectado económicamente porque no puede desarrollar su comercio externo e interno, de manera plena, aseguran los estudiosos del tema.
El presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia, CEPB; Ronald Nostas, calcula que Bolivia pierde USD 1.000 millones al año, lo que corresponde a un 2% del PIB. Un estudio de la Organización no Gubernamental Oxfam revela que la falta de acceso al Pacífico impide que Bolivia pueda crecer hasta el 1,5% al año, es decir no percibe USD 1.500 millones. Todo esto debido los costos en el tránsito de importación y exportación, por puertos chilenos.
En 2014, la ONU estableció en Viena que los países sin salida al mar pierden un 20% de su potencial económico y esta condición obstaculiza su desarrollo.
LOS HECHOS HISTÓRICOS
Amerita recordar que Bolivia perdió el acceso al mar después de la “Guerra del Pacífico” (1879- 1884) que libró contra su vecino Chile, en la que se involucró también Perú, conflicto considerado uno más importantes de finales del siglo XIX.
La Guerra del Pacífico se originó por la subida de los impuestos al salitre por parte del gobierno boliviano a los exportadores chilenos. Esta decisión fue el detonante para que el ejército chileno ocupara el puerto boliviano de Antofagasta, en febrero de 1879.
Por la supremacía naval chilena, Bolivia abandonó la guerra en 1880. Perú también sucumbió ante Chile en la batalla de Arica, que llevó a que fuerzas chilenas ocuparan Lima.
En 1884, Bolivia firmó el Pacto de Tregua indefinido con Chile, con el que se daba por finalizado el estado de guerra entre los dos países, y Bolivia aceptaba la anexión de Antofagasta a Chile.
Así el país andino perdió una superficie de 120 mil kilómetros cuadrados, además fue privada de exportar los recursos naturales existentes en esa área, como el cobre, litio, guano, salitre y los recursos ictiológicos del océano Pacífico.
En 1904 se firma el Tratado de Paz, entre estos dos países en el que se fijaron fronteras. Bolivia reconocía la permanente soberanía chilena sobre Antofagasta, y Chile a su vez garantizaba el libre tránsito de bienes bolivianos, exentos de impuestos, entre los puertos chilenos y Bolivia; además se comprometen a construir el ferrocarril Arica- La Paz.
También se alude en la historia de los hechos el intercambio de documentos que se dio en 1951, o el llamado Acuerdo de Charaña de 1975, un memorando de 1961 del embajador chileno en La Paz, Manuel Trucco y la Declaración de Algarve del 2.000.
Para Chile, según lo acordado en el Tratado de 1904, Bolivia cuenta con sus propias autoridades aduaneras en los territorios de Arica y Antofagasta quienes son las encargadas de aprobar la documentación relacionada a las cargas con destino al país.
Bolivia, en la actualidad, denuncia que Chile viola todos los días el Tratado de 1904 y que no garantiza el “libre derecho de tránsito comercial” para los bolivianos en el puerto de Arica, aseguran los reportes de prensa.
De otra parte, ciertos historiadores aluden que la “Guerra del Pacífico” fue empujada por Gran Bretaña, en gran medida, y los Estados Unidos, que prácticamente le utilizaron al gobierno de Chile, de ese entonces, para apoderarse de las riquezas mineras ( guano, salitre y cobre) existentes en esa región. Riquezas que no fueron para el desarrollo de Chile sino para acrecentar las fabulosas ganancias de las empresas extranjeras promotoras de la guerra.
Finalmente, los analistas estiman que en la decisión de la Corte Internacional de La Haya primó el tecnicismo, una visión formalista del derecho que no soluciona este centenario litigio, porque se desconoce el acumulado histórico del conflicto que, lamentablemente, se mantiene.