Con frecuencia los pasajeros de cruceros se dicen: “¡cuando al fin conocemos el barco, es hora de bajarnos!” Mi esposo Humberto y yo nos hemos sentido así en más de una ocasión. Particularmente después de una travesía de una semana o menos. Pero hemos dado con una solución: ¡tomar dos cruceros contiguos!
La idea nos vino mientras estábamos navegando en el barco Koningsdam de Holland América por el Caribe este invierno pasado. La directora del crucero, Chistina Purcell, les preguntó a los pasajeros que estaban compitiendo en un torneo de trivia la última tarde del crucero que cuántos de ellos se quedaban para la próxima travesía. Nos sorprendimos al ver que una docena de personas levantaron la mano.
Una pasajera que levantó la mano dijo que ella y su esposo se quedaban porque les gustaban los cruceros largos y combinar dos cruceros cortos para hacer uno largo les venía bien. Otra pasajera nos dijo que ella había optado por dos cruceros contiguos porque todavía había mucho frío donde ella vive, en Nueva York y por lo tanto no quería regresar aún.
Cada invierno, la neoyorkina nos dijo, se van de su casa, se pasan unos días en la Florida y toman dos cruceros contiguos al Caribe. Cuando regresan, ya falta poco para la llegada de la primavera. “¡Es una gran sensación!” nos dijo.
Tenía sentido. En el caso de nosotros, vivimos en la Florida así que no nos tenemos que escapar del invierno, pero pensamos que nos vendría bien tener un descanso del calor y los huracanes floridanos en el verano. Como vivimos en una isla barrera en la Florida tenemos evacuación mandatoria cuando hay huracanes, así que como tenemos que partir de todas maneras, ¿por qué no ir de viaje?
Optamos por dos cruceros contiguos de 14 días cada uno en el barco Veendam de Holland America, visitando puertos en Nueva Inglaterra y el Canadá desde Boston a la linda ciudad de Montreal y vice versa. Durante esos 28 días disfrutamos de temperaturas en los 70 grados en vez de los 90 grados y tuvimos que desempacar solamente una vez (también incurrimos gastos de vuelos, transporte al aeropuerto, cargos por equipaje, etc. solamente en una ocasión, en vez de dos veces si tomamos dos cruceros en diferentes épocas del año).
En el caso de la docena de pasajeros en el Koningsdam, los dos itinerarios iban a algunos puertos diferentes (las líneas de cruceros ofrecen diferentes puertos en algunas travesías para invitar a los pasajeros a tomar dos seguidos y conocer mejor a una región). En nuestro caso, el Veendam ofrecía los mismos puertos dos veces –algo que nos gustaba también ya que teníamos mas tiempo para explorar cada escala.
Por ejemplo, en Bar Harbour, Maine teníamos tiempo para visitar el Parque Nacional de Acadia por medio de los trolleys turísticos de Oli’s Trolley, ir en una excursión para avistar focas y ver el lindo faro de Egg Rock Lighthouse en un barco de Acadian Boat Tours, y tomar un tur en un barco de pesca de langostas, “Lobster Fishing & Seal Watching Tour” del Bar Harbor Whale Watch Company, y explorar la linda ciudad de Bar Harbor sin apuros, visitando atracciones como el Abbe Museum (con muestras sobre la historia del área) y deleitándonos en un helado de langosta (una delicia local son sabor a vainilla y pedacitos de langosta).
En Halifax, Nova Scotia, podíamos optar por un tour de todo el día a la pintoresca villa de pescadores de Peggy’s Cove con su lindo faro, y también visitar la Citadela, impresionante fuerte de Halifax, al igual que pasearnos por el malecón con sus “farolas borrachas” y visitar los estupendos museos de la ciudad incluyendo el Museo Marítimo con una muestra estupenda relacionada al Titanic.
En Quebec City –una ciudad preciosa y muy francesa—un día podíamos hacer una caminata por el Viejo Quebec, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, con sus callejones de adoquines y una calle, la Rue du Cul de Sac, adornada con lindos paraguas multicolores en lo alto, al igual que hacer una gira en autobús turístico por la ciudad moderna con su Grande Allee (un bulevar inspirado en los Campos Elíseos de París), y disfrutar del té en el elegante Fairmont Le Chateau Frontenac con deliciosos emparedados, tés, dulces, panecillos con mermeladas caseras y crema de Devonshire. Otro día podíamos ir de excursión a la bella cascada de Montmorency. En algunas ocasiones después de un crucero habíamos pensado que queríamos regresar a un puerto –ahora regresaríamos y pronto.
Y además de solamente tener que desempacar una vez, hay otras ventajas incluyendo poder disfrutar más de las facilidades del crucero incluyendo su Greenhouse Spa, su elegante restaurante formal y restaurantes alternativos, y demostraciones y clases de cocina de America’s Test Kitchen. Y también podíamos conocer mejor al personal del crucero, al igual que comprar camisetas deportivas de un puerto y usarlas antes de regresar al mismo puerto (esto es una manera facil de hacer amistades, pues otros pasajeros siempre preguntan que como nos gustó el puerto en cuestión y nos preguntan que cuales puntos de interés son buenos para visitar). También, cuando otros pasajeros se enteran que uno ha estado en un crucero dos veces, siempre entablan conversaciones y preguntan que como nos gustó la comida en restaurantes alternativos, entre otras cosas. Otra ventaja aún: la familiaridad con la cabina (viajamos en la misma las dos veces) y con el barco desde el primer día del segundo crucero.
Otra cosa de tener en mente es que a veces las líneas de cruceros ofrecen descuentos si uno compra boletos para dos travesías contiguas y en ocasiones hay ofertas especiales que pueden incluir pasajes aéreos gratis para llegar al crucero.
Informes: www.hollandamerica.com.