Gobernadora electa de Guam asegura luchará por defender las peleas de gallos.

0
3604

La Gobernadora electa de Guam, Lou León Guerrero, asegura que hará lo indecible por lograr una enmienda a la prohibición de las peleas de gallo impuesta por el Congreso. La proscripción es parte de la nueva Ley Agrícola de los Estados Unidos firmada el jueves por el presidente Donald Trump.

“Las peleas de gallo tienen un significado histórico para Guam y es una práctica reglamentada”, dijo León Guerrero. “Nuestra comunidad expresó su oposición a esta prohibición en los niveles gubernamentales más encumbrados, pero una vez más fuimos ignorados”.

León Guerrero añadió que no implementará la ley. Los galleros tienen hasta el 20 de diciembre de 2019 para deshacerse de sus gallos de pelea. Si los dueños de los gallos no lo hacen voluntariamente los gallos serán incautados por agentes federales.

La prohibición a las peleas de gallos no está señalada explícitamente en la nueva ley, pero si en una ley de 1966 que prohíbe la pelea de animales en los 50 estados de la Unión. La nueva Ley Agrícola hace extensible la prohibición a los 14 territorios no incorporados o colonias de los Estados Unidos. Los territorios podían en el pasado determinar sus propias regulaciones en cuanto a las peleas de gallos, que incluían apuestas y el uso de navajas afiladas pegadas en las espuelas de los gallos.

La mayoría de las noticias en referencia a las lidias de gallos se han concentrado en Puerto Rico, ignorando que es una tradición hispana que es parte de la cultura de Guam, que fue colonia española por más de 300 años.

La gobernadora electa tomará posesión de su cargo el 7 de enero y tiene en su agenda reunirse con el nuevo liderazgo demócrata de la Cámara de Representantes para abogar por una enmienda a la ley.

“La noticia fue recibida como un balde de agua fría por el pueblo chamorro”, señaló José Cordero, gallero de profesión. “Para los habitantes de Guam las peleas de gallos son el deporte nacional y símbolo de su sentido identitario”.

Todos los años, como parte de la efeméride del 10 de agosto de 1944, día en que las fuerzas estadounidenses expulsaron a los japoneses de la isla, se organizan peleas de gallos como parte de las celebraciones. Las lidias de gallos están muy arraigadas en la tradición cultural chamorra. El deporte de los gallos llegó a la isla a través de emigrantes filipinos a principios del siglo decimonónico.

Los galleros chamarros están organizando la resistencia a la nueva imposición colonial arbitraria.

 

“Una vez más la gran democracia estadounidense hace gala de la injusticia y el menosprecio a la cultura de ciudadanos a los que se les impuso la ciudadanía, pero carecen de derecho al voto”, señalo Mariana Pérez, puertorriqueña amante de las peleas de gallos. “Está decisión obliga al clandestinaje. Los galleros continuarán con sus peleas. Tristemente, probablemente el deporte termine en manos de figuras inescrupulosas”

La ley castiga a los infractores, tanto a los dueños de los gallos como a los patrocinadores de las peleas, con una sentencia máxima de cinco años. Los asistentes a las peleas pueden recibir una multa o ser sentenciados hasta con un año de prisión. Llevar a un niño menor de 16 años a una pelea conlleva una multa y/o una sentencia de hasta tres años de prisión.

Al igual que los chamarros, los puertorriqueños reclaman las peleas de gallos como parte de su tradición histórico-cultural. Los galleros de Puerto Rico piquetearon frente al Capitolio en San Juan el pasado fin de semana exigiendo a los legisladores que abogaran por una excepción en la ley federal para Puerto Rico. En el Archipiélago Borincano la prohibición afecta a 27,000 empleados de la industria gallística.

“Nos sentimos traicionados por Jennifer González y Ricardo Rosselló”, expresó Julián Gómez, gallero de Fajardo. “Nos engañaron. Nos aseguraron que todo estaba bien y mira lo que sucedió”.

La delegada de Guam en el Congreso, Madeline Z. Bordallo y la de las Islas Vírgenes, Stacey Plaskett, fueran las que más lucharon por impedir que la prohibición se incluyera en la ley.  Bordallo, quién perdió las primarias demócratas el verano pasado, quiso dejar constancia de su lucha en defensa de los galleros chamarros. En un comunicado escrito enviado a los medios de comunicación y a los ciudadanos de Guam, la congresista condenó la imposición y reconoció la labor realizada por su compañera delegada por Islas Vírgenes. .

“Es inaceptable que este proyecto imponga una prohibición federal contra las peleas de gallos sin el consentimiento de nuestros gobiernos locales o sin siquiera haberle pedido su opinión al respecto a ninguno de los delegados de los territorios. Todos mis colegas de los territorios y yo nos opusimos a la propuesta porque ignoraba la voluntad de nuestros constituyentes y establecía leyes locales en nuestras jurisdicciones. Trabajamos diligentemente…, pero nuestros esfuerzos no fueron reciprocados”, expresó Bordallo en el comunicado escrito.

“Agradezco el gran trabajo que hizo la Congresista Stacey Plaskett de las Islas Vírgenes estadounidenses, quién promovió la posición de los territorios en el comité de Conferencia. Es frustrante que nuestros puntos de vista no hayan sido respetados, esto es una razón más para que Guam resuelva su estatus político y tenga representación con derecho al voto en el Congreso”.

Bordello y Plasket se habían anotada una victoria en junio cuando la enmienda no fue aprobada.

“Las peleas de gallos son parte de la tradición cultural de Guam, aunque en otras partes de la nación no lo acepten. Imponer prohibiciones federales sobre los territorios, sin su consentimiento o voto, es una ofensa para mí y todos los estadounidenses que llamamos a los territorios hogar”, dijo Bordallo.

“Mientras el Senado y la Cámara negocian un compromiso para lograr la aprobación de la Ley Agrícola, continuaré oponiéndome a ella y denunciaré los esfuerzos para imponernos una prohibición federal en contra de nuestra voluntad. El Congreso no debe dictarle a los territorios, a la vez que continua negándonos el derecho al voto en la Cámara”, añadió la Delegada.

Guam o Guaján, fue territorio español, gobernado como parte de la Capitanía General de las Filipinas desde el siglo XVI hasta 1898, cuando fue anexada en el contexto de la Guerra Hispanoamericana. Se trata de la isla más grande y meridional de las islas Marianas. La capital es la ciudad de Agaña. España conservó la mayoría de las Islas Marianas, las Carolinas y Palao luego de perder la guerra contra Estados Unidos, pero el gobierno español se las vendió a Alemania por 25 millones en 1899.

La mayoría de la población pertenece a la etnia chamorro, un grupo austronesio que habita las Islas Marianas. Un gran por ciento de los chamorros tiene ascendientes españoles y asiático-orientales.

La palabra chamorro hace referencia a un animal que tiene la cabeza esquilada. Los misioneros católicos le dieron este nombre en 1670 porque los varones se rapaban la cabeza dejándose una pulgada de cabello en la coronilla. Empero los primeros reportes sobre los nativos de las Marianas en 1520 indican que tanto hembras como varones usaban el cabello largo, llegando algunos cabellos más debajo de la cintura.

Guam ha intentado cambiar su estatus político, pero el Congreso se niega a realizar modificaciones a la ley colonial que les dio la ciudadanía estadounidense y les permite elegir a funcionarios gubernamentales. Durante la segunda mitad del siglo pasado los chamorros pidieron ser un Estado Libre Asociado como Puerto Rico, pero el Congreso indicó que los habitantes de la isla carecían de la capacidad económica para emular el sistema de la colonia caribeña. Esta misma excusa se utiliza en el presente para las alternativas de integración a la nación como estado o la independencia.

Modificar la ley para lograr una enmienda es cuesta arriba, pero los galleros apuestan a conseguir el apoyo de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes.

“Somos gallos de casta y lucharemos por defender lo que entendemos es justo para el deporte gallístico”, aseguró Alejo Santana, quien tiene 94 años y cría gallos de pelea desde los siete.

 

 

 

Dejar respuesta