Recuerdo un día muy duro en mi vida, y en la de mi país, Italia, el 19 de julio de 1992. Ese día, en Palermo, la mafia mató, con un carro bomba, al fiscal Paolo Borsellino y a los cinco miembros de su escolta. En aquel tiempo yo vivía en Palermo y aún recuerdo el ruido cuando estalló.
Al día siguiente fui al lugar del atentado. Las fachadas del edificio estaban ennegrecidas. Había restos de carros quemados por las llamas de la explosión. Todo hablaba de muerte y destrucción. Yo, aquel día, me sentí aniquilado, desanimado, abrumado. Me cuestioné mucho. Un par de años antes había dejado mi ciudad, donde vivía con mi familia, para unirme al movimiento antimafia en Palermo. En aquel momento, me cuestioné: ¿había valido la pena?
Hay fases donde eventos y circunstancias externas, parecen apoderarse de nuestra vida. De repente, nos sentimos indefensos. No sabemos qué camino tomar. Hoy, en primer lugar, quiero quedarme en una pregunta importante: ¿cómo enfrentar una crisis?
Considero que el primer paso es la aceptación. Eso implica mirar a la crisis con sinceridad y verdad. Esto significa no representar la situación más grave de lo que es. Y tampoco representarla menos seria. Aceptar es lograr un equilibrio, porque significa lograr un desapego de la crisis que se ha presentado. Por eso, la aceptación de la realidad es un rasgo que comparten las personas resilientes.
El segundo paso es hacernos unas preguntas que nos ayuden a reconocer esta oportunidad, y a sostenerla. Hay algunas poderosas que nos podemos hacer para enfrentar una crisis como, por ejemplo: ¿cuál es la lección que tengo que aprender frente a esta situación? ¿Cuál es la oportunidad que tengo que reconocer?
También te puedes preguntar: ¿cuál es una decisión que tengo que tomar ahora? ¿En qué me tengo que enfocar? ¿Cuál es mi próximo paso?
Vamos al tercer paso. Una circunstancia externa puede asombrar. Pero, recuerda que siempre tienes en ti todos los recursos para resolver y superar una crisis. Lo importante es que te concentres en lo que puedes hacer, en lo que puedes controlar. Eso es fundamental, porque muchas veces cuando enfrentamos una crisis, sentimos que perdemos el control de nuestra vida.
Enfocarte en algo que puedes controlar, puede ayudarte a recuperar la sensación de control sobre tu vida. Pueden ser hasta cosas muy pequeñas, como arreglar tu cuarto, poner una prenda en tu guardarropa, cocinar una pasta, hacer una llamada. De esta manera, das un respiro a tu cerebro. Entonces, si en este momento, te encuentras en una situación de gran incertidumbre, recuerda que siempre tendrás el poder de darle intencionalmente el significado que quieras.