Cuando se pierde el deseo en la pareja, ¿estamos frente a un problema sexual o de comunicación? Tuve una paciente que me decía: «Quiero mis orgasmos de los primeros años de relación. Me niego a perderlos, y ya no es igual”. Cada día más mujeres me dicen lo mismo.
El sexo es comunicación. Si no comunicamos las cosas que no nos gustan, difícilmente vamos a poder comunicar sentimientos hermosos como la pasión, el deseo y la ternura. ¿Y qué es el sexo sin estos sentimientos? Algo sumamente aburrido y poco gratificante.
Entonces, no es bueno, ni sano, emocionalmente hablando, callar lo que sentimos a nuestra pareja. No importa si eso que sentimos es rabia, dolor, angustia y frustración o, muy por el contrario, ternura, afecto y amor.
Si queremos conservar los sentimientos positivos, igual que cuando empezó la relación; si queremos conservar la magia, la locura y la pasión, debemos expresar tanto los sentimientos negativos como los positivos.
Existen dos grandes problemas en relación con esto:
-Nos educan para no expresar los sentimientos. Sobre todo, a los varones les enseñan que “los hombres no lloran”. Como resultado, aprendemos a bloquear lo que sentimos y llegamos hasta a avergonzarnos de nuestras emociones.
-Normalmente, cuando queremos hablar de sentimientos difíciles, terminamos quejándonos, peleando y culpando al otro —o a los demás— de los problemas. La crítica es un veneno que impide una buena comunicación. Si va a criticar a su pareja, mejor cállese y váyase a caminar por un buen rato.
El punto más importante es decir lo que sentimos, pero debemos aprender a decirlo. No es solo lo que se dice, sino cómo se dice. Y esto es válido para todo el mundo: padres, hijos, amigos, familiares, etc.
Es sumamente difícil controlarnos cuando estamos molestos. Si no lo puede hacer, escriba una carta a su pareja donde le explique lo que siente. No se la entregue hasta que no esté más tranquilo y vuelva a evaluarla. Esto le servirá para desahogarse y poner sus ideas en orden. Cuando se sienta en control de sus emociones negativas, expréselas, pero sin herir, ni insultar.
Como regla de oro: nunca pelee con la persona con quien tiene relaciones sexuales. Con esa persona tan especial para usted, se negocia, se expresa el dolor, se llega a acuerdos y se busca solución al conflicto, sin herirse mutuamente. De no ser así, no pida orgasmos “como al principio de la relación”. No pida magia. Deberá conformarse con rutina y monotonía. ¡Y, por favor, no culpe de ello al sexo, ni al matrimonio!