Sobreviviente de María: Conmovedor relato de supervivencia

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–“En el momento de amputarme la pierna el hospital no contaba con luz eléctrica ni había otra solución que proceder con una sierra quirúrgica manual” 

-El increíble testimonio del Dr. Bernardo López Rodríguez al tener que tomar difíciles decisiones para poder sobrevivir  

San Juan, Puerto Rico- Al igual que a muchos puertorriqueños la vida le cambió para siempre al doctor Bernardo López Rodríguez ese fatídico 20 de septiembre del 2017 cuando el huracán María arropó con destrucción la Isla de Puerto Rico.

Y mientras el país se preparaba para recibir el fatídico evento atmosférico, hospitales, hogares de ancianos, refugios y agencias hacían lo propio por ayudar.

A dos años de ese fenómeno que cobró tantas vidas, el doctor generalista López Rodríguez revive los momentos difíciles que quedaron plasmados en su mente en una desgarradora entrevista que nos muestra cómo mantenerse de pie a pesar de las dificultades.

Pudimos asimilar por nuestra conversación, que le ha tocado superar muchos obstáculos en su vida, pero quizás el más traumático haya sido la llegada de María, al tener que escoger entre dejarse morir o sobrevivir.

El facultativo del Centro Médico de Mayagüez comenzó a presentar problemas de salud previo al huracán cuando hubo que amputarle el dedo pequeño del pie debido a una bacteria que le ocasionó necrosis y gangrena.

“La primera experiencia fue difícil porque al encontrarme sin dedo, padeciendo de diabetes junto a varias otras complicaciones me encontraba un poco limitado, al menos pudiendo caminar.

Pero cuando me eliminan el vendaje para limpiar el pie me doy cuenta que literalmente se encontraba podrido por debajo de la rodilla. En esos momentos ya se avecinaba María con demasiada fuerza y había que tomar una decisión, el de cortar la pierna si quería sobrevivir, ya que la infección podía subir por vía sanguínea y fallecer en varias horas. ¡Había que amputar la pierna!, recuerda.

Esos momentos eran cruciales, comenzaba el estrago de María y el Hospital no contaba con luz eléctrica continua, porque iba y venía por minutos. Si no me amputaban la pierna era cuestión de horas el fallecimiento por lo que tuvieron que utilizar una sierra quirúrgica manual para poder operarme.

El hospital era un caos, los pacientes gritaban por sus medicamentos, las enfermeras no daban abasto debido a que con la ausencia de electricidad el aire acondicionado ni el botón de llamada funcionaban, se alumbraban con linternas y velas.

Y en medio de todo, sin pierna, con intenso dolor que me lo mantenían bajo sedantes y   con miedo a que fuera agarrar alguna bacteria.

Recuerdo que al mirar por la ventana parecía que el mundo se estaba derrumbando, todos gritaban, la planta eléctrica del hospital dañada, mucha lluvia con fuertes vientos que se llevaba todo a su paso, los postes del tendido eléctrico, los árboles cayendo frente al hospital.

Fueron tantas las dificultades con el alumbrado en el Centro Médico que tuvieron que tomar la determinación de trasladar a la mayoría de los pacientes a otras dependencias médicas del área.

Debido a la urgencia con la que me operaron y las dificultades, hubo que cerrar los puntos con grapas de acero. Cuando puedo levantarme, todavía mi mente no registraba que me faltaba la pierna y fui directo al suelo por dos ocasiones.

Es cuando me doy cuenta que los puntos se encontraban infectados y la piel no estaba cerrando. Como doctor, tenía conocimiento que esa clase de grapas no son convenientes para esa cirugía por lo que le pedí al cirujano que cortara otro pedazo de la pierna y lo suturara con hilo de nylon azul, el indicado para esta clase de operación.

Sorprendido el cirujano por mi determinación y volver a preguntarme si estaba seguro de mi decisión, me hizo firmar autorización para cortar menos de media pulgada y la pierna quedó como nueva.

Ya terminado todos los procedimientos salí del Centro Médico a los 48 días de ser operado y más o menos para ese tiempo la luz se estaba restableciendo por completo.

-Doctor, ¿Qué aprendizaje le dejó María?

-Hay que estar preparado en todos los aspectos, tanto mental, físico y espiritual debido a que son eventualidades que nos enseñan cómo afrontar desastres y cómo volvernos a levantar.

-Después de dos años, ¿Cómo es su vida en la actualidad?

Me he dedicado a recuperarme, porque no es cosa fácil y más con mi condición de diabético. Terapias regularmente para que mi pierna esté fuerte para la prótesis. Mientras, continuo estudiando para seguir cuidando de la salud de mis pacientes y de alguna forma reciprocar en ellos la misericordia que Dios tuvo para conmigo.

-El Doctor López Rodríguez reside en el pueblo de Cabo Rojo, es divorciado con tres hijos que viven en los Estados Unidos.

Nota de la autora: Queremos darles las gracias al doctor por su valentía de revivir esos dolorosos recuerdos que sabemos no es fácil para ningún ser humano. Gracias por su relato!!

 

 

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