Mucho se ha hablado de las alteraciones emocionales ocasionadas por la pérdida de trabajo, la ansiedad o el ‘burnout’, este síndrome de estar quemado por el desgaste laboral, que la OMS ha reconocido recientemente como enfermedad.
Sin embargo, ahora la gran preocupación es qué pasará después de la pandemia, qué problemas emocionales provocará la falta de trabajo asociado a la pérdida y cómo las personas sobrevivirán dignamente a proyectos empresariales acabados, en grandes y pequeñas empresas, donde se reducirán empleos.
Y tal vez debe haber un planteamiento, de invertir más de nuestro tiempo en conseguir desafíos o tal vez en reinventarnos o quizás en cambiar de estrategia. Y, aunque suene extraño, buscar un “equilibrio emocional empresarial”. Siempre digo que las empresas son personas, por tanto, debe igualmente estar equilibradas.
Estas son sus principales ventajas para el equilibrio emocional:
Autorrealización empresarial. El bienestar emocional está directamente relacionado con la capacidad para evaluar positivamente el cumplimiento de objetivos comunes. Tiene que ver con el enfrentamiento ante situaciones que exigen retos, con la competencia profesional, con el ponernos a prueba, con las metas logradas y con aquellas que nos quedan por conseguir. Estos desafíos son esenciales para alcanzar la autorrealización y, por tanto, el bienestar común, esto hace fuerte una empresa ante un momento de crisis, ya sea pequeña o grande.
Aprendizaje. Incorporar nuevos conocimientos, afrontar diferentes desafíos, hace que la mente de los ejecutivos y trabajadores se encuentre activa, para que impulsen la creatividad, la inteligencia y busquen soluciones a los problemas.
Sentimiento de utilidad. Sentir que nuestra productividad está enfocada hacia algo útil para los demás es una de las grandes ventajas que proporciona el trabajo. La utilidad tiene infinitas caras, desde fabricar una pieza para automóviles a cuidar ancianos, desde mantener limpia una oficina a dar atención telefónica a clientes descontentos, desde escribir una novela para una editorial a cocinar en un restaurante, desde diseñar un puente hasta construirlo.
Las personas necesitan saber que son válidas para la productividad de su empresa y que se cuenta con ellas.
Socialización. En estos tiempos, en los que mucha gente se ha visto obligada a trabajar de forma remota, no ha dejado de socializarse; al contrario, hemos pasado más horas que nunca hablando por teléfono y haciendo videoconferencias.
La sensación de pertenencia a un grupo, a una empresa nos lleva a practicar la gestión de las emociones, a controlar el enfado, a resolver conflictos, a reírnos con los otros, a empatizar, a competir, a superarnos, a cooperar, a aportar valores.
Pero, además, las relaciones positivas con el equipo establecen vínculos emocionales muy importantes para la salud mental. Somos sociables y necesitamos trabajar en sociedad y para la sociedad, saber que no estamos solos.
Incorporación de rutinas. «Rutina» no debe ser una palabra negativa. Se inculca desde los primeros años de vida, aporta seguridad, control y rentabilidad de nuestro tiempo, y de la disciplina, y eso es bueno para la eficiencia.
Los empresarios con capacidad para mantener empleo emprendiendo nuevos retos, contribuirán a hacer un mundo mejor y al equilibrio de la empresa del futuro.
Y mi ingrediente mágico: “tener la certeza de que juntos podemos conseguirlo”.