Estaba pensando en cómo la vida, a algunos de manera obligada y otros de forma más instintiva, nos ha llevado a practicar mayor flexibilidad durante los últimos dos años. ¿En qué se traduce esto exactamente? Sin duda, en el drástico cambio de hábitos que hemos experimentado.
En este mundo donde, lamentablemente, todavía impera el COVID-19 como limitante de nuestra vida, hemos aprendido a lidiar con los cambios bruscos de planes, a trabajar en nuestras metas y a entender que, de ser necesario, debemos ajustar nuestros planes y compromisos. Seguir adelante, a pesar de.
Y si hemos dejado que la rigidez de nuestra planificación nos ahogue, ¿qué otras cosas podemos dejar de seguir practicando en este año?
Por ejemplo, pensar que un trabajo nos define, porque no es verdad. Sé que es un reto enorme el separar nuestra autoestima del rol que ejercemos como profesionales en nuestras respectivas áreas, pero debemos aprender a ser personas más seguras y reconocer nuestra valía.
Dudar de nuestra capacidad, de nuestras habilidades, no nos hará mejorar. El cambio viene de la certeza de saber que hay algo que podemos hacer mejor, de otra manera, pero que también contamos con ciertos aspectos personales, en los que nos apoyaremos para avanzar.
De esta manera, sabremos que un error no tiene que por qué condenarnos emocionalmente, y que nuestros logros laborales deben celebrarse, sin que ello haga que nuestro ego se insufle.
Otro tema que deberíamos dejar atrás es el querer decir que sí y complacer a todo el mundo. Es simplemente imposible, especialmente cuando en realidad queremos decir que no, y nos da pena admitirlo.
A veces, la mejor manera de ayudar es entendiendo que en ese momento no podemos asumir una responsabilidad que no podemos cumplir con los demás.
Seamos capaces de desafiarnos a nosotros mismos, de deshacernos de esa idea absurda de que podemos con todo, y que no necesitamos la ayuda de nadie. Por ejemplo, si eres emprendedor (a), atrévete a contratar y expandir tu equipo de trabajo. Aprender a delegar y confiar en el talento de otros, es indispensable para ocupar nuestra mente en asuntos que requieren mayor concentración.
¿Qué más deberíamos dejar atrás para alcanzar lo que queremos? La procrastinación y el deseo de ser perfeccionistas, pues esta idea nos limita en nuestro accionar.
¿Y tú, qué añadirías?
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