Su autor es Moisés Salvador Cruzado Balcázar (1934-2014), escritor y poeta peruano que vivió muchos años en Paterson, New Jersey.
Esta creación literaria que cobra vida nuevamente, tiene un profundo mensaje de solidaridad humana y lo escribió en 1984, en una celda para inmigrantes indocumentados en Elizabeth, New Jersey, y ha sido traducida a varios idiomas. Después fue publicado por Cruzado Balcázar en su poemario ‘Copos de Luz’ (Urpi Editores-2010).
Cruzado Balcázar, más que un poeta, fue un líder comunitario entregado a preservar y enaltecer la cultura y la defensa de la identidad latina en los Estados Unidos. Cruzado, falleció de una enfermedad el 15 de marzo de 2014 a los 79 años de edad, siendo todavía presidente de la Asociación Latinoamericana de Cultura, ALAC, en New Jersey.
Nacido en la ciudad de Chiclayo, Perú, Moisés Salvador desde muy joven se inclinó por la literatura por influencia de su madre Leticia Cruzado, quien era asidua lectora. Estando en Lima, conoció a la emperatriz del verso, Amparo Baluarte iniciándose de esta manera en el campo de la poesía. Realizó sus estudios en la Escuela Superior de Empresas-Perú,
Graduándose en 1967, en Administración y Gestión de Pequeñas Empresas, según nos refirió su hermano Alejandro Cruzado, abogado en ejercicio en la ciudad de Trujillo.
Cuando decidió Migrar a los Estados Unidos en la década de los 80, Moisés Salvador fue varias veces detenido y deportado, sin embargo, logró vencer estas dificultades y más tarde, ya establecido en la ciudad de Paterson, perteneció al Circulo de Actores Poetas, presidida por Hilda Maldonado. Mas tarde, fundó la Asociación Cultural Latinoamericana de Cultura.
Aún se recuerdan sus múltiples actividades poéticas, concursos y celebraciones por el Día de la Madre, en la que participaban activamente nuestros colegas Luis Rodríguez, Aranguren, actualmente en California y Luis Alberto Lingán, hoy retirado en Lima.
La oración del inmigrante
(Autor: Moisés Salvador Cruzado Balcázar )
Señor, Padre Nuestro, que estas en el cielo:
escucha mi ruego, escucha mi voz;
aligera el peso de mi desconsuelo
que un hombre en desdicha siempre acude a Dios.
Soy un pecador, no puedo negarme,
Tú todo lo sabes, Tú todo lo ves;
más, también soy tu hijo…no dejes de amarme;
¡Ayúdame, Padre ¡Escucha mi prez!
Por una mejora mi patria querida
dejé y mi familia muy lejos quedó;
pero en esta tierra que es la prometida
de nuestro desvelo, mi angustia nació
Tú bien sabes, Padre, con qué sacrificio,
en peregrinaje, la meta logré;
y, al ver el rechazo del ansiado hospicio,
muchas veces, muchas, a solas, lloré.
Sé que a tu conjuro las piedras despiertan;
Horada la roca de su corazón;
haz que nos comprendan y que se conviertan
en buenos pastores los de Inmigración
Diles que lloramos, que mucho sufrimos
por el “vil delito “de querer comer
y como “ilegales” huimos y huimos,
sedientos de amparo, sin saber qué hacer.
No pueden culparme por el solo intento
de servir honrado y a carta cabal
al país primero que me da el sustento,
pero que me acosa como a criminal.
Sé que amas al pobre, pues fuiste inmigrante,
llegado del Cielo a sufrir por mi
No permitas, Padre, que en ningún instante
seamos los pobres echados de aquí.
La pobreza, Padre, a mí no me asusta,
siento por mis padres que sufren vejez
y mis pobres hijos, sé que te disgusta
que nos olvidemos de ellos una vez.
América es Tierra Prometida, hoy día,
Haz del presidente un nuevo Moisés;
y escribe en las Tablas: “TOTAL AMNISTIA”
para quien despierta por primera vez.
Foto: Moisés Salvador Cruzado
