Procrastinar simplemente es “dejar para luego” todas esas actividades que sabemos que tenemos que hacer, pero que no nos animamos a comenzar, a seguir, o a terminar. Es que no hallamos —y tampoco la estamos buscando— la motivación, la energía, las ganas de hacerlas, y terminamos posponiéndolas al infinito, comprometiendo nuestro tiempo, productividad, eficacia, organización y hasta nuestras relaciones personales.
El problema es que las cosas se acumulan, y luego nos toca procrastinar aún más, con culpa y angustia, más la presión de los demás. Eso nos puede pasar a todos en algún momento. Les confieso que ahora mismo, antes de empezar a escribir este artículo, pensé en dejarlo para mañana, pero luego pensé: “¿por qué?, si lo puedo hacer hoy y así continuar con todas mis otras actividades”. Así que hoy vamos a lidiar con ese terrible hábito de la procrastinación para erradicarlo para siempre.
Debemos analizarnos para llegar a la causa raíz: Realmente, ¿por qué estamos posponiendo la realización de determinada tarea? ¿Qué nos impide iniciarla, o terminarla? ¿Será que no nos sentimos capaces de hacerla bien? ¿Será que tenemos miedo? Sincerémonos con nosotros mismos; ese es el primer paso para abordar lo que nos impide seguir adelante con nuestros deberes.
Conoce el ciclo de la procrastinación: Lo primero que sientes es incomodidad por tener que hacer algo. Esto genera las excusas: “hoy no puedo porque… (inserta aquí cualquier justificación)”. Luego, para quitarte el malestar, te distraes con otra cosa que no es prioridad, pero es más cómoda (evidentemente, ver una película en el sofá es más relajante que terminar un ensayo para la universidad, completar un proyecto laboral o limpiar la casa). Entonces, cada vez que comiences a poner una excusa para no hacer algo, toma conciencia de que estás dentro de este ciclo y rómpelo.
Una vez hayamos determinado la causa de nuestra procrastinación, hay que abordarla: ¿Qué necesitas saber o aprender o practicar para hacer esa tarea? Como todo en la vida, no lo podrás saber hasta que la inicies. De pronto necesitas ayuda. Pues se pide cualquier asesoría o ayuda que requieras.
Piensa en la recompensa final, en tu propia satisfacción y orgullo: Una vez termines esa tarea con éxito, te sentirás realizada, satisfecha y productiva, y esa tarea ya no te parecerá tan aburrida o atemorizante. Habrás vencido el obstáculo que tú misma te pusiste, y recordarás esa sensación la próxima vez que tengas la tentación de dejar para luego cualquier actividad. A veces dejamos de hacer cosas porque “nadie nos lo agradece”. Pues no lo hagamos pensando en el reconocimiento de los demás, sino en nuestra propia satisfacción.
@PosadaLifeCoach