¿Cómo te sientes cuando alguien intenta ponerte una etiqueta? ¿Te sientes limitado, juzgado, quizás hasta excluido o, por el contrario, entendido en toda tu complejidad y matices?
Esto de ver al mundo en blanco y negro, en simplificaciones extremas, es hoy una práctica común. Rápida y superficialmente ponemos etiquetas a categorías de personas; viejo, milenial, inmigrante, reduciendo historias complejas a generalizaciones. Esta actitud deriva del hábito de crear mapas mentales que ordenan la realidad, evidenciando lo que nos diferencia.
Es una manera de proceder que nos regala una percepción de confort y certidumbre en un contexto que es cada vez más ambiguo e incierto. Pero las etiquetas, en realidad, nos limitan, perpetúan suposiciones y vuelven obsoleta nuestra forma de pensar.
Finalmente, alimentan una fácil tentación que hoy nos puede llevar a errores y fracasos: interpretar nuevos fenómenos y tendencias con viejas categorías. La certeza de nuestras categorías puede ofuscar la claridad con la cual necesitamos relacionarnos con la complejidad.
En primer lugar, lo que necesitamos hoy es una nueva habilidad mental; ordenar la realidad en función de las diferencias. Lo tenemos que hacer detectando conexiones.
El futurista Bob Johnsen habla de un pensamiento de espectro completo, que es la capacidad de detectar patrones y tener en cuentas varias perspectivas, cruce de ideas, mucho más allá de lo que las categorías permiten. Hablando de educación, el gurú de negocio Peter Drucker recomendaba animar “a la gente a descarrilarse de vez en cuando”.
Esta capacidad de un pensamiento de espectro completo será lo que en la era de las crisis permanentes nos permitirá prosperar en los negocios y sentir plenitud en nuestra vida. Personas con esta capacidad serán las que podrán liderar con éxito empresas y departamentos.
Finalmente, será la tecnología la que ayudará a formar cada vez más este tipo de mentalidad. Bob Johnsen, por ejemplo, enfatiza el rol que van a jugar los videojuegos y la realidad aumentada, que permiten experimentar y conectarse al mismo tiempo con varios mundos y situaciones, adquiriendo mayores niveles de agilidad mental.
Esta flexibilidad será una habilidad cada vez más valorada en una realidad donde las relaciones y el conocimiento serán definidos por la tecnología del blockchain, la cual guarda información de manera distribuida y evita que una autoridad centralizada sea la dueña del conocimiento.
La tecnología siempre facilitará la descentralización, y hasta la marginalización, de autoridades centralizadas. Por ende, será cada vez más difícil manipular la verdad. Para innovar hoy, entonces, necesitamos pasar de ver al mundo a través de las diferencias y, en cambio, encontrar cada vez más conexiones y patrones que nos permitan anticipar los tiempos por venir y las soluciones.