Hasta un poco de ejercicio podría ayudar a prevenir la demencia

Las personas mayores sedentarias son más propensas a sufrir un declive mental, según un estudio

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Las personas sedentarias tienen un riesgo más alto de desarrollar demencia en la vejez, según un estudio reciente.

Las personas de edad avanzada que hacen poco ejercicio tienen un riesgo un 50 por ciento mayor de sufrir demencia que las que hacen regularmente cantidades moderadas o intensas de actividad física, descubrieron los investigadores.

La actividad física moderada puede incluir caminar a paso rápido, andar en bicicleta a menos de 10 millas (16 km) por hora, bailes de salón o jardinería, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.

«No se requiere una actividad física intensa para reducir el riesgo de demencia», dijo el investigador principal, el Dr. Zaldy Tan, director médico del Programa de Atención del Alzheimer y la Demencia de la Universidad de California, en Los Ángeles. «Incluso las cantidades moderadas están bien».

Los participantes del estudio de más de 74 años de edad obtuvieron la mayor protección a partir del ejercicio con respecto al inicio de la demencia, según los hallazgos.

«El mensaje aquí es que nunca se es demasiado mayor para hacer ejercicio y para beneficiarse de ello», dijo Tan. «Estos pacientes obtienen el mayor beneficio del ejercicio porque son los que están en una edad en la que el riesgo de demencia es mayor».

Los escáneres de los participantes mostraron que los que hacen ejercicio pueden soportar mejor los efectos del envejecimiento en el cerebro, indicaron los autores del estudio.

A medida que se envejece, el cerebro tiende a encogerse. Pero las personas que hacen ejercicio de forma regular tienden a tener un volumen cerebral mayor que las sedentarias, descubrieron Tan y sus colaboradores.

El nuevo estudio contó con unos 3,700 participantes del Estudio sobre el corazón de Framingham, un proyecto de investigación sobre la salud financiado por el gobierno federal que comenzó en 1948. Todos tenían a partir de 60 años.

Los investigadores midieron la frecuencia con la que los participantes hacían ejercicio, y les hicieron un seguimiento durante una década. Durante el estudio, 236 personas desarrollaron demencia.

Para ver cómo la actividad física podría haber afectado al riesgo de demencia, los investigadores dividieron la población del estudio en cinco grupos, que variaban desde el sedentarismo hasta muy activos.

La quinta parte que contenía a las personas más sedentarias tenía un 50 por ciento más de probabilidades de desarrollar demencia que las otras cuatro quintas partes, hallaron los investigadores. En otras palabras, incluso un poco de ejercicio ayudó.

El equipo de investigación también comparó la actividad física con los escáneres cerebrales realizados a aproximadamente 2,000 participantes del estudio, y halló una conexión directa entre el ejercicio y el tamaño del cerebro a medida que las personas envejecían. Las que hacían ejercicio tenían un volumen cerebral mayor.

Hay varias teorías de por qué el ejercicio podría ayudar a la salud cerebral. El aumento del flujo sanguíneo provocado por la actividad física podría «fortalecer» al cerebro, aumentando su volumen y promoviendo el crecimiento de más neuronas, planteó el Dr. Malaz Boustani, director de investigación del Centro del Envejecimiento Saludable del Cerebro del Centro de Investigación sobre el Envejecimiento de la Universidad de Indiana y vocero de la Federación Americana de Investigación sobre el Envejecimiento (American Federation for Aging Research).

«El ejercicio físico podría terminar llevando a un aumento de la densidad de las conexiones entre las neuronas y crear vías alternativas para las señales» que quizá de otro modo quedarían obstruidas debido al encogimiento del cerebro asociado con el envejecimiento, añadió.

Boustani asemejó este proceso con un sistema de calles de una ciudad. Cuantas más rutas alternativas haya disponibles para los conductores, menos probable será que una obstrucción en una calle resulte en un atasco de tráfico en toda la ciudad.

El ejercicio también promueve la secreción de sustancias cerebrales útiles, como el factor neurotrófico derivado del cerebro (FNDC). Tan explicó que el «FNDC en realidad anima al crecimiento de las nuevas neuronas, y la preservación de las que ya tenemos».

Heather Snyder, directora principal de operaciones médicas y científicas de la Asociación del Alzheimer (Alzheimer’s Association), dijo que la verdadera respuesta probablemente sea una combinación de factores relacionados con el ejercicio.

«Es probable que haya múltiples beneficios y que todos actúen juntos», dijo Snyder.

Según Boustani, estos resultados respaldan a otros estudios que han mostrado una asociación entre el ejercicio y la protección contra la demencia, pero los ensayos clínicos que tenían el objetivo de demostrar un vínculo definitivo hasta ahora han sido decepcionantes.

«Cuando pasamos a otro nivel y empezamos a hacer experimentos, a asignar de forma aleatoria a unos pacientes a hacer ejercicio físico y a otros a no hacerlo y ver si eso protegía al cerebro, las cosas se ponen un poco más confusas y poco claras», dijo.

Independientemente de esto, Boustani dijo que anima a sus pacientes a hacer ejercicio físico con una intensidad moderada como un modo de preservar su salud cerebral: 5,000 pasos al día durante un mes, y aumentar hasta 10,000 pasos a lo largo del tiempo.

«Dado que no hay ningún daño por eso, y hay un beneficio posible para el cerebro que no se ha explicado completamente, trabajo con mis pacientes y sus familias para mejorar su actividad física», dijo.

Los hallazgos se publicaron recientemente en línea en la revista Journals of Gerontology: Medical Sciences.

 

 

Más información

Para más información sobre la intensidad de la actividad física, visite los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU.

 

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