Tengo que admitir que los estudios sobre la longevidad forman parte de mis inquietudes. ¿Conoces las llamadas «zonas azules»? Son los lugares del mundo donde se concentra la mayor cantidad de personas con más de 100 años de edad: la isla de Cerdeña (Italia), el archipiélago de Okinawa (Japón), una comunidad adventista de Loma Linda (California, EEUU), Nicoya (Costa Rica) e Ikaria (Grecia).
Además de evaluar las características de los alimentos y asumir una dieta basada en plantas y vegetales con mucho color y pocas carnes blancas o rojas, los expertos han encontrado en común el gran valor que allí se da a las personas mayores. Mientras más años tienes, más te consideran en esas culturas.
Otro elemento común es el valor del trabajo como actividad que dignifica al ser humano. De hecho, en japonés no existe una palabra equivalente a «retirarse». En su lugar, idolatran el término «ikigai», que podría traducirse como «la razón por la cual te despiertas cada mañana» o como propósito.
Finalmente, el hecho de mantener relaciones estrechas y cercanas con nuestros seres queridos, sean familiares o amigos, hace la diferencia en cuanto a longevidad se refiere.
Somos seres gregarios, y como tales preferimos pasar tiempo en grupo. Podemos mejorar nuestra alimentación y trabajar mucho, pero el énfasis de hoy lo coloco en la vida social en equipo. Este mismo año quise cambiar por completo el concepto vacacional de diciembre: en vez de viajar en un grupo pequeño, he considerado ampliar la aventura a otras personas, incluso desconocidas, pero con similitud de intereses y sed de conocimiento.
Siempre intento crear viajeros de conciencia, que quieran conocer nuevos destinos y a la vez compartir impresiones y vivencias con otros. Así he convertido el descanso personal de fin de año en un envite coral para descubrir el antiguo Egipto a través del río Nilo. Viajar acompañado es vivir más, es crear un nuevo universo de intención y co-creación, siempre de la mano del mindfulness.
Sea en Egipto, Bután o en cualquier otro lugar, podemos poner en marcha el cuarto factor de la longevidad. Disfrutar en equipo lo desconocido, a través de relaciones de hoy que perdurarán mañana, es una combinación ideal para abrir la mente y expandir el espíritu.
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