Algunas personas van por la vida en forma de ambulancia de la humanidad. Esto es, dedicados a resolver los problemas a todos, aunque eso implique dejarse a ellos mismos en el último lugar de atención. ¿Si tuvieras que hacer una lista de prioridades en qué lugar estarías tú? ¿Cuán comprometida/o estás contigo? ¿Vives desde la resignación o desde las posibilidades? ¿Te crees merecedor de una existencia plena? ¿De qué manera te preparas e inviertes para alcanzar tus metas y tu bienestar?
Nuestros pensamientos, emociones y hábitos generan nuestra realidad y crean nuestro mundo y en cierta forma el de las personas que nos rodean. Nada es casual…
Esto nos remite a la Ley de Pareto: el 80% de la energía, tiempo y recursos debemos invertirlo en lo que considero es el mejor “negocio”: ¡ser Tú!
La primera recomendación para abordar este tema, pasa por desmitificar la palabra “negocio” en su sentido tradicional y mercantilista para darle un significado más amplio. Esta inversión en nuestro crecimiento se acerca más al verbo “cultivar” ya que es una siembra que dará sus frutos inevitablemente en el futuro. Por eso debemos tomar consciencia de las semillas que cultivamos en nuestro interior. Se hace imprescindible “invertir” en nuestro Ser, para crecer de adentro hacia afuera y esto se refleje en nuestro Hacer. De esta manera obtener nuestra mejor cosecha.
¿Cómo lograrlo? A partir de un proceso de autobservación y autodescubrimiento, podemos identificar o redimensionar nuestros propósitos. Desde allí podremos tomar decisiones más acertadas en cuanto a en qué, con quién y cómo invertir nuestro tiempo y energías.
Según un estudio llevado a cabo en conjunto por el Rochester Medical Center (Nueva York) y la Universidad de Carleton (Canadá), en el que participaron más de 6.000 personas durante 14 años, tener un propósito de vida ayuda a vivir más tiempo.
Ten en cuenta que cuando nuestro propósito está alineado con nuestro ser, nuestras intenciones se manifiestan en los resultados que obtenemos. De esta forma, la toma de decisiones y el orden de nuestra lista de prioridades se vuelve natural ya que es muy difícil, por no decir imposible, que alguien pueda cumplir su propósito si no se tiene a sí mismo como prioridad en su lista de atención.
Invertir implica toda energía o ahorro destinado a obtener “rentabilidad”. Esta rentabilidad más que ser financiera es la “rentabilidad del alma”. En mi camino hacia el bienestar, he descubierto que el principal activo para crecer, multiplicar y mejorar bienestar y calidad de vida actual es “uno mismo”, y a partir de ahí, toda inversión es posible y realizable. ¿En qué estás invirtiendo hoy en ti?
Pensando en esto, próximamente iniciaremos en Madrid la gira mundial de la conferencia “El negocio de ser TÚ”, donde precisamente estaré compartiendo sobre este tema y las herramientas que te puedan llevar a otro nivel de acción. Desde un Ser y un Hacer más consciente y comprometido con el maravilloso ser que eres.
¡Permítete ser tu prioridad e invierte en el mejor negocio del mundo: Ser Tú!
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