Cuando vivía con mis padres allá en la Avenida Hidalgo, en pleno centro histórico, a escasos 50 metros del zócalo, y todos los días al asomarme al balcón lo primero que veía era la casa que tenía enfrente y era precisamente la casa de los Aguilar.
Nombre que para mí era normal ya que los dueños eran Don Luis y don Ignacio (Nacho) Aguilar, que por cierto solían pasar a saludar y platicar con mi padre Don Julián Torres a su joyería. Sin embargo, el nombre con el que se le conoce lo debe, al parecer, al edificio que existió antes en este mismo lugar, aquél que en el siglo XVI perteneció al mayorazgo de la familia Ramírez de Arellano, heredera directa del conquistador y primer poblador angelopolitano García de Aguilar, encomendero de la mitad del pueblo de Igualtepeque en la mixteca baja y participante activo en la conquista de México y de Guatemala.
Los bienes patrimoniales de este personaje, entre los que se contaban la famosa huerta conocida como “estanque de los pescaditos” de la ciudad de Puebla, una casas de altos y bajos ubicadas en los portales de la misma ciudad, cuatro suertes de tierra de “pan llevar” y una estancia más ubicada en el valle de Atlixco, así como minas en la región de “Mixtepeque”, las heredó su hija Juana de Aguilar y Ceballos, quien casara con Don Felipe Ramírez de Arellano y Navarra, el cual llegó a la Nueva España en el año de 1549, en el séquito del virrey Luis de Velasco.
Actualmente en la casa marcada con el número 301 de la Avenida Hidalgo se encuentra una construcción del siglo XIX, obra del Arquitecto Guadalupe Vázquez quien la reedifico en 1894, como consta en una placa situada frente a las escaleras, siendo un interesante ejemplo de la arquitectura porfiriana ecléctica atlixquense y poblana y está realizada en dos niveles, con muros de mampostería de piedra, tabique rojo y concreto armado. Sus cubiertas son de viguería y terrado, con ladrillo en petatillo, bóveda catalana y losa de concreto armado. Cuenta con aplanados de cal y arena o de mortero con cemento y sus pavimentos son de barro, laja de piedra y duela de madera, así como cerámicos modernos, mosaicos de cemento y pulido del mismo material.
En torno al gran patio rectangular de la casa se ubican las crujías perimetrales, y un segundo patio al fondo destinado al servicio, rematando el fondo del primer patio una escalinata de tres rampas que desemboca en la planta alta hacia una logia, la que se comunica con otra simétrica por medio de andadores en saledizo, de piedra gris con barandales de hierro con plomos, siendo las columnas que forman las galerías en ambos niveles de piedra, ochavadas y de estilo ecléctico, con arcos de tres puntos, muy rebajados.
En cuanto a la fachada principal, se desarrolla esta en dos niveles y se encuentra desplantada sobre un rodapié, siendo el remate de la misma un entablamento con pretil abalaustrado. En la planta baja se abrieron cinco vanos para dar acceso a por lo menos cuatro accesorias comerciales y la planta alta cuenta con balcones aislados con barandal de hierro adornados de plomo, todos con cerramiento de arco rebajado, enmarcados con molduras de pasta fina. El portón esta trabajado con marco de cantería labrada y comunica hacia el interior por medio de un arco que da a una galería baja, existiendo después de dos locales simétricos y con forma de “L” en su planta.