Muchos médicos aún no entienden que somos una unidad mente-cuerpo. Ello está requetedemostrado, pero muchos lo ignoran o siguen sin creerlo.
Cuando mi hija tenía alrededor de ocho añitos, me descubrieron una enfermedad sin cura en esa época. Acudí al mejor experto de mi país en ese campo. Aún estaba entre Republica Dominicana y la Cleveland Clinic, terminando sus entrenamientos. Me dijo que no había cura, que casi siempre terminaba en cáncer de hígado y, por ende, en la muerte.
Lo miré con una sonrisa y le dije que no había planeado morirme, porque aún tenía muchas cosas por hacer en este mundo. Y, lo más importante, una hija pequeña a la que criar. Para rematar, estaba divorciada de su padre y ella siempre había vivido conmigo.
Yo había estudiado unos cuantos años de Medicina, antes de cambiarme a Psicología, por lo que respetaba las cosas que me decían los médicos. Le pedí que me dijera lo que, según él, debía hacer. Me contestó: no beber alcohol, comer bajo en grasa, etcétera. Me recomendó una biopsia del hígado, a lo que le contesté que me diera tres meses, y cuando volviera no tendría que hacérmela.
Me miró, y leí en su cara algo parecido a “esta mujer está loca”. Le expliqué qué estaba regresando de EEUU, donde había estudiado hipnoterapia y algo de Psiconeuroinmunología. Por tanto, con ciertos ejercicios de imaginación guiada, en estado de trance hipnótico, podía desaparecer ese virus. Le pedí que me enseñara una foto para “visualizarlo” y que nos veríamos en tres meses. Antes debía hacerme un análisis para ver cómo estaba el famoso virus.
Me fui a casa y empecé cada noche a meterme en trance hipnótico y a visualizar a mis células del sistema inmunológico “comiéndose” el virus que el Dr. me enseñó en la foto. Nunca dudé de que esto pudiera pasar. O sea, que desaparecía todos los virus de mi cuerpo. Eso es importante.
Tres meses después fui a repetirme el análisis, y me sacaron sangre. Al rato, volvieron a sacarme. Y así varias veces. Pido hablar con la dueña, que es aún una gran amiga, y le pregunto porque me están repitiendo la prueba. Me mira asustada y me dice: “el virus no aparece. Ya lo enviamos de nuevo a EEUU, para repetirlo allá y ver qué pasa”. Le dije: “amiga, no va aparecer”. Mi sistema inmunológico lo mató. Es importante decir que los primeros resultados confirmaban que el virus estaba vivo.
Cuando llegó la prueba de EEUU, me dijo lo mismo: “no está el virus y tampoco hay rastros de los anticuerpos que antes aparecían en los primeros estudios”. Entonces, hay evidencia de los fabulosos resultados de la Psiconeuroinmunología.