La fatiga y el cansancio constituyen una situación de “moda”, hoy en día, en más del 20% de las bajas laborales, de forma directa o indirecta. Causa otros desórdenes metabólicos colaterales, que pueden llegar a producir cáncer o enfermedades crónicas.
La fatiga o cansancio continuo, más que un síntoma o signo clínico es un mensaje encriptado. El organismo nos dice que estamos llenos de sustancias de desecho, o tóxicas, que estorban con las funciones normales. O que, tal vez, en la cadena de producción de energía, hay un stop en la producción de ATP, la molécula que aporta el electrón final para producir la energía corporal.
La escasez de materia prima (minerales, vitaminas y aminoácidos), unida a la falta de sueño con descanso reparador, son las causas de la mayoría de todos estos estados de falta de ánimo y fuerzas.
Signos de fatiga: pérdida de la capacidad de sueño continuo, insomnio intermitente, dolores de cabeza, aumento del peso corporal y de la grasa abdominal, dolores musculares difusos y sensibilidad al dolor aumentada, ajo deseo sexual o pérdida de la libido, hipertensión arterial (o hipotensión en las tardes), latidos cardíacos débiles y lentos por debajo de 56 o depresión sin explicación, que no responde a los tratamientos médicos habituales.
Si estos síntomas persisten en el tiempo, se pueden convertir en un mal crónico, tales como la fibromialgia o la fatiga crónica, por destrucción masiva mitocondrial, debido a la toxicidad celular. Pero no todo está perdido. La naturaleza nos provee de un aminoácido llamado colina, la posible solución al desorden.
¿Cómo se puede mejorar esto?
Primeramente, deben restablecerse los ritmos de vida. Es decir, los ritmos circadianos (sueño, alimentación, higiene y ejercicios, más la suplementación). La colina es la base de este tratamiento. Lo obtenemos por la dieta, que es el precursor de neurotransmisores que ayudarán a activar, reponer y reiniciar el sistema orgánico.
En cuanto a la suplementación, la colina se combina con la cafeína y la carnitina, en un esquema de tres semanas, siempre bajo orientación y vigilancia médica. Luego viene un descanso de 10 días, y se agregan otras tres semanas hasta mejorar el estado de ánimo y la fuerza muscular.
Además, podemos tomar infusiones de té verde o negro, ginseng, jengibre, canela, así como más de dos litros de agua diariamente. Seguir la dieta 11-2-9, limitando los azúcares y las grasas trans y aumentando las verduras y las frutas frescas. Por último, realizar ejercicios moderados e irse a la cama a las diez de la noche, sin celulares ni pantallas.