La mayoría de la gente es capaz de remontar las situaciones adversas, reinventarse ante las dificultades, manejar los contratiempos, pero; cuando las crisis se prolongan en el tiempo, incluso los más optimistas pueden llegar a sucumbir.
Vivimos tiempos en los que el desempleo crece y las oportunidades de negocio caen en picado. Pese a ello, sabemos que el derrotismo no conduce a nada. Si hemos tocado fondo, solo nos queda despegar. Conviene recordar que no hay nada permanente: esto también pasará.
Los líderes tienen la obligación de mantener viva la esperanza y transmitir ilusión a su equipo. ¿Cómo lograrlo cuando todo el mundo parece agotado después de meses y meses de aflicciones laborales y personales?
Esto es lo que hay. La vida no es fácil. Si hemos disfrutado tiempos de bonanza, podemos considerarlos un regalo; y si hemos llegado hasta aquí, es porque sabemos sortear los problemas. Nuestro deber es seguir trabajando lo mejor posible. Así que no perdamos de vista la misión, no abandonemos el propósito de vida ni las riendas de nuestro futuro.
Miremos desde otro lado. Hace poco, me llegó un correo con una oferta de servicios dirigida a más de cien personas cuyas direcciones podían verse, al igual que la mía. Por un error, la empresa que lo enviaba dejó todas las identificaciones al descubierto en lugar de ocultar la lista de distribución.
Inmediatamente, hubo varias respuestas airadas amenazando con denunciar al remitente, alusiones a la ley de protección de datos, insultos in crescendo, etc. De repente, uno de los supuestamente afectados pidió calma y compasión con la persona que se había equivocado, recordó «la difícil situación que todos vivimos» y aprovechó para saludar al resto y desearnos un buen día. El resultado fue que nadie más volvió a quejarse.
Este tipo de acciones evidencian que tanto las emociones negativas como las positivas se contagian. Aprovechemos esta capacidad de transmisión para situarnos en el lado correcto.
Viva la diversión. No es el momento de exigir, sino de poner una nota de humor en nuestra vida personal y también en nuestro trabajo. Las grandes empresas valoran los espacios en los que los trabajadores pueden relajarse, reírse, jugar. En esos momentos se dispara la creatividad.
Actualmente, parece difícil estar físicamente junto a los otros, pero sigue siendo importante compartir ratos de no hacer nada más que disfrutar de estar juntos y conectar emocionalmente. Usemos la tecnología para divertirnos y no solo para trabajar.
Optimismo bien entendido. El verdadero optimismo es realista porque mantiene el foco en detectar oportunidades sin caer en el desaliento. Un líder optimista se concentra en los signos esperanzadores, se rodea de gente positiva, sabe gestionar sus emociones y las de los demás, se convierte en modelo, genera bienestar a su alrededor, es abierto, está dispuesto a cambiar las reglas del juego, detecta los indicios de recuperación, ve las oportunidades y replantea las vías de desarrollo, cree en las capacidades de su equipo y escucha a todos porque es consciente de que cada uno de sus miembros puede ayudar a mejorar las cosas…
Mantener el ánimo está en cada uno de nosotros. No podemos cambiar el mundo, pero sí nuestro entorno inmediato.