El pueblo iraní está viviendo días convulsos, llenos de sangre y de terror, tras el asesinato de la joven Mahsa Amini a manos de las «Gasht-e-Ershad» o “policía de la moral”, un cuerpo armado del estado el cual vigila que sus ciudadanos, y en especial las mujeres, cumplan con los códigos de vestimenta establecidos por el islamismo, según las interpretaciones de la sharía.
Lamentablemente, las acciones de dicha “policía” van en su mayoría contra mujeres, quienes en reiteradas ocasiones han sido abusadas de forma violenta por no vestir “apropiadamente” en público, según las interpretaciones del oficial de turno.
En Irán es obligatorio que las niñas se cubran la cabeza desde la pubertad, así como también deben llevar ropa holgada en público. Voceros del gobierno iraní han dicho que el uso del hiyab es opcional, pero evidentemente es justo lo contrario en la cotidianidad ya que, de ser cierto, no tendría sentido una vigilancia social sobre la vestimenta de las mujeres.
Amini, de 22 años de edad, había sido detenida el pasado 13 de septiembre por portar “inadecuadamente” su hiyab, y fue llevada a una comisaría, de la cual salió en estado de coma.
Tras el lamentable y cruel asesinato de Mahsa, los ciudadanos iraníes han perdido el miedo a la represión tiránica, lo que desafortunadamente ha traído consecuencias mortales para muchos de los protestantes: hasta ahora se cuentan unas 41 personas asesinadas, la mayoría de ellas mujeres, además de una veintena de periodistas detenidos por cumplir con su labor, según las cifras manejadas por el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ).
El mundo no puede permanecer ciego y sordo ante el clamor de las mujeres iraníes, y de la sed de democracia de su pueblo, tras 43 años de la conformación de la república islámica, pues el liderazgo y el empoderamiento femenino son fundamentales para toda nación. Es importante destacar que entre los efectos positivos de la igualdad de género y el desarrollo de la inclusión social, se encuentran la reducción de los índices de pobreza, el impulso de las economías regionales y el desarrollo sostenible.
Desde Occidente solo nos queda estar atentos ante los acontecimientos, y alzar nuestra voz en pro de los derechos civiles de las mujeres en Irán, así como también, brindarle protección a quienes lamentablemente son víctimas de la violencia de género en este lado del globo terráqueo.
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