La edad siempre es motivo de reflexiones, sobre todo de quienes enlazan objetivos con fechas y toman como referencia el cumpleaños para pasar revista a su historia de vida. Es una realidad que, mientras envejecemos, somos más propensos a sacar cuentas, mirar hacia atrás para comprobar, e intentar hacerlo hacia delante, para avizorar. Eso sí, recordando que al pasado no debemos regresar para luchar, sino solo para aprender. Y que en muchos sentidos podemos preparar el futuro, pero sin una anticipación obsesiva y siempre dejando margen para abrazar la incertidumbre.
Envejecer no es sinónimo de caducidad. De hecho, la gran psicóloga chilena Pilar Sordo siempre dice, y con razón, que la vejez solo comienza cuando los recuerdos se imponen a los proyectos.
Por ejemplo, la vejez quizás no ha comenzado para Liudmila Járeva, una abuela rusa de 86 años, nombrada «la voluntaria más anciana del Mundial de Fútbol 2018». La señora Járeva había sido profesora de español, pero deseaba volver a practicar nuestro idioma y sentirse útil entre los aficionados asistentes al evento. Y lo consiguió.
En Tailandia, el año pasado, el propio rey entregó a Kimlan Jinakul, de 91 años, su título de Licenciada en Humanidades. Si no es un récord, pues se acerca bastante. Jinakul no es la excepción en ese país: la Universidad de Sukhothai ofrece clases para adultos mayores y ha llegado a matricular a casi 200 estudiantes de más de 60 años.
Hoy vemos intensos debates sobre cuánto tiempo podremos vivir los seres humanos, gracias al desarrollo científico. Estoy de acuerdo con las tesis más optimistas, aunque sin despreciar la importancia del aquí y el ahora. Al cumplir por estos días 49 años, y caminar hacia la «media rueda» (como dicen en mi Cuba natal a los 50), me siento más inspirado que nunca para reflexionar sobre logros y nuevos retos. Esta vez quiero celebrarlos con el audiolibro «Despierta con Cala», una nueva experiencia sonora para quienes trabajan por una vida plena y equilibrada.
En el proceso de introspección que rodea a cualquier aniversario o celebración, debemos mantener vivo a nuestro niño interior: ese ser que habita dentro de nosotros, nos conecta con nuestra infancia y con los sueños más genuinos que alguna vez tuvimos. Al decir de Paulo Coelho, «debemos escuchar al niño que llevamos dentro», porque nadie mejor que él «entiende de instantes mágicos».
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