Desde los inicios del Covid-19 en China, la humanidad ha entrado en una nueva era de peligro, la era de los patógenos virológicos. Primero fue el sida y luego el dengue, hasta que llegó el Covid-19, de manera drástica, en un momento en el que estábamos entretenidos en otras cosas menos importantes que la previsión de la salud y la prevención de enfermedades.
Los virus, ya sean naturales o perfeccionados en laboratorios, necesitan llegar a la célula-diana para poder reproducirse y multiplicarse. Y, de esta forma, aumentar la malignidad de la enfermedad.
Con la creación de las vacunas, el uso de medios de higiene, como el lavado de manos, y las barreras de contagio, como el tapabocas, las posibilidades de infectar disminuyen. Por tanto, solo quedan vivas las cepas más resistentes o mortíferas, o las que evolucionan o mutan a una subespecie más rápida en infestación.
Es decir, las nuevas cepas son algunas que quedaron por ser más fuertes, y que mutaron a una forma más agresiva.
Sintomatología de las nuevas cepas: Prima el cansancio sin explicación, la fiebre se convierte en febrícula y es esporádica; pueden dar un falso positivo al PCR nasal, dolores articulares, molestias musculares difusas, falta de apetito, diarreas líquidas, leve cefalea en las tardes, pérdida de masa muscular y apatía, focos de neumonía sin sintomatología, caída brusca de la saturación por debajo del 89% y disminución de la cantidad de orina diaria.
Ante estos síntomas, debemos informar inmediatamente al servicio de urgencia médica y tomar las medidas de aislamiento.
Siempre será bueno fortalecer nuestro sistema orgánico con una dieta alcalina del tipo 11-2-9, rica en verduras frescas y frutos secos, eliminando las grasas trans y las saturadas.
Aumentar el consumo de vitamina C 500 mg, magnesio 300 mg y vitamina D, bajo la supervisión de un médico. Beber abundante agua, además de consumir productos que aumenten las defensas, como la miel, la jalea real, los propóleos y el omega 3. Y, por supuesto, la vacunación con pauta completa y los refuerzos orientados por las autoridades.
La fase más peligrosa del virus es justamente ahora, cuando busca maneras de vencer las barreras linfocitarias creadas por la vacunación.