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MORTIÑO: LA PERLA DE LOS ANDES

“El mortiño vive en los pajonales andinos, en los páramos de los Andes, aquí florece un mágico tesoro ancestral, un fruto popularmente conocido como el mortiño que embellece el paisaje con sus enérgicos tonos de color lila, azulados y morados”. Así se expresa Carlos Gallardo de la Puente sobre este fruto en el  libro de su autoría, Mortiño: la perla de los Andes.

Me capturó el contenido de esta obra porque, en general, desconocemos el  valor nutricional y medicinal de frutos que nuestra madre tierra nos ofrece para nuestra supervivencia. En este caso: el mortiño un fruto pequeño, redondo con un sabor ácido y dulce, que  de manera silvestre crece a lo largo de todo el callejón andino  

Históricamente, se conoce que esta baya se relacionó con las culturas ancestrales  que se asentaron en los páramos y cuya alimentación se basó en los frutos silvestres. El mortiño fue la base de las tradicionales mazamorras de maíz morado y los rituales con sangre de animales que con el paso del tiempo evolucionaron para  dar paso  a la famosa Colada Morada.

Gallardo, en su libro, comenta que actualmente Ecuador está revalorizando y apostando por su cocina criolla, cocina que es un verdadero patrimonio, a la que hay que cuidarla, consumirla y difundirla a nivel nacional e internacional, tal como lo han hecho, con éxito, México y Perú.

Su libro es un homenaje a las tradiciones culinarias ecuatorianas, en sus  páginas nos revela las bondades de este versátil fruto andino que es la esencia misma de nuestra colada morada.

Este fruto endémico ha merecido el interés nacional y mundial debido a las propiedades medicinales y la diversidad de aplicaciones gastronómicas. La presencia de ciertos componentes químicos como las antocianinas y los flavonoides le dan propiedades  antioxidantes naturales que frenan las actividades de los radicales libres que dañan el sistema celular de nuestro organismo.

Su consumo es muy aconsejable para personas aquejadas por la diabetes, reumatismo, afecciones nerviosas, infecciones urinarias, problemas cardiacos, trastornos  digestivos, etc.

Además, a este producto nativo se lo vincula en las leyendas mágicas andinas de romance entre dos míticas montañas: Cotacachi y el Tayta Imbabura.

Está presente en los páramos de la provincia del Carchi, en los  cantones Rumiñahui y Mejía de la provincia de Pichincha, en las faldas de los Ilinizas en Cotopaxi, en los coloridos paisajes de Tungurahua y Chimborazo, en los espléndidos páramos del Tambo en Cañar y El Cajas en Azuay.

En el cantón Sigchos, provincia de Cotopaxi, la  producción, recolección y comercialización del mortiño tiene una connotación especial entre sus habitantes. Ellos confían en San Miguel de Arcángel tanto como en el mortiño para sobrellevar su economía familiar y comunitaria.

Se cree que el mortiño tiene su origen en Asia o Europa. Llegaron a estas geografías por las migraciones de hace 10.000 años AC, tras los cambios climáticos que ocurrieron en ese entonces. Sus semillas fueron esparcidas en tierras de los Estados Unidos, avanza a Centro América y cuando llega a Sudamérica se afianza en Ecuador. Vestigios de esta semilla se han encontrado en Ilaló- Valle de los Chillos.

Nuestros páramos andinos tienen condiciones climáticas extremas lo cual permite que ciertas plantas con adaptaciones especiales crezcan en medio del frío intenso como el amaranto, melloco, oca, papa andina, zanahoria blanca, chochos, frailejones y el mortiño.

Hoy en día, está presente en una variedad de platos gourmet y  la nova andina: pollo rotizado con mortiño e ishpingo, trucha marinada con vinagre de mortiño, arroz festivo con mortiño, camembert encostrado en quinua con salsa de mortiño, res en salsa de mortiño y chocolate, camarones a la parrilla con relish de mortiño, cheesecake de mortiño, trufa de mortiño, etc

En fin, me adentré en las páginas de esta obra  para trasladarles a ustedes los atributos de esta baya que  aparece en nuestra mesa una vez al año, lamentablemente:  el Día de los Difuntos. Ojalá luego de conocer sus bondades le demos más oportunidades de ser la protagonista principal de nuestra mesa, toda vez que se la cosecha todo el año.

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