Cuando el actual gobernador de Puerto Rico, el honorable Don Ricardo Rosselló Nevares tomó posesión de su cargo en enero 2017, decidió traer de Washington a la Sra. Julia Keleher para nombrarla como Secretaria de Educación con un contrato de $230,030 al año, un sueldo que ningún Secretario de Educación anteriormente en Puerto Rico había obtenido, ni tan siquiera soñado ganarse algún día.
La Sra. Keleher, que habla español con un marcadísimo acento anglo, de inmediato decidió hacer cambios drásticos en la educación del país comenzando cerrando escuelas debido a que la población de la isla ha mermado grandemente en los últimos años debido a varios factores, siendo el más importante el desplazamiento del puertorriqueño hacia otras tierras debido a la falta de empleos etc.
Entre los nuevos cambios que ha establecido la flamante secretaria se encuentra que a partir de enero se comenzará a enseñar en la escuelas públicas de Puerto Rico el idioma Mandarín, idioma oficial de la China y el cual se cataloga como el más hablado del mundo y uno de los más difíciles de aprender, ya que según datos obtenidos, puede tomar hasta 5 años en aprenderlo.
Esto sin tener en cuenta que se debería de primera instancia reforzar el español y el inglés. Según un estudio del “Kids Count Data Book 2017” realizado a niños entre los cinco y 17 años que contiene datos del 2005 al 2015 se encontró que el 79 % de los niños en Puerto Rico confesó tener dificultad al hablar inglés aun cuando sus familias son nacidas y criadas en la Isla o en Estados Unidos. El estudio, publicado el pasado 13 de junio, también destaca que solo el 4% de los niños en Puerto Rico habla inglés en sus hogares, cantidad que no ha variado desde el 2005. En este caso, 425,000 niños catalogaron su manejo inglés como uno “no muy bueno”.
Es tal el asombro de los boricuas que no dejan de preguntarse el porqué de esta decisión. ¿Alguna agenda que no conocemos?
Pero si recordamos, veremos que hace cerca de un año, los chinos mostraron interés especial por pagar la deuda pública que enfrenta el país y que actualmente tiene a la isla sumida en una total crisis económica. Al pagar la deuda se quedarían con la Isla como dueños de la misma para convertirla en una colonia de China, igual que lo es hoy de los Estados Unidos y anteriormente lo fue de España. Si partimos de ahí, tenemos que entender por obligación cuál es el interés del gobierno en que se enseñe Mandarín en las escuelas públicas del país en vez de interesarse en mejorar el idioma materno que es el castellano y perfeccionar el inglés como el segundo idioma del país.
Cabe mencionar, que según indicara en entrevista José Lee Borges, profesor de humanidades de la UPR, recinto de Mayagüez y Cayey a Noticel, en China la mayoría de la población hable mandarín pero en Puerto Rico la mayor cantidad de residentes chinos hablan cantonés, particular que pudiera contrastar con la enseñanza del mandarín en la isla. Aclarando que en China se habla mandarín y cantones pero también diversos dialectos según la zonas poblacionales.
Puerto Rico es actualmente la última colonia del mundo que ha sido utilizada para hacer ricos a los demás países y no para enriquecerla a ella. De otra manera en la actualidad hubiera contado con un superávit y no con una deuda pública como la que tiene en estos momentos empujada por la mala administración de algunos ineptos.
Por otro lado, no podemos ignorar que hace años en Puerto Rico se enseñaba francés en las escuelas públicas determinándose luego que no había dinero para sustentar esa clase.
Hay que preguntarse que ante la crisis que vive el país en estos momentos, donde hay innumerables despidos tanto en el sector público como en el privado, acortando nóminas, bajando horarios de empleados para evitar despedirlos, ¿porque la señora Keheler decide que hay que aprender mandarín cuando seguramente ni ella lo habla?
Con esta “gran idea” tendrán que importar maestros de otros países que hablen el idioma, pagándoles grandes salarios, cuando los nuestros se encuentran desempleados o emigrando hacia un nuevo futuro incierto. Una pena, que no se piense en lo mejor para nuestro pueblo. Y la prueba está en los altos salarios que se les otorga a estos profesionales importados cuando nuestra gente se encuentran desempleados.