Los adolescentes y el estrés del regreso a clases

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Para muchos estudiantes, la transición del regreso a clases de tiempo completo será un desafío, con nuevos horarios, actividades y presiones

La vuelta a la escuela es siempre un gran acontecimiento (aunque los adolescentes sean demasiado cool para admitirlo). Este otoño, a los niños se unen muchos padres que regresarán a la oficina, lo que implica grandes cambios para las familias. Y para los adolescentes significará regresar a las actividades y expectativas relacionadas con la escuela, que estuvieron suspendidas durante la pandemia.

Algunos estudiantes se sentirán entusiasmados por regresar a algo parecido a la normalidad, mientras que muchos tendrán problemas.

Volver a las viejas normas

En primer lugar, vamos a ver a muchos niños quejándose del cansancio. Necesitarán más energía para hacer cosas que antes eran automáticas, señala el doctor David Anderson, psicólogo clínico y director de School and Community Programs del Child Mind Institute. “Estamos escuchando en todos los rincones de la humanidad que regresar a esas viejas rutinas y normas resulta en mucho más agotamiento que antes. La gente está diciendo: ‘No puedo imaginar cómo tomaba un tren para ir al trabajo todos los días’”. Podemos esperar que los adolescentes tengan una reacción parecida ante la perspectiva de un día completo de clases presenciales.

Aunque el aprendizaje a distancia tenía muchos inconvenientes, también era más cómodo en muchas otras formas, las cuales algunos adolescentes se resistirán a abandonar cuando vuelvan a la escuela. “Hemos escuchado decir a los adolescentes que les ha gustado poder despertarse, salir de la cama y aún estando en pijama lanzarse a sus clases, y eso ha sido hasta cierto punto más fácil”, añade el Dr. Anderson.

Estrés social

Una de las mayores fuentes de estrés durante el otoño será toda esa interacción en persona, tanto con los maestros como con otros compañeros. Los estudiantes ya no tienen práctica, y va a haber cierta incomodidad por tener que actuar socialmente, incluso para aquellos que no han sido socialmente ansiosos en el pasado. Tendrán que volver a acostumbrarse a las expectativas sociales del pasado: conversaciones espontáneas en el pasillo, responder a las preguntas de la gente, mantener conversaciones que realmente no quieren tener.

Los adolescentes que ya tenían ansiedad social pueden sentirse más nerviosos que nunca, dice el Dr. Anderson: cuando regresen a la escuela, no habrá nada equivalente a apagar la cámara o el micrófono.

Los padres y los maestros querrán admitir que habrá desafíos, puede que usted también esté deseando poder apagar el micrófono, pero exprese su confianza en que las cosas serán más fáciles. “Intentamos que todo el mundo se arme de valor para volver a esas situaciones, y que entienda que va a haber ventajas y desventajas en este regreso, o que todos vamos a estar en esto juntos”, señala el Dr. Anderson.

Retomar las conexiones

Otro reto es que algunos estudiantes se han desconectado de la escuela, la cual no parecía tan real, durante los periodos de aprendizaje a distancia, y ahora están cuestionando todo el sistema. Cuando se espera que vuelvan a tiempo completo, añade el Dr. Anderson, “cada vez son más los que se preguntan: “¿Qué sentido tiene ir a la escuela y por qué tengo que ir, si gran parte de esto se podría enseñar de otra manera? ”

Volver a formar parte de una comunidad escolar llevará tiempo y trabajo. Involucrarse en actividades que los niños encuentren gratificantes, muchas de las cuales fueron suspendidas, debería ayudar, sugieren nuestros expertos.

Las ventajas de hacerlo en persona

Los estudiantes que no están dispuestos a regresar a la escuela de tiempo completo pueden haber perdido el contacto con aquello que dejaron de hacern, señala el Dr. Anderson. Salir de casa y viajar a un edificio escolar lleno de maestros y otros estudiantes puede permitirles estar presentes en la experiencia de una manera más centrada. “Para los adolescentes, podría ser realmente refrescante volver a clase sin que aparezcan mensajes de texto instantáneos de tus amigos, notificaciones, un recordatorio de tu madre de que cuando termines la clase tienes que hacer esta otra cosa, –sugiere. –Esos límites marcan la diferencia”.

Y puede ser refrescante no estar mirando tu propia imagen en el Zoom, añade. “Por muy cómodo que sea levantarse de la cama e ir a clase, puede ser útil, en una etapa de desarrollo en la que uno se siente cohibido, no tener que verse a sí mismo en una pantalla y estar comprobando su aspecto ocho horas al día y preocuparse de si el micrófono está encendido”.

Y, por supuesto, estar en persona significa estar con amigos. “Al mismo tiempo, lo que hemos visto es que los adolescentes tienden a subestimar lo mucho que les sube el ánimo volver a ver a sus compañeros, poder pasar el rato en el pasillo, poder volver a comer el almuerzo rodeado de gente”.

Pedir ayuda

Uno de los problemas durante la pandemia han sido los impedimentos para que los niños se defiendan por sí mismos y obtengan apoyo cuando lo necesitan. Tanto si tienen ansiedad como si no, la mayoría de los adolescentes no son partidarios de hacer una reunión con Zoom para hablar de un problema, señala el Dr. Anderson. “Es mucho más fácil pedir ayuda en persona después de clase o en una reunión informal en el pasillo”.

Y los estudiantes con desafíos del aprendizaje declararon sentir vergüenza y estigma por tener que pedir ayuda formalmente, en lugar de poder recurrir al apoyo habitual después de la escuela. “Creo que para muchos niños con dificultades del aprendizaje será muy cómodo volver a un entorno escolar en el que algunas de estas cosas estén disponibles, en lugar de sentir que tienen que abogar por ellas o pedirlas constantemente”.

Niños con TDAH

Para los niños con TDAH, el aprendizaje a distancia ha tenido ventajas y desventajas. Para los que tienen dificultades con la organización, trabajar desde casa simplificaba las cosas. El hecho de no tener que distraerse con los amigos cuando se supone que deben estar anotando las tareas y no tener que ir de clase en clase facilitó la concentración y el seguimiento de sus cosas.

“Con un buen entrenamiento en casa, algunos han sido capaces de organizar su espacio de trabajo para que no haya distracciones y para que, durante el transcurso del día escolar, tengan todos sus materiales al alcance. Ellos realmente pueden estar concentrados”, observa el Dr. Anderson. Los niños que han visto las ventajas de aprender de forma más organizada en casa, pueden estar más dispuestos a adoptar algunas estrategias similares para también mantenerse organizados en la escuela.

Otra ventaja del aprendizaje a distancia para los niños que toman medicación para el TDAH es que pueden empezar a hacer las tareas inmediatamente después de la clase, lo que significa que siguen obteniendo los beneficios de la medicación, en lugar de que ésta desaparezca cuando llegan a casa y se instalan para intentar hacer los deberes.

Por otro lado, para muchos adolescentes con TDAH, “estar en clase los ayuda a concentrarse porque es más atractivo y estimulante, y se puede debatir y aprender de forma experimental, –dice el Dr. Anderson. –Y sin duda, algunos se han sentido aburridos y les ha resultado más difícil participar en la educación virtual”. Para ellos, regresar físicamente a la escuela debería ayudarlos a reengancharse.

Niños con depresión

Los adolescentes que tienen depresión, caen dentro de la categoría de los estudiantes que deberían beneficiarse del regreso a clases presenciales.

A menudo, los niños con depresión no sienten que la actividad pueda ser gratificante, por lo que les falta motivación para hacer cosas, incluso para relacionarse con sus amigos. “Lo maravilloso de la escuela es que, para los adolescentes que pueden estar luchando contra la depresión, la decisión de levantarse de la cama y salir de casa no está en sus manos, –dice el Dr. Anderson. –Y una vez en la escuela, ver a sus compañeros realmente puede causar una especie de aumento del estado de ánimo”.

De hecho, uno de los tratamientos de primera línea para los adolescentes que tienen depresión es lo que se conoce como “activación conductual”, lo que significa programar actividades que eleven potencialmente el estado de ánimo aunque no se sientan muy motivados para hacerlas. El regreso de las actividades canceladas durante la pandemia, como los clubes extraescolares, obras de teatro en la escuela, deportes, clases de música, debería ayudar a garantizar que los adolescentes que luchan contra la depresión tengan actividades que puedan disfrutar durante el día.

La sanación de toda la comunidad escolar

Para aquellos que están más preocupados por los posibles rezagos académicos de los adolescentes, el Dr. Anderson sostiene que es importante pensar en el aprendizaje y el desarrollo del niño en conjunto.

“Cuando decimos ‘nos hemos retrasado’, es cierto que puede que no hayamos impartido a tiempo ciertos conceptos académicos que consideramos fundamentales para la educación de nuestros jóvenes. Pero si tomamos en cuenta todo el conjunto del desarrollo de los jóvenes, no solo estamos tratando de ayudar a los niños a obtener los conocimientos que necesitan para tener éxito más adelante en la vida, si no que también desarrollen la capacidad de trabajar con sus compañeros, la capacidad de sentir que pueden cuidar de sí mismos y aportar lo mejor de sí mismos al trabajo que están haciendo”.

Aunque los niños comiencen la escuela con cierto retraso académico con respecto a lo que sería habitual al principio de este año, todos sus compañeros de clase también estarán en el mismo barco. Los padres pueden estar preparados para abogar por apoyo y estructura adicionales si notan que su hijo tiene dificultades al comenzar de nuevo la escuela, y al mismo tiempo pueden reforzar la importancia de la resiliencia, que es una de las principales lecciones que todos aprendimos el año pasado.