Gilda Mirós, baluarte de la radio hispana en los Estados Unidos, tiene una faceta extraordinaria como actriz de cine, y se siente afortunada de su actuaciones en más de una docena de películas de largometraje, en las que compartió con estrellas famosas del cine mexicano y artistas puertorriqueños.
Guiada por sus sueños de ser una artista sobresaliente, además de tener un atractivo físico muy natural y un talento muy especial, Gilda Mirós, en la época de oro del cine mexicano en los 60, se aventuró a interpretar roles de corte frívolo como una “chica sexy”. Ella hizo delirar a los espectadores con sus bailes exóticos como la rumba y go-go. Sus filmes demuestran que alternó con los mejores actores de ese entonces, en roles de intriga, pasión, apta para mayores de edad.
En el cine de esa época, Gilda Mirós, también sobresalió en algunas comedias, alternando con Viruta y Capulina. Y lo insospechado es que Gilda Mirós actuó en filmes muy taquilleros los cuales exaltaban a héroes populares en la lucha libre, como Blue Demon y Santo, el Enmascarado de Plata
En entrevista exclusiva, Gilda Mirós, cuyo nombre original es Carmen Gilda Santiago Rodríguez, narró con lujo de detalles la época en que se inició de actriz, sus principales películas y como salió airosa al vencer los desafíos propios de una joven puertorriqueña que triunfó en el cine. Una mañana hermosa en el Columbus Park en Manhattan, Gilda trajo a su mente bellos recuerdos de una época importante como actriz.
“Yo quiero ser actriz”
Nacida en Santurce, Puerto Rico el 20 de septiembre de 1938, Gilda Mirós procede de una familia humilde. En 1946 su familia sale de Puerto Rico con destino a El Bronx en Nueva York, en busca de un mejor porvenir
“Ya estando en Nueva York, un día le dije a mi madre quiero ser actriz. Yo cumplí los 16 años, había estudiado en una escuela especializada ilustración de moda y ganado un premio del Metropolitan Open House por el diseño del vestuario de una de sus óperas. Como el cine mexicano era el boom, me entusiasmé mucho y hasta allá viajé al cumplir 18 años. Monserrate Conesa, mi querida madre, ha sido mi fiel consejera y me dio apoyo en mi carrera artística. La recuerdo todos los días aún cuando ya falleció”.
“En 1957, ya estando en México, Distrito Federal, mi madre me acompañó a la Academia Andrés Soler, muy conocida y prestigiada para la formación de actores. Después de prepararme acudí a tomar exámenes en la Academia Nacional de Actores, ANDA, y fui aceptada”.
“Me veía bonita, con talento para actuar y tuve que vencer varios obstáculos, porque yo procedía de otro país, allá se protege mucho a los actores mexicanos”, recuerda Gilda.
“Cuando yo conversaba, en México se reían de mí, yo hablaba el “spanglish”, y mi español era espantoso. Allá tomé lecciones de dicción en la academia de actores. Y lo hice, sin pensar que muchos años después me iba a servir para trabajar en la radio”.
Con Libertad Lamarque
“Mi primera oportunidad al salir de la academia de actores se dio cuando buscaban modelos. “Muchachas, hay chamba para ustedes” nos dijo uno de los instructores. Me tomaron para modelar en un estudio donde actuaba la actriz mexicana Libertad Lamarque. Me colocaron junto al piano donde ella debía entonar sus canciones. En ese momento, sentí la esencia y la energía de todos aquellos artistas y me sentí orgullosa”. Luego me llamaron como modelo en un programa de televisión, donde actuaba el famoso compositor Agustín Lara. Para entonces, ya me había cambiado de nombre y me presentaba como Gilda Mirós. Yo quería ser distinta, había muchas personas que se llamaban Carmen, decidí cambiar mi nombre por Gilda Mirós”.
Despegue como actriz
Cuando Gilda cumplió 22 años, era muy seductora, con una figura muy encantadora. Desde muy joven se esmeró y venció obstáculos para obtener repartos en películas mexicanas, deseaba convertirse en una actriz puertorriqueña a nivel internacional hasta que llegó su oportunidad. El productor, director y actor mexicano Ramón Pereda la escogió para trabajar en la película “Romance en Puerto Rico” (1961) donde actuó la célebre rumbera cubana María Antonieta Pons – esposa de Pereda, el galán mexicano Dagoberto Rodríguez y el comediante puertorriqueño José Miguel Agrelot. Gilda, se sumergió en sets de estudios y grabaciones, profesores de bailes, luces, ensayos, coreografías y allí puso todo su empeño.
“Yo en esa época era una chica sexy, atractiva, pero eso no era todo, debía poseer talento para actuar y lo tuve”, afirma con voz afinada.
Gilda Mirós: “Vendedora de Amor”
El título de esta película lo dice todo. Gilda Miros, protagoniza “Vendedora de Amor” (1964) uno de los primeros filmes “niuyorrican”, dirigido por Jerónimo Mitchell Meléndez. Allí actúa en el papel de “Sonia” junto al galán mexicano Antonio Badú y el cubano Carlos Alberto Badías, cuyo rodaje se realizó en los barrios latinos de Nueva York. “Me pidieron bailar como rumbera, yo era delgada, torpe, y lo conseguí ensayo tras ensayo; no bailé como María Antonieta Pons, pero lo hice. Me ayudó mucho porque de joven yo era salsera”, asevera Gilda. “Yo tenía que bailar en un club nocturno, debía mostrar frivolidad, y era una gran oportunidad para mí porque la coreografía de esta película era de la bailarina cubana Elena del Cueto, quien actuó en la Tropicana, de Cuba”.
Después, Gilda es contratada para rodar películas muy variadas como: “Rocambole versus las mujeres arpías” (1965) y alternó con el actor Víctor Junco. Luego Gilda demuestra talento en las comedias y actúa con dos personajes del cine mexicano, Viruta y Capulina en “Dos Pintores Pintorescos” (1967) dirigida por Rene Cardona.
Con Santo y Blue Demon
En “Santo, el Enmascarado de Plata vs. La invasión de los marcianos” (1966), vemos a Gilda Mirós trabajando junto a bellas mujeres en nuevos géneros fílmicos y esta vez con este famoso personaje de multitudes cuyas películas se veían en Toda América Latina. “Nunca lo vi sin máscara, trabajamos con cordialidad, nunca salimos a parrandear. Jamás creí que Santo y Blue Demon, iban a tener mucho éxito”, recuerda Gilda. Tampoco olvida al actor luchador Wolf Ruvinskis, de voz fuerte y un buen artista.
Gilda, también protagonizó “Se me olvidó tu nombre”, producción puertorriqueña rodada en Nueva York, dirigida por Ernesto Sánchez – junto a Aladino Sánchez, el mexicano Julio Aldama y el propio realizador – (1966); Blue Demon versus las mujeres invasoras, La Casa de las muchachas, Las impuras y Vuelo 701 (1968); Las golfas (1969) y, el Rancho del Miedo (1970). Gilda, no tenía descanso y apareció en dos producciones rodadas en Puerto Rico: “Contrabandistas del Caribe” (1966), producida y dirigida por el mexicano Juan Orol y “Luna de miel en Puerto Rico” (1967), dirigido por Fernando Cortés. También, en México, fue aplaudida en la telenovela “Pasión gitana” (1968).
Película con Cantinflas
Gilda recuerda muy bien cuando Columbia Picture que tenía oficinas en Nueva York, le ofreció un papel en México para actuar con Mario Moreno “Cantinflas”. Sucede que buscaban una actriz para la película “El Doctorcito”. Gilda rechazó la oferta que le hicieron. “Me ofrecían una miseria y decliné aceptar. Después yo mismo retorné a México para rodar en otras películas”.
Telenovelas y teatro
En la década de los 60 Gilda resalta en el cine de esa época. En los 70, en la televisión y el teatro. Es interesante su actuación en una serie de TV en inglés “The Doctors” donde trabaja como enfermera. Asimismo, recuerda su participación en una serie de TV en Durango, México titulado “El Mal” junto con Glenn Ford.
Encumbrada en el cine, Gilda, prosiguió su pasión en el teatro y escoge Nueva York. “En la Capital del Mundo no tardó en establecerse como una de las figuras estelares del teatro en español, a lo que, sin duda, colaboró el hecho de que llegaba precedida de la gran popularidad que le brindara su experiencia en el cine mexicano”, comentó la escritora Rachell E. López Ortiz (KooltourActiva) al referirse a Gilda. Nadie olvida su actuación en el Teatro Rodante Puertorriqueño dirigida por la aplaudida actriz y directora Miriam Colon.
No termina y sigue activa.
Gilda, en vez de mostrar cansancio y molestias a sus 77 años de edad, sigue mostrando una energía y felicidad en su labor de escritora. Su libro “Sonora Matancera, Celia Cruz” (2012) ha tenido enorme acogida, lo mismo sus grabaciones “Poetisas de Hispanoamérica” y su compilación “Meditaciones y Aforismos”.
“Si yo volviera a nacer me gustaría ser historiadora y comunicadora”, nos dice la afamada personaje de la radio hispana en Nueva York.
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