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ESCALA CON CALA: Música para vivir

La música es un mundo sin fronteras. Como decía el compositor alemán Carl María Von Weber, «es el verdadero lenguaje universal». Una melodía provoca un sentimiento diferente en dos personas de cualquier parte del mundo, con una cultura o educación diversa, pero siempre genera una reacción. Incluso es capaz de afectar nuestro estado de ánimo. Miguel de Cervantes creía que «la música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu».

 

Un estudio de la Universidad McGrill, de Montreal, demuestra que la música nos hace sentir en armonía. Los neurocientíficos Robert Zatorre y Anne Blood desvelaron que al escuchar música se ejercitan ciertas zonas del cerebro que están conectadas con las emociones, la memoria y la conducta.

 

Como decía Beethoven, uno de los compositores más importantes de la historia, «la música es una revelación mayor que toda la sabiduría y la filosofía». Incluso, cada tipo de canción desemboca una reacción diferente en nosotros. Psicólogos de la Universidad de Keele destacan que las melodías más lentas provocan sentimientos de tristeza. Mientras, por ejemplo, «Don’t Stop Me Now» (de Queen) es la que más felices nos hace. Según un análisis del doctor Jacob Jolij, esta canción genera energía, con un ritmo de 150 pulsaciones por minuto.

 

Sin embargo, en torno a la música también existen ciertas leyendas. ¿Has escuchado hablar del «efecto Mozart»? Algunos psicólogos aseguraban que los bebés que escuchaban obras del compositor austríaco potenciaban sus capacidades intelectuales. Dicha creencia sigue establecida entre muchos padres, pero un análisis de la Universidad de Viena ha desmentido el mito.

 

No por ello debemos olvidar la gran implicación de la música en la química del cerebro, ni cómo las canciones que nos divierten, solo determinadas por los gustos personales, nos hacen liberar placer y activan nuestro cerebro.

 

Es por ello que los últimos años se ha desarrollado especialmente la musicoterapia. Una terapia alternativa que beneficia nuestro cuerpo y mente y desarrolla nuestra imaginación, atención y memoria.

 

Además, la Universidad de Maryland, en Estados Unidos, señala que escuchar música treinta minutos al día afecta positivamente al organismo y ayuda a dilatar las arterias. Cada día son más los hospitales que incorporan esta terapia para contrarrestar la apatía, el dolor o el estrés postraumático.

 

Está claro que, como decía el filósofo Friedrich Nietzsche, «sin música la vida sería un error».

 

www.IsmaelCala.com

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