El filósofo griego Plutarco aseguraba que «el cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender». El cerebro es el órgano más decisivo en nuestro crecimiento, no solo físicamente —ya que se encarga de enviar las órdenes al cuerpo—, sino a nivel personal e intelectual.
La neuroplasticidad se ha convertido en uno de los grandes avances científicos. Conocer que podemos entrenar nuestro cerebro, como si fuera un músculo, nos ayuda a ser conscientes de que debemos ejercitarlo.
El cerebro tiene la capacidad de cambiar a partir del entorno y la experiencia. Recuerdo un proverbio árabe que dice: «Los ojos no sirven de nada a un cerebro ciego». La frase viene a colación con un estudio de la Universidad de Washington en St. Louis, donde el neurocientífico Harold Burton esclareció qué sucedía en las zonas cerebrales de información visual de los invidentes.
Burton formó dos grupos. El primero, con siete ciegos de nacimiento, y el segundo, con otros siete que habían perdido la visión. Los científicos midieron la activación de la corteza visual mientras los ciegos leían palabras en braille. La conclusión fue que los invidentes de nacimiento alcanzaban una mayor actividad en la corteza visual que los que habían llegado a ver en algún momento de su vida.
Es conocido que la mitad cerebral derecha está asociada a las aptitudes más creativas y expresivas, mientras que la izquierda a la racional y cognitiva. Sin embargo, nuestra forma de ser, ¿afecta también al cerebro?
Un estudio publicado en «Social Cognitive and Affective Neuroscience» subraya que nuestros rasgos sociales se originan en este órgano. Nuestras personalidades, según los investigadores, son las siguientes: insegura, extrovertida, abierta, agradable y recta. De tal manera que, gracias a la neuroplasticidad, podemos adaptar el comportamiento a las circunstancias sociales en que vivamos. Así, es necesario continuar incrementando las conexiones neuronales.
Por ello es tan importante aprender un nuevo idioma, practicar meditación y deportes, potenciar nuestra curiosidad o transformar hábitos para estar siempre despiertos ante los cambios. Hay actividades que nos proporcionan dopamina y serotonina, las sustancias relacionadas con la felicidad y la motivación.
Como dice el refrán, «no dejes que se abra tu boca, antes de conectar tu cerebro». Haz de la neuroplasticidad una aliada para desarrollar nuevas habilidades en el camino del éxito y la excelencia.