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Elecciones primarias: Abre los ojos

En el agitado clima que vivimos en medio de las elecciones primarias, es refrescante observar desde lejos la ola de emociones que la temporada despierta y constatar la ridiculez de toda la disfuncionalidad del sistema.

Con mayor frecuencia, un grupo significativo de votantes hemos decido declararnos no partisanos, lo que implica -por diseño- ser excluidos del proceso de selección de candidatos antes de que lleguen las elecciones generales. Otros eligen por nosotros cuáles serán los caballos que entrarán en la recta final. Y aunque al principio esa exclusión me pareció injusta y anti-democrática, ahora la idea me parece cómica. Agradezco la adorable perspectiva que me ha regalado, porque me permite el lujo de ser una observadora fría y distante.

En las elecciones previas, no sé cuántas veces escuché decir en los círculos que frecuentaba: «nuestras opciones se limitaban a escoger la menos mala entre dos malas alternativas». La que ganó, obtuvo su triunfo gracias a otra ola. Un tsunami construido de rabia, de frustración y de odios. Alguien supo tomarle el pulso a la nación. Ese alguien tuvo la genial idea de sugerir que aquel que tuviera el coraje de tomar una tabla de surfear y subirse a la ola, sería el próximo presidente de Estados Unidos, y los resultados están ahí para demostrarlo.

Tres años más tarde, el enojo continúa siendo la fuerza motivadora, pero en estos momentos el empuje viene del otro lado. Cuanto más furiosos los pongamos, más ganas les darán de salir a votar, pareciera decir la escritura invisible en la pared. El rebaño distraído se deja llevar por tan simple propuesta.

Otros, los despiertos, sueñan por adelantado el colapso de una estructura inverosímil que no sirve para resolver ninguno de nuestros grandes problemas. En la ciudad del obelisco, mientras tanto, los rojos y azules se pierden en el laberinto de sus agendas e intereses, gestionado sin logros reales que ayuden a la gente de a pie, cabildeando en pos de los poderosos y llorando lágrimas de cocodrilos. Vienen y van.

De ambos lados, con mayoría y ¡hasta con supermayoría! en las Cámaras, no se pasan medidas que han de cambiar de una vez por todas la encarcelación desproporcionada de hombres de piel oscura, la brecha académica de los estudiantes pobres, el uso desmedido de la fuerza policial, la contaminación del subsuelo, la problemática de los dreamers, la situación de los indocumentados, el acceso a salud de alta calidad y a bajo costo. Sin mencionar que el cuidado de nuestros ancianos/veteranos/enfermos mentales está fatal, la industria farmacológica, la manipulación genética de lo que comemos, y la lista sigue.

En el agitado clima que estamos viviendo, la propuesta de una verdadera democracia que nos represente es urgente, y para ello se necesita que una masa crítica de gente despierte.

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