Autor: Philippe Lancon
Editorial: Anagrama
Categoría: narrativa
Philippe Lançon, uno de los supervivientes del atentado de Charlie Hebdo
Sinopsis:
La única manera de entender algunas cosas es ponerlas por escrito. Quizá al final no se consiga desentrañar por completo el misterio, pero sí iluminar las zonas de sombra a su alrededor. Eso es lo que se ha propuesto y logrado Philippe Lançon en este libro memorable, mezcla de crónica, memoir y gran literatura. Con una prosa llana y un estilo depuradísimo, Lançon nos ofrece en El colgajo un vastísimo retrato de su vida –de París, de Francia, del mundo– después de haber sobrevivido al terrible atentado de Charlie Hebdo del 7 de enero de 2015. Ese retrato, que es necesariamente una reconstrucción, corre paralelo a otras reconstrucciones: la de su mandíbula –destrozada por una bala– y la de su nueva vida después de aquella mañana. Porque ¿cómo es posible vivir después de haber sufrido un atentado, uno en el que tantos compañeros y amigos han perdido la vida? ¿Qué supone seguir viviendo cuando se ha estado en el infierno en la tierra? ¿No es eso también una condena?
Sobre el autor:
Philippe Lançon (Vanves, 1963) es escritor y periodista. Colaborador habitual en las páginas de cultura de Libération y cronista de Charlie Hebdo, ha recibido el Premio Hennessy de Periodismo Literario (2011) y el Premio Jean-Luc Lagardère al Periodista del Año (2013), y ha sido nombrado Chevalier de l’Ordre des Arts et des Lettres (2015). Es autor, entre otros, de los libros “Les Îles (2011)” y “L’Élan (2013)”. “El colgajo”, que ha vendido más de 300.000 ejemplares en Francia y se traducirá al alemán, el catalán, el holandés, el inglés, el italiano, el japonés, el polaco y el portugués, fue merecedor en 2018 de los premios Femina y Roger Caillois y del Premio Especial Renaudot.
La crítica ha dicho:
«Una obra maestra indiscutible, absoluta» (Frédéric Beigbeder).
«Gran literatura» (Bernard Pivot).
«Un magistral diario de duelo» (Jean Birnbaum, Le Monde des Livres).
«Un testimonio inaudito, tan fascinante como aterrador» (Alexandra Schwartzbrod, Libération).