La primera semana de agosto, los ecuatorianos/as vivimos emociones intensas, que hizo que hasta los más flemáticos o duros, derramen unas cuantas lágrimas de felicidad suprema, por la actuación de nuestros/as deportistas en las Olimpiadas de Tokio-2020.
Y es que, las pesistas Neise Dajomes y Tamara Salazar consiguieron preseas de oro y plata, respectivamente. Además, otros deportistas fueron galardonados con diplomas olímpicos: Luisa Valverde en lucha libre, Alfredo Campo en carreras BMX y Angie Palacios en pesas. Un hecho inédito para nuestro país.
Las jóvenes practicantes de la halterofilia regresaron al país el pasado 4 de agosto y fueron objeto de un recibimiento lleno de colorido y emociones. Un arco de agua alrededor del avión que las traía marcó el inicio de varios reconocimientos, que tanto el gobierno como la ciudadanía les brindó:¡ BIENVENIDAS CAMPEONAS!, fue el mensaje en todo el país.
Posteriormente, en el estadio Atahualpa, dieron una rueda de prensa, en el que contaron sus experiencias, en este evento mundial.
LAS MEDALLISTAS
La ganadora de la medalla de oro, Neisi Patricia Dajomes Barrera, de 23 años, es la primera mujer ecuatoriana en alzarse con el oro olímpico, en la historia del deporte ecuatoriano.
Oriunda de Shell-Mera, provincia de Pastaza, ubicada en la Amazonía, es hija de refugiados colombianos, que huyeron a Ecuador por la violencia protagonizada por la guerrilla y los paramilitares de Colombia.
La hoja deportiva de Dajomes ostenta centenares de logros, entre estos: campeona mundial de Halterofilia Sub-17, en 2013. Medalla de Plata en los Panamericanos de Toronto 2015, categoría juvenil.
Campeona mundial en los juveniles de Goergia de 2016, Tokio de 2017.
Dos medallas de bronce en 2018 de Turkmenistán. Medalla de oro en los Panamericanos de Lima 2019. Otras dos medallas de bronce en Pattaya- Tailandia.
Al subir al podio, Dajomes mostró una significativa dedicatoria a su mamá y hermano que fallecieron en 2019 y 2018, respectivamente.
“Pasé momentos duros, perdí a mi madre y hace poco a mi hermano, por quien estoy aquí, y todos mis logros son dedicados a su memoria” dijo en declaraciones difundidas a un medio ecuatoriano.
La joven pesista que proviene de un hogar muy humilde y su vida está colmada de penurias económicas, se convirtió en el sostén económico de su familia, toda vez que es una deportista de élite y gana alrededor de Usd 3000 mensuales
Entre tanto, la pesista Tamara Salazar quien obtuvo la medalla de plata, nació en 1997 en Pusir Grande, Valle del Chota, provincia norteña del Carchi, cuna de grandes ciclistas como Richard Carapaz, ganador de la medalla de oro, en estas competencias.
Salazar se convirtió en la segunda mujer en ganar una medalla para Ecuador, en esta disciplina deportiva, considerada de exclusiva práctica de los hombres.
Las jóvenes Neisi y Tamara rompieron estos esquemas mentales, en una sociedad machista demostrando que la mujer está capacitada para cualquier actividad deportiva.
Proveniente de una familia humilde de afroecuatorianos, Tamara Salazar siempre estuvo vinculada al deporte, pues practicó salto largo, salto triple, cien metros planos y cien metros vallas. Y a los 11 años incursionó en el levantamiento de pesas.
Tamara viene de ganar el Sudamericano en 2019 y el tercer puesto en los Juegos Panamericanos de Lima 2019. En abril de 2021 ganó la medalla de plata en la modalidad arranque del Panamericano de Levantamiento de Pesas, en República Dominicana.
A la prensa señaló que no pensó que podría ser una de las tres medallistas. Compitió con una lesión en la rodilla, dolores en la espalda y los hombros. Añadió “Para ser honesta, estoy sorprendida. No puedo creer en el resultado. Agradezco a Dios, en verdad esto viene del cielo”. Ahora su mira está en París- Francia 2024.
REACCIONES
Al ser parte de la población de afro descendientes las dos jóvenes triunfadoras, esta etnia festejó con júbilo y orgullo; sobre todo, las mujeres, quienes destacaron que este episodio se da ¡Gracias a una mujer negra!.
Aparte de su participación como deportistas, lo que llamó, notablemente, la atención mundial fue el uso de bandanas o turbantes coloridos en sus competencias, tal es así que el Comité Olímpico Internacional pidió a Neisi Dajomes que done su turbante al museo del deporte.
El uso del turbante, a decir de Paola Godoy, diseñadora y activista afro descendiente representa coraje, supervivencia, identidad cultural, belleza y protección a la etnia. Por lo que el triunfo de estas féminas es un doble logro.
El haber lucido este turbante por parte de las deportistas, demuestra el orgullo de pertenecer a esta raza y defender sus valores culturales del 7,2 % de la población ecuatoriana.
De su parte, el periodista Leonardo Parrini afirmó que la indumentaria deportiva que lucieron las pesistas ecuatorianas se destacó por el uso de coloridas pañoletas, que usadas por Neisi y Tamara se “convirtieron en símbolo de reivindicación identitaria de los pueblos afrodescendientes ecuatorianos en Tokio. Un look muy singular y estéticamente atractivo con sus cabelleras cubiertas por grandes cintillos de vivos colores.
El colorido turbante ancestral de nuestras medallistas olímpicas, corona el oro y la plata como un símbolo liberador contra todo vestigio colonialista y arrogancia racista, para no olvidar que el Ecuador es un país plurinacional y multicultural, con una riqueza étnica arraigada en nuestra identidad como parte de la potencia que soñaba Benjamín Carrión”, destacó Parrini.
Tamara Salazar contó que este símbolo siempre lo usan en las competencias internacionales como una “muestra de respeto a nuestras raíces y una cábala, cada vez que lo uso me va bien”.
Asimismo, manifestó “el hecho de que seamos pesistas no significa que no tengamos nuestro lado femenino, al contrario, seguimos siendo mujeres y demostrando nuestra potencia y talento”.
Jefferson Pérez, ganador del primer oro olímpico en marcha hace 25 años, en Atlanta- Estados Unidos vino desde Cuenca a Quito, para recibirlas personalmente a las flamantes triunfadoras y darles el abrazo y felicitación que se merecen.
En fin, toda la ciudadanía se sumó a esta algarabía, que revive la esperanza de días mejores para los/as jóvenes del Ecuador profundo y sencillo. Anhelamos que las nuevas y viejas generaciones emulen estas lecciones de vida. Además, hay que destacar que ellos/as ya son referentes de vida para la niñez y juventud ecuatoriana y latinoamericana. Alguien muy emocionado expresó “Qué orgullo carajo. Esto sí es reparador”.