La noche del pasado 31 de enero, la capital de Ecuador- Quito, fue escenario de muerte, angustia, destrucción y desolación por un aluvión que afectó a la zona noroccidental de la ciudad, dejando como saldo, hasta la fecha: 28 fallecidos, 52 heridos, 10 extraviados, 555 familias afectadas. Siniestro que nos recuerda lo ocurrido en febrero de 1975, con los mismos saldos.
Después de 47 años, esta nueva correntada tomó de sorpresa a los vecinos y transeúntes. Llevó consigo cadáveres, animales, árboles, vehículos, desde la quebrada El Tejado, ubicada bajo los picos de la montaña donde se ubica el Teleférico hasta la Av. Amazonas y 6 de Diciembre. De hecho, también, locales comerciales y residencias del sector fueron afectados.
Vecinos del lugar cuentan que el momento de este doloroso episodio, unos minutos más tarde de las 18h00, una centena de moradores se encontraban en una cancha practicando ecuavoley , de pronto escucharon un estruendoso ruido y vieron que la montaña se les venía encima, unos pudieron escapar, otros lamentablemente sucumbieron a la muerte. Por lo que la mayoría de fallecidos provienen de este sitio.
REACCIONES
No obstante, en medio de estas tribulaciones, en un recorrido que hice por la zona, fui testigo de cómo centenas de ecuatorianos se acercaron a socorrer a los damnificados. Desde diferentes lugares del país llegaron soldados, policías, bomberos, vecinos, hermanos indígenas, voluntarios, boy scouts, familias enteras, personal de diversas instituciones gubernamentales nacionales y seccionales acudieron para desalojar lodo, desechos, residuos y, lamentablemente, rescatar cadáveres de los caídos. Estas empáticas actitudes me llenaron de esperanza y orgullo de ser ecuatoriana.
Maquinaria pesada, camiones, carretillas, palas metálicas y manuales, escobas, fueron los implementos que se utilizaron para limpiar esta zona. No faltaron decenas de vehículos repletos de alimentos, ropa, víveres, cobijas y otros enseres que fueron repartidos, de forma ordenada, a los habitantes de la Comuna Santa Clara de Millán, los barrios de La Gasca y Pambachupa.
En la cocina de la casa comunal de La Comuna, la solidaridad es el plato fuerte del menú que preparan para los voluntarios que asisten a la zona bajo el asesoramiento de chefs profesionales. Mujeres y hombres se congregan en una cocina para la preparación de viandas, con los productos que han donado los quiteños y de otras ciudades. Desde aquí se distribuyen los platos a los damnificados y al personal público o particular,
De su parte, el Concejo Metropolitano de Quito declaró el estado de emergencia a la zona afectada por el aluvión. El primer personero de la ciudad, Santiago Guarderas informó que el 7 de febrero se desarrollará una reunión con rectores de universidades, gremios y colegios profesionales para integrar una comisión que conozca a profundidad de lo ocurrido y la situación de las quebradas que bordean a la ciudad.
El mandatario, Guillermo Lasso Mendoza se pronunció al respecto, desde el avión presidencial que le conducía a China, la misma noche de la tragedia. Aseguró que ha dispuesto que todas las instancias de socorro sean activadas.
POSIBLES CAUSAS DEL ALUVIÓN
Varias versiones han circulado respecto a las causas de este aluvión, todas estas contradictorias y polémicas. Para empezar las autoridades municipales sostienen que éste fue causado por las fuertes lluvias que han venido cayendo sobre la ciudad. Guarderas declaró que la gran cantidad de agua originó que se forme un embalse en la quebrada El Tejado, mismo que se desbordó y provocó el deslizamiento de rocas, lodo y escombros.
Los vecinos del lugar, de su parte, denunciaron que cerca del lugar se pretende construir un proyecto denominado Cenizario de Urkupamba, por lo que se está deforestando esa área. Se le acusa al Alcalde de Quito, Santiago Guarderas, de ser uno de los principales financistas de esta obra, según documentación que fueron exhibidas.
Con plantones los moradores de los barrios aledaños al lugar de la catástrofe: La Primavera y San Vicente expresaron su rechazo a la construcción de este cenizario (cementerio) y exigen que se pare cualquier construcción en zonas declaradas protegidas. En los plantones estuvieron presentes dirigentes barriales quienes anunciaron nuevas acciones de protesta, en el caso de que sus voces sean desoídas. Puntualizaron que en los lugares que podrían ser afectados, existen hospitales, planteles educativos, decenas de locales comerciales y residenciales.
Según la Secretaría de Ambiente del Municipio, el proyecto cenizario se encuentra en proceso de regularización, en las diferentes instancias municipales y en el Ministerio de Ambiente.
Sin embargo, el Municipio el 1 de febrero remarcó, en un comunicado, que la actual administración no permitirá la construcción que atente contra la seguridad de la comunidad y del ambiente. Subraya, además, que la competencia sobre permisos ambientales es del Ministerio de Ambiente.
Lo realmente preocupante son las declaraciones del ex Alcalde de Quito, Jorge Yunda, quien aseveró que en su administración se negó la construcción de este cenizario en junio de 2020, y que al asumir la gestión Guarderas se dio luz verde a este proyecto. Definitivamente, aquí hay una especie de “lavarse las manos”, de la tragedia que enluta a la ciudad y que cuenta con varios corresponsables.
Causas naturales son también abordadas por los conocedores del tema, como una de los motivos del deslave. Una de ellas es la cercanía de la ciudad a las faldas del volcán Pichincha. Para los que no conocen Quito, ésta es una especie de hueco rodeada de montañas, volcanes y colinas, al borde de ellas existen 35 quebradas.
Las laderas del Pichincha fueron tomadas por urbanizaciones, tanto de gente de dinero cuanto de gente de escasos recursos económicos, de forma desordenada. Para llevar estas actividades se deforestaron todas las laderas, se rellenaron cauces y quebradas y se remplazó con cemento. Se remplazaron plantas endémicas por eucaliptos. Cuando llueve no hay tierra que absorba el agua, la misma que se desborda ocasionando estas tragedias.
Los quiteños vemos, a diario, que la ciudad crece hacia las laderas, con asentamientos de barrios que no han sido debidamente planificados. Esto ha ocasionado que se pierdan los bosques protectores, que justamente están sobre los barrios, ahora, devastados por el aluvión.
De lo descrito, lo ideal sería proteger con responsabilidad y convicción los bosques protectores de Quito, sin tomar en cuenta los intereses económicos de las grandes constructoras y, sobre todo, vigilar que las quebradas que rodean a la urbe reciban un constante mantenimiento, para evitar estas desgracias.