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ECUADOR ATESORA SU PATRIMONIO MUSICAL EN MUSEO- ESCUELA

NUESTROS COMPATRIOTAS ESTÁN CORDIALMENTE INVITADOS A VISITARLO

Cuando uno escucha la palabra  Museo, lo primero que le viene a la memoria es un muestrario de  personajes, obras e historias inertes y descoloridas que, a veces, resultan un tanto incomprensibles. Empero, cuando de pronto se sumerge en un Museo- Escuela, en el que se puede apreciar con nitidez el legado vigoroso y   vibrante de los sonidos,  no le queda otra cosa que maravillarse ante ese legado  musical que, además,  es cultivado por las nuevas generaciones.

Esta importante  vivencia la tuve cuando visité el Museo del Pasillo, un lugar donde se preserva  y se expone con unción el recorrido histórico,  las obras de los compositores, los intérpretes destacados,  instrumentos musicales, discos, partituras y todo aquello que nos identifica con este género musical: el Pasillo, que se asentó en Ecuador luego de cruzar diferentes accidentes geográficos en su travesía, a partir de las guerras de la Independencia de nuestra América.

En pleno Centro Histórico de Quito, Patrimonio Cultural de la Humanidad,  calles García Moreno y Bolívar, está situado este  punto de encuentro entre los intérpretes y el público, que de manera habitual llegan a sus instalaciones, los fines de semana, para deleitarse con la música nacional y popular. Los días ordinarios son para hacer una peregrinación por el Museo y reencontrarse con las rutas por las que recorrió el Pasillo y sus cultores.

Este espacio  fue concebido y montado por el investigador musical Mario Godoy Aguirre y la voluntad política del también músico Julio Bueno. Un año de intenso trabajo que se concretó en diciembre de 2018, a fin de dotarle un espacio digno al pasillo que tiene para los ecuatorianos un valor simbólico, cultural e histórico.

Cuando los ecuatorianos escuchamos las letras de un pasillo, enseguida nos conectamos con el tema del amor. Generalmente, las letras de los pasillos hacen mención a esta dimensión del ser humano: sus encuentros, desencuentros, alegrías, pérdidas, duelos, recuerdos; en fin una gama de emociones y sensaciones que nos conducen a la nostalgia o a la dicha plena.

Para el Maestro Godoy, un erudito en el tema, el pasillo es un género musical regional, que se gestó en la época de la Gran Colombia y las guerras de la Independencia. Se lo  escuchó y bailó en Venezuela, Colombia,  Ecuador y Costa Rica. En los siglos XIX y XX se paseó por toda Latinoamérica. El libertador Simón Bolívar bailó con Manuela Sáenz en su primer encuentro en Quito.

En Ecuador se constituyó en un género emblemático toda vez que aquí se adaptó mejor, se acunó porque lo sentimos como nuestro, enfatiza el musicólogo. Subraya que es un absurdo pensar que exista una partida de nacimiento del pasillo. Este es un hecho cultural.

Afirma que el origen del pasillo está en el vals europeo, por lo que el pasillo es una innovación del vals conjugado con otros elementos como el yaraví, un ritmo propio de nuestra idiosincrasia y otros ritmos andinos. Concluye que es un primo-hermano del vals.

Asegura que hay datos históricos que develan que para fines del siglo XVIII en Quito ya se conocía y bailaba el vals. Ritmo que se hizo popular en los bailes de salón donde concurría la gente adinerada de aquel entonces. Un baile de parejas, las mismas que no llegaban a toparse. El pueblo emuló este baile y le agregó  otras características, por ejemplo las parejas bailaban.

En un tramo del Museo se alude a las formas de cómo se difundió este género. Por las recreaciones constatamos que se lo hizo a través de las bandas musicales con sus famosas retretas, serenatas, estudiantinas, bailes de salón en el siglo XIX. Al respecto se conoce que en esta época había más de 200 pianos, en las casas de la élite de Quito, para tocar este género.

Una  de las formas más conocidas  de difundir el pasillo fue a través de las serenatas, que como su nombre indica en el sereno iban los enamorados a cantar a sus pretendientes.

Uno de los mayores cultores de este género y reconocido internacionalmente fue Julio Jaramillo, quien con el pasillo Esposa,  y otros, recorrió todo el continente americano.

En otra zona del Museo podemos admirar a los compositores e intérpretes  del pasillo. Esta temporada está dedicada al compositor Nicolás Fiallos, nacido en Baños, provincia de Tungurahua, el 25 de julio de 1919. Es decir en homenaje al  centenario de su nacimiento se ha puesto en valor todas sus composiciones, que suman por cientos. Las más conocidas Te quiero, te quiero, El Mendigo, Amor incomparable, etc. Lo más destacable de Fiallos es que él sigue componiendo, a pesar de su edad avanzada.

Continuamos recorriendo el Museo y nos detenemos en otra sala que evoca las otras formas más actuales de difusión del pasillo, en pleno siglo XX. Aquí encontramos réplicas de las primeras grabaciones de música popular ecuatoriana que data de 1910, con un porcentaje del 60 a 70 % de pasillos. Son discos de marcas alemanas y la estadounidense Víctor.  Apreciamos que hubo una presencia interesante de bandas militares que ejecutaron este género.

Godoy cuestiona a ciertos analistas musicales que señalan que en el siglo pasado se vivió la “época de oro” de la música nacional, cuando estaban en escena Carlota Jaramillo, dúo Benítez Valencia, las hermanas Mendoza Suasti, Fressa Saavedra, los Barrieros, Carlos Bonilla, etc . Su discrepancia apunta a  remarcar que en todo proyecto cultural debe priorizar el mejoramiento de la calidad de vida de los artistas, lo que no sucedió en aquel entonces.

Recuerda que para aquellas épocas  ocurrieron  eventos de tipo bélico que marcó la situación económica de los intérpretes y compositores, como la guerra con el vecino Perú y el terremoto de Ambato que asoló gran parte de la geografía ecuatoriana. Además,  a nivel internacional se produjo la Segunda Guerra Mundial. Fue tan difícil la situación económica que decenas de bandas fueron cerradas o desaparecieron.

En los años cincuenta  hubo un corto “boom cacaotero” que no mejoró notablemente la vida de los músicos, pero, sí  conllevó a una mayor difusión de este género a través de las primeras radios que se iniciaban en el país, como El Prado en Riobamba, la HCJB  y Radio Quito, en la capital.

Asimismo, observamos con gratitud los bustos de grandes cultores del pasillo como el de Carlos Brito Benavidez, (el compositor de uno de los pasillos más conocidos a nivel internacional: Sombras), Carlos Amable Ortiz, Benigna Dávalos, Francisco Paredes Herrera y Segundo Cueva Celi. Y los retratos  de más de un centenar de compositores como Segundo Bautista, y  los actuales: Alex Alvear y Paco Godoy.

Existe toda una compilación de fichas con las biografías, interpretaciones y hasta partituras de los más de un centenar de cultores de este género.  Realmente, una cantera de datos interesante de nuestros artistas. Los visitantes tienen la grata oportunidad de escuchar la música a través de reproductores.

Amerita recordar, que el pasillo fue declarado Patrimonio Inmaterial de Ecuador, el pasado 26 de noviembre de 2018. Ahora el desafío se encamina a que la UNESCO lo declare como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por ser un género regional. En este empeño están las autoridades culturales del país, que están preparando el expediente respectivo.

Algo, realmente, hermoso fue ingresar a la Cantina El Aguacate, lugar en el que jóvenes músicos hacen gala de su talento y sentimientos al interpretar música nacional. Esta sección está abierta a todo el público a partir de las 14h00 hasta las 17h00, los fines de semana. Por lo que, les invito a nuestros paisanos ecuatorianos y latinoamericanos a visitar este sitio, cuando vengan a Quito.

No dejaré de mencionar  a la Escuela de este Museo donde centenas de jóvenes amantes de la música popular reciben clases de canto, piano, guitarra, bandolín, arpa, requinto, además aprenden a bailar pasillos.

Por lo que he constatado  puedo afirmar, sin temor a equivocaciones, que este patrimonio musical seguirá vigente y tiene un futuro promisorio, en procura de mantener en alto nuestra identidad cultural.

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