La tecnología llegó para quedarse, eso no hay forma de ponerlo en duda. Más aún cuando tener un celular no requiere tener una base económica para obtenerlo. También llegó para quedarse en el Departamento de Educación. Ya los papeles marrones, a los que llamábamos papeles de escuela, pasaron a la historia. Como también aquella maquina conocida como mimeógrafo. Ahora, dentro de las circunstancias económicas del Departamento de Educación, las escuelas cuentan con computadoras, impresoras y el “preciado” internet. La pregunta es, ¿La integración tecnológica ha logrado un trabajo más cómodo para el maestro? Correa (2010) expone que la integración tecnológica tiene una función de control y reproducción cultural y los problemas profesionales de su integración en el sistema escolar es la intensificación del trabajo de los docentes. El Departamento de Educación ha querido quitar al maestro, las herramientas físicas y lo ha convertido en plataformas.
Pudiera parecer que esta integración tecnológica en el área laboral, trajera un descanso no solo a los árboles, sino también a las manos del maestro. Extensas listas de nombres con sus tareas y notas, todo ahora queda cómodamente expuesto en una plataforma digital. No obstante, esta integración no es una comodidad, cuando se trabaja con un sinnúmero de documentos por estudiante. Tenemos claro que las plataformas llegaron para quedarse, y se ha convertido en el trabajo administrativo obligatorio de los maestros sin quitarle la carga de la duplicidad de trabajo, cuando exigen la continuación de trabajo sobre el expediente físico de los estudiantes.
Es comprensible, que dada la innovación de la tecnología, las plataformas sean “lo mejor” que se han inventado, considerando que los expedientes pueden pasar por un sinnúmero de accidentes que ponen en riesgo su confidencialidad. Aunque el robo de datos no los exime de estar también en riesgo. La integración tecnológica, debe ser una herramienta, que complemente un trabajo y no que lo haga cuesta arriba. Aunque la misma conlleve un mejor futuro para poder guardar y trabajar todo lo relacionado a los estudiantes, no debería ser un reto poder trabajar con ella. Tal como se expone en el artículo El malestar docente (2012) Estas funciones afectan cada vez más al profesorado que tiene que dedicarle demasiado tiempo a la realización de informes, estadísticas y evaluaciones de todo tipo, que restan tiempo a las labores educativas y además no facilitan el trabajo del profesor/a sino que lo hace más estresante y menos satisfactorio.
Acerca del autor:
Marta Raquel Montero es Licenciada en educación especial, maestra de educación especial a tiempo completo, escritora.