Definitivamente a la naturaleza hay que mirarla desde el corazón. Esta sana vivencia se reeditó cuando visité uno de los más bellos lagos que mi país ostenta: El Lago de Cuicocha, “Lago de los Dioses” o “Lago de los Cuyes”. En él pude percibir su intenso perfume vegetal, beber su aire sosegado y, desde luego, el ruido de sus aguas inundó de calma mi espíritu.
El Lago de Cuicocha está ubicado en la provincia de Imbabura, a 110 Km de Quito (aproximadamente dos horas). Prácticamente es el cráter de un volcán activo del mismo nombre que mide aproximadamente 3.2 Km de diámetro, en su interior tiene dos islotes conocidos como el Wolf y Yerovi. Este Lago en forma de tazón está a una altitud de 3.068 metros sobre el nivel del mar.
Pernoctamos en el sitio para deleitarnos de su amanecer: casi absorta miré como el gris de la neblina que envuelve a los cerros se resbala y tras ella va deslizándose un sol que alumbra con sus rayos las cumbres de las montañas y con su presencia borra los temores de la noche. Siento que mi cotidianidad repleta de desencuentros, dudas y perplejidades es quebrada por este momento de comunión con la naturaleza.
El lugar nos atrapa con sus costumbres, folclore, artesanía y gastronomía. Sus habitantes con sus trajes típicos y su original cordialidad nos atienden a fin de que nuestra estadía deje huellas que nos aleje de todas esas pesadumbres íntimas que cargamos a cuestas.
Los guías nos comentan que este lago-volcán es uno de los 17 activos en el país, éste puede reactivarse en cualquier momento aseveran. Sus aguas provienen de los deshielos del volcán Cotacachi y está continuamente alimentada por el agua lluvia, se observa que no posee fuentes de drenaje y que tiene una profundidad máxima de 148 metros.
En un día despejado recorrimos el Lago en una pequeña embarcación. Las emociones son fuertes en el bote, no faltó el griterío por las inclinaciones repentinas a causa del viento fuerte o las maniobras del conductor.
El guía aprovecha el recorrido para darnos a conocer las características, los misterios y leyendas que envuelven al Cuicocha y el por qué la gente se enamora de este sitio tan visitado por turistas nacionales y extranjeros.
En primer lugar dice que los científicos aseguran que hace tres mil años se produjo una erupción volcánica y de ahí emergió el Lago. A su vez una leyenda andina cuenta que el volcán Cuicocha era hijo de Rucu (viejo) Pichincha y de María Isabel Nieves Cotacachi o Huarmi Huasi (cerro hembra). Un día se separaron las dos montañas y el papá se llevó al hijo (guagua Pichincha) a los alrededores de Quito. En el sitio sólo quedó un hueco vacío que luego se transformó en el Lago Cuicocha, formado por las lágrimas de su madre.
La oralidad del relato continúa y nos comenta que el Cotacachi, tiene en uno de sus flanjos la forma de un rostro humano que mira hacia el lugar donde estaba el hijo. Esta silueta es más visible en épocas en que está cubierto de nieve.
Además, nos da otra interpretación del nombre del Lago, dice que Cuicocha en lenguaje Kichwa significa “laguna de los cuyes”, se presume que los incas depositaron estos animales en los islotes Wolf y Yerovi. A propósito señala que hay una leyenda sobre el “cuy dorado” que señala que la primera persona en verlo se vuelve rico y la segunda se transforma en pato, en el Cuicocha hay una gran cantidad de patos silvestres.
También nos enteramos que un grupo de jóvenes liderados por José María Yerovi (1824) salió de excursión sin permiso de sus padres, por la neblina y los ventarrones huracanados que de pronto se presentaron en el Lago, casi perecen, ¡se salvaron de milagro!, José María Yerovi llegó a ser Obispo de Quito y uno de los islotes lleva su nombre. En fin, voces de desaparecidos, aparición de sirenas, y un centenar de etcéteras son parte del encanto del Lago.
Hay que recordar que con ocasión del solsticio de verano, 21 de junio, chamanes o yagchas de todo el país se reúnen en Rumihurco (piedra negra) para rendir homenaje a la Pachamama (Madre Tierra), sector noreste del Lago. Aquí se concentra la energía de la Tierra y es donde los incas y caras ofrendaban mujeres vírgenes a sus dioses.
Flora y fauna del Cuicocha
De hecho, conocimos que alrededor del Lago existen 400 especies de plantas en sus orillas, destacándose la totora que es utilizada para tejer varios objetos de uso cotidiano, los sigses, bromelias, palos de rosa, arrayán, calahuala, diez variedades de orquídeas y una especie de bambú llamado “suro”. También es hábitat de cuyes de monte, conejos, armadillos, zorrillos andinos y, gran cantidad de aves como las tórtolas, torcazas, colibríes, mirlos, gorriones, lechuzas, patos silvestres, en varias ocasiones se puede admirar al rey de los Andes: el cóndor.
Vale saber que El Lago o Laguna Cuicocha y el volcán Cotacachi son parte de un conjunto de atractivos que forman la reserva Cotacachi- Cayapas, ubicadas en el territorio de Imbabura y Esmeraldas.
Gracias a esta naturaleza vibrante, el ruido de la ciudad me llega apenas como un eco remoto. Ya más concentrada recorro casi hipnotizada el lago y sus alrededores escuchando el chillido de las aves y el rumor de las totoras. Anhelo que ese viento que me abraza, barra con aquellos recuerdos que estrujan mi corazón y que en ese momento se presentan como fantasmas en mi memoria.
Ahora, otra vez pisando firme la realidad no puedo sino invitarles, queridos/as lectores a visitar este paisaje estremecedor donde palpita la tierra, el cielo, el agua y el viento. Refugio perfecto para insuflarse de vitalidad y optimismo.
Lic. Eva Rocío Villacís