La felicidad depende básicamente de nosotros, pero quienes nos rodean pueden ayudarnos a crear condiciones para celebrarla mejor.
Quiero contarte el caso del matrimonio Kuroki. En 1956, se trasladaron a Shintomi, en Japón, donde criaron a sus dos hijos. Allí vivieron felices hasta que los problemas de salud de la señora —derivados de la diabetes— le provocaron ceguera.
La tristeza ganó transitoriamente a la felicidad y la mujer se encerró en su hogar. El amor que el señor Kuori sentía le hizo llevar al extremo uno de los regalos más románticos de cualquier relación. Basándose en un ramo de flores, comenzó a plantar semillas de shibazakura, una flor muy olorosa, por todo el jardín. Tal aroma consiguió atraer a la señora Kuroki hacia el exterior. Ahora viven rodeados de flores y cerca de 7.000 personas visitan esta maravilla cada año. Pero, sobre todo, ellos sonríen cada día.
En ocasiones, muchas personas tienden a pensar que su felicidad depende de la desgracia ajena, cuando, en realidad, ayudar a los demás provoca en nosotros emociones positivas. El escritor Og Mandino señala: «Recuerde que no existe alegría en el tener o en el obtener algo, sino en el dar. Comparta, sonría, abrace a los demás».
Practicar la gratitud aprendiendo a dar las gracias, tanto por lo que tenemos como por lo que nos dan, es una fuente inagotable de bienestar. Además de hacernos sentir bien a nosotros mismos y a los demás, es algo que nos ancla al presente. Nos hace vivir nuestro hoy, permitiéndonos abordar el cambio y mejorar desde la consciencia y la serenidad, y alejarnos de las urgencias.
La doctora Elisabeth W. Dunn, de la Universidad British Columbia de Canadá, ha publicado una investigación en la revista «Science», según la cual el gasto de dinero en otras personas, puede tener un impacto superior en nuestra felicidad, que el gasto en uno mismo.
Todos podemos formular una definición sobre la felicidad. Sin embargo, existe una condición de oro: que favorezca también a los demás, porque no vivimos solos en este mundo.
Como decía Albert Einstein, solamente una vida dedicada a los demás merece ser vivida». El secreto de la felicidad consiste en hacer felices a los demás.