Resulta aún difícil para los profesionales de la salud mental, quitarle las penas, tristezas y reacciones impulsivas a miles de familias campesinas que han sido víctimas del terrorismo y todavía sufren en carne propia las consecuencias post-traumaticas del conflicto armado interno que vivió Perú hace más de dos décadas.
En febrero último, poco antes de declararse el estado de emergencia en Perú por los problemas causados por la pandemia del corona virus, mi colega el legendario foto periodista Oscar Medrano Pérez y el autor de esta nota, pudimos visitar y dialogar con los pobladores y las autoridades de varios pueblos alejados en la zona andina de Ayacucho, epicentro del terrorismo y uno de los lugares más golpeados por la violencia entre 1980-2000. Paso a paso, tratan de salir adelante pese a los obstáculos y la falta de recursos. No es fácil resanar las heridas postraumáticas en miles De niños, jóvenes y personas mayores. Nos alegró mucho ver trabajando a psicologas experimentadas quechuablantes y la preocupación en aumentar los programas de salud mental en la zona andina.
“Hablándoles en el idioma materno, el quechua, enfocamos sus problemas psicológicos mediante el buen vivir o “allin causay” y nos está dando buenos resultados en nuestro trabajo con las familias campesinas en sus propias comunidades”, declaró Ruth Jaulis Quicaña, experimentada profesional en psicología, directora del grupo Sayri Consultores en Ayacucho.
La Misión Medica Ayacucho respaldada por los médicos peruanos en Estados Unidos, agrupados en PAMS (Peruvian-American Medical Society), desarrollan varios proyectos de salud mental y otros servicios básicos para las familias necesitadas afectadas por la violencia. El año pasado, se reactivaron los programas de salud mental en los distritos de Vischongo y Vilcas Huamán, a 3 mil metros de altura. “Este programa se desarrolla en coordinación con nuestro equipo de salud mental encabezado por el Dr. Mark D’Antonio,residente en California, asesorada por la especialista ayacuchana Raquel Yupanqui y la Consultora Sayri, con amplia experiencia en proveer talleres de superación personal”, declaró el conocido doctor César Aranguri, director de la misión Medica Ayacucho de PAMS, quien reside y trabaja en Los Ángeles, California.
PAMS, utiliza clínicas móviles con trabajadores sociales y traductores en quechua para llegar a localidades lejanas. Esta organización también estuvo trabajando con el Grupo Wasi Esperanza en Ayacucho para atender a un grupo de niños discapacitados.Estando en Ayacucho,, Raquel Yupanqui, resaltó el apoyo voluntario y la ayuda de médicos peruanos en Estados Unidos en el campo de la salud mental, para llegar a las localidades alejadas en el Departamento de Ayacucho. “Sin el apoyo de PAMS, no hubiésemos podido ofrecer nuestra ayuda de salud mental a cientos de niños y familias necesitadas en lugares alejados”. Indicó Raquel Yupanqui.
Los estudios realizados sobre los efectos de la violencia en esta zona, señalan como una de las principales reacciones el miedo o el temor, las reacciones impulsivas, alteración del sentido de la realidad y la realimentación en las familias campesinas víctimas de la crueldad en la época del terrorismo.
“Vischongo, ha sido una de las localidades más golpeadas por el terrorismo. Vean el centro poblado de Umari, que ha sufrido por años el azote de la violencia con matanzas a niños y mujeres”, refirió el alcalde de Vischongo, Rubén Prado Díaz, el regidor Cipriano Medrano y su gerente Raymundo Woriomanya.
Además del miedo, la inseguridad en las madres y niños huérfanos, resalta en el mencionado estudio la desmoralización, el desamparo, sufrimiento, dolor, tristeza, encontrando en algunos de ellos, el odio y deseo de venganza reactiva, según los informes médicos de PAMS. Otro de los efectos,es la desconfianza en las personas y sus grupos comunitarios, aislamiento, apatía, timidez y problemas para relacionarse con los demás por la baja autoestima existente.Gracias al apoyo de instituciones voluntarias como PAMS, en las zonas altoandinas se han realizado talleres psicológicos en quechua, dirigidos a los adolescentes en las instituciones educativas de Pomacocha, Patahuasi y Pucaraccay. Además, se realizan sesiones de apoyo emocional y acompañamiento psicológico dirigido a los padres de familia de la comunidad de Patahuasi, explicaron las autoridades de Vischongo y el grupo Sayri.
Trabajando con niños y jóvenes
“Los niños necesitan ser alentados, si como las plantas necesitan el agua”, explican los psicólogos que trabajan con el grupo Sayri. Acuden a las mismas escuelas comunitarias de los distritos y centros poblados alejados en Ayacucho.“En las sesiones de trabajo con los niños y jóvenes, buscamos conocer de una manera sutil las causas de sus temores, sus tristezas, sus sentimientos frágiles, y no es fácil. Se sumergen en su baja estima y les ayudamos a que cada uno pueda reconocer su propia capacidad, por más pequeña que sea, para que tomen conciencia de sí mismos, y se sientan capaces de actuar”, nos Jaulis Quicaña.
“Con los adolescentes, hacemos lo mismo, les pedimos que canten o que toquen la zampoña, nos interesa conocer sus frustraciones, su agresividad y el por qué piensan de su carencia de recursos en sus vidas”.
“A los jóvenes, les despertamos sus habilidades para enfrentarse a las dificultades diarias, utilizar sus propias habilidades y nos da resultados”, refiere la psicóloga Jaulis Quicaña, incansable viajera.
“He podido llegar de manera responsable a miles de familias de 200 comunidades quechuablantes, mediante sesiones, talleres y atención psicológica a las familias campesinas en Huancavelica y Ayacucho, viviendo en casitas compartidas, al lado de ancianos y niños en Ocros, Chuschis, Toccto, Vischongo y muchos centros poblados».
Sayri Consultores se ha propuesto trabajar para favorecer el acceso de las niñas y las mujeres a todos los sectores de la educación y formación, suprimir los obstáculos que frenan su desarrollo personal y profesional, y permitirles gozar de una mejor representación en las diversas esferas de su vida. Su directora Jaulis Quicaña, hizo un llamado a las autoridades educativas en Ayacucho, por la necesidad de implementar programas de desarrollo socio-emocional en todas las instituciones educativas, especialmente alejadas en las zonas rurales alto-andinas.
Del evangelio a psicóloga andina
En el distrito de Socos hoy conocido como Vinchos, en Huamanga, la psicóloga Jaulis Quicaña, desde muy joven creció en medio de las predicas de los líderes evangélicos de la iglesia Presibiteriana en la década de los 80, que se acrecentó en varias comunidades campesinas en Ayacucho. Con la violencia senderista, varios pastores y miembros de esta iglesia fueron perseguidos y masacrados por los senderistas según testimonios contenidos en el libro “One Bright Shining Path (2003) escrito por los estadounidenses son W. Terry Whalin y Chris Woehr.
“Mi abuelo, el pastor Justiniano Quicaña, era muy querido y respetado que defendía las iglesias evangélicas, sin embargo fue vilmente asesinado por los senderistas en diciembre de 1989”, rememora Jaulis Quicaña, mostrando varias fotografías. Tres años después del ajusticiamiento de su abuelo, su tío el pastor Rómulo Sauñe, junto con tres compañeros fue asesinado en Socos por combatientes de Sendero el 5 de septiembre de 1992, cuando regresaba de la ciudad de Huamanga a Chakiqpampa. Al morir Rómulo, teñía 32 años de edad, dejando viuda a su esposa Donna Jackson y sus cuatro hijos: Rumi, Kusi, Quro y Tawa.
“Mi tío Rómulo, era muy conocido en la comunidad cristiana campesina, por su traducción del español al quechua de la biblia “Chuya Qellga”, refiere con profunda tristeza la psicóloga ayacuchana. Rómulo, desde muy niño, trabajó como pastor de ovejas. Hay versiones que su madre tenía ancestros nobles incas de una familia de sacerdote. Dotado de enormes conocimientos evangélicos, Rómulo Sauñe, se convirtió con otros cristianos de la región de Ayacucho, en fundador de una organización evangélica quechua-hablante.
Las pérdidas de sus dos seres queridos que trabajaron muy fuerte en difundir la fe cristiana en el distrito de Socos, repercutió en Ruth Jaulis Quicaña, quien anteriormente trabajó como pastora con los campesinos, redoblando su misión de servir a su comunidad tan duramente golpeada por la violencia. Su carrera de psicóloga empezó a los 18 años, realizando estudios como Terapeuta cognitivo conductual en la Universidad de las Flores en Argentina. Asimismo, estudió psicología en la Universidad Peruana de los Andes. Luego, trabajó en varias comunidades campesinas como traductora de psicólogos en Paz y Esperanza. Prestó servicios en Solid Perú como responsable de los recursos humanos. Además, tiene una licenciatura en Teología y cursos avanzados en su carrera iniciada hace 20 años.
Las autoridades distritales de Vischongo y otras localidades, han puesto empeño en apoyar los programas de salud mental en sus comunidades, lo cual es meritorio, además de la necesidad de combatir enfermedades como la anemia que ataca principalmente a la niñez en las zonas rurales.
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