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A UN AÑO DE LOS TEMBLORES

La gente espera ayudas que no llegan y las que llegan, mitigan, pero no resuelven., expresa Juan Jusino

«Las casas, comercios, escuelas e iglesias destruidas siguen en ruinas y no existen esperanzas”

Todos los entrevistados concluyen que el 2020 será un año inolvidable

(San Juan, PR) Hoy se cumple un año del inicio de los temblores que han sacudido el suroeste del país. La Red Sísmica de Puerto Rico informó que durante el transcurso de este año se han producido 13,000 movimientos telúricos. Esto contrasta drásticamente con el promedio de 4,000 temblores anuales que se produjeron entre los años 2005 y 2019.

El día de Nochebuena se sintieron 25 temblores desde tempranas horas en la madrugada hasta caída la tarde. Los científicos no descartan que ocurra un evento mayor, pero están confiados que al igual que ocurrió con el terremoto de San Fermín el 11 de octubre de 1918, las placas telúricas se calmen y los movimientos sean cada vez menos perceptibles.

La reconstrucción del suroeste ha sido lenta. El gobierno ha demostrado ser incapaz de lidiar adecuadamente con la situación y proveer las ayudas necesarias. La asistencia económica prestada por la Agencia para el Manejo de Emergencias Federal (FEMA por sus siglas en inglés) resultó insuficiente para la reconstrucción de las propiedades lo que ha forzado el desplazamiento poblacional hacia otros municipios o Estados Unidos. Los que se han resistido a abandonar sus pueblos viven bajo la amenaza constante de que las estructuras en que viven puedan colapsar por el constante daño que reciben con cada temblor.

La salud mental de los residentes del suroeste se ha deteriorado por la incertidumbre y el temor. De hecho, el gobierno informó que este año se han registrado 903,000 llamadas a la Línea Paz que ofrece consejería para personas con la salud mental comprometida.

“Es una situación bien difícil, no sabemos cuándo va a temblar. Uno se asusta. Vivimos en incertidumbre mental, cualquier cosa puede ocurrir. Lo peor es no saber cuándo va a temblar. No te puedes preparar. Tu mente está abrumada. Te preocupas por ti, tus seres queridos, tus vecinos y principalmente por aquellos que lo han perdido todo”, expresa Juan Jusino Basora de Lajas.

“El gobierno ha sido incapaz ante la situación. La gente espera ayudas que no llegan y las que llegan, mitigan, pero no resuelven. Las casas, comercios, escuelas e iglesias destruidas siguen en ruinas y no existen esperanzas”, añadió Jusino.

Para muchos residentes del área lo peor viene luego de los periodos de calma. Se crea la sensación de que la situación ya está pasando y ocurre un temblor inesperado que trastoca la vida de todos.

“Llevaba varios días sin temblar, uno comienza a calmarse, confía volver a la normalidad y nos llega un día como el de Nochebuena. Estaba almorzando con mis dos hermanas porque mi esposo estaba llevando regalos vestido de Santa Claus cuando comenzó a temblar. La casa se quería caer”, expresa Elba Gutiérrez de Lajas.

“No solo es aterrador, si no tenebroso. Ese ruido que precede a los temblores te pone la carne de gallina. Dios santo, es increíble. Uno se paraliza, no sabe qué hacer, todo es confuso”, añade Gutiérrez. “Para completar uno sufre el dolor ajeno. Mucha gente lo ha perdido todo y el gobierno promete, pero no hace nada. Los sueños de muchos terminaron hechos escombros y no tienen fuerzas para volver a comenzar”.

La crítica a la pobre acción gubernamental parece ser un consenso general entre todos los entrevistados.

“El gobierno no ha hecho nada. Vete a Guánica, todo está como empezó. Los edificios derrumbados, muchas promesas y ninguna acción. La gente está desesperada. Te encuentras con residentes durmiendo a la intemperie, aunque algunos se han atrevido a entrar a sus casas a pesar de estar marcadas como peligrosas en busca de sus pertenencias”, expone la comerciante Agleris Cruz de San Germán.

“Todo se ha ido en promesas vanas, las ayudas federales han sido insuficientes. No podemos pensar en una normalidad. No importa donde estés cuando la tierra tiembla todo en la casa se mueve y si estás afuera ves como la tierra se mueve como si fueran olas. Uno vive con los nervios de punta”, añade Cruz.

Jusino por su parte, señala que, aunque a pesar del fracaso de la gestión gubernamental, si se han prestado ayudas, pero estas han sido insuficientes.

“El gobierno ha hecho intentos para alivianar la situación de los afectados, pero la destrucción ha sido mayor de lo esperado. No hubo celeridad porque no existían experiencias previas y a pesar de lo mucho que se ha hecho, lo monumental de la destrucción y lo constante de los temblores hace imperceptible el trabajo que se ha realizado”.

Todos los entrevistados concluyen que el 2020 será un año inolvidable. Los puertorriqueños no solo han tenido que enfrentar los temblores y la pandemia del covid-19, sino que vieron caer meteoritos, basura espacial, sufrieron la devastación de la tormenta Isaías, una sequía que obligó al racionamiento del agua en varios sectores del país, para luego concluir el año con muchas lluvias.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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